Desde que el 28 de octubre de 2007, en Roma, fueran beatificados 498 mártires del siglo XX en España, que dieron su vida por la fe en Nuestro Señor Jesucristo durante la persecución religiosa en el verano de 1936, recordamos en la liturgia diocesana la memoria del que fuera Obispo-Prior y diez compañeros: cuatro sacerdotes diocesanos, cinco del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y un varón laico. Cada 6 de noviembre se lleva a cabo la celebración eucarística en nuestra Catedral que preside el Obispo-Prior, al final de la cual se dan a besar las reliquias de D. Narciso de Estenaga y D. Julio Melgar.
En nuestra ciudad tenemos la fortuna de contar en nuestra Catedral con dos de estos mártires que son ahora un espejo en el que mirarse y un camino a seguir. Me refiero al que fuera el séptimo Obispo-Prior D. Narciso de Estenaga Echevarría y su fiel secretario D. Julio Melgar Salgado.
El Beato Narciso de Estenaga nació en Logroño el 29 de octubre de 1882 y fue bautizado el 1 de noviembre. Muy niño todavía, quedó huérfano de padre y madre y fue acogido por personas caritativas que lo llevaron a Vitoria. El sacerdote D. Joaquín Lamadrid, mártir también en 1936, había fundado en Toledo un colegio para niños huérfanos o pobres, y llevó a este centro al pequeño Narciso, al que había tenido ocasión de conocer quedando impresionado por su vivacidad e inteligencia. Bajo la sabia orientación de este sacerdote, inició los estudios de carrera eclesiástica en el seminario de Toledo, que culminó con su graduación en su ordenación sacerdotal en 1907. Dadas las cualidades excepcionales que le adornaban, pronto fue nombrado canónigo de la catedral primada. El 20 de noviembre de 1922 fue elegido Obispo de Ciudad Real, donde hizo su entrada el 12 de agosto de 1923. Verdadero hombre de espíritu, que transmitía con sus obras y palabras, la actividad del nuevo prelado se extendió a todos los campos. Cuando la situación se complicó, sobre todo a mediados de julio de 1936, y peligraban las personas de Iglesia, algunos amigos ofrecieron al Sr. Obispo y a su familia la posibilidad de ponerse a salvo abandonando la diócesis, lo que no aceptaron. Como diría el Prelado: “mi puesto está aquí”. Nuevamente el día 26 ó 27 les ofrecieron la posibilidad de librarse, y su respuesta fue la misma: “aquí está mi puesto”. El 5 de agosto, un grupo de milicianos armados asaltaron el Obispado, donde él residía, y empezaron un registro meticuloso. El Sr. Obispo defendió el Sagrario de una profanación inminente. En un momento dado amenazaron con matar al Prelado, quien, de rodillas, les dijo “matadme”, pero no lo hicieron. El día 12 de agosto los echaron fuera del Obispado y los acogió una familia amiga, con quien permanecieron hasta el día 22. Ese día los milicianos asaltaron la casa y se llevaron al Sr. Obispo y a su secretario, que no opusieron la menor resistencia. Los condujeron por el camino de Peralvillo Bajo, hacia el río, donde los asesinaron disparándoles. D. Narciso tenía 53 años. Al día siguiente sus cadáveres fueron vistos por un testigo, que los reconoció. Llevados al depósito del cementerio, los colocaron en dos sencillas cajas de madera y los trasportaron a la sepultura del Cabildo, donde fueron enterrados.
El Beato Julio Melgar Salgado nació en Bercero (Valladolid) el 16 de abril de 1900, siendo bautizado el día 22. A los 10 años ingresó en el seminario vallisoletano donde conoció a monseñor Narciso de Estenaga y Echevarría, con el que entabló una profunda amistad. Fue ordenado sacerdote en 1924 por el mismo Obispo de Ciudad Real, don Narciso de Estenaga, quien le nombra su secretario. Durante sus doce años de vida sacerdotal fue servidor fiel y prudente, siempre al lado de su Obispo. El día 22 de agosto de 1936, los milicianos detuvieron al Obispo Estenaga y le dijeron al siervo fiel “puede usted quedarse”, a lo que el respondió “yo voy siempre a donde va el Señor Obispo” y como el Obispo iba al martirio, al martirio fue con él a los 36 años de edad.
Terminada la Guerra Civil Española, el 10 de mayo de 1940, fiesta de San Juan de Ávila, los restos del Obispo fueron trasladados a la Catedral y colocados en la Vía Sacra, mientras que los de D. Julio permanecieron en el panteón que el Cabildo tiene en el cementerio municipal. En la misa funeral participaron el Obispo de Coria, Fr. Francisco Barbado, que había pertenecido a la comunidad de padres dominicos de Almagro y que había sido consagrado Obispo precisamente por D. Narciso en el templo parroquial de la Madre de Dios de Almagro el 29 de junio de 1935, y el Obispo de Segovia, D. Luciano Pérez Platero, que pronunció la oración fúnebre.
Sobre la sepultura de D. Narciso se puso una losa sepulcral con una inscripción latina que en castellano decía: “Aquí yace el Excmo. Sr. D. Narciso de Estenaga y Echevarría, Prior de las cuatro Órdenes Militares, que echado a la fuerza de su casa, derramó su sangre por Dios y por su grey a la que no quiso abandonar en el furor de la guerra civil, el día 22 de agosto de 1936. Tú, que duermes en la paz del Señor, no nos desprecies a nosotros arrojados a las borrascas de la vida”. En los años noventa del pasado siglo XX, esta lápida, al encontrarse muy deteriorada, fue sustituida y su texto presentaba una insignificante diferencia con la inscripción primitiva.
El 20 de mayo de 1945, la Acción Católica levantó en el lugar de la muerte de ambos beatos, en Peralvillo, a pocos metros del Cerro de los Palos y casi bañado por las aguas del Bañuelos, un sencillo monumento que fue bendecido por el Vicario General, D. Pedro Fernández de Sevilla, que celebró la Santa Misa ante numerosos afiliados de Acción Católica, autoridades y la hermana de D. Narciso, sor Eloísa, superiora de las Siervas de Jesús de Murcia. Al construirse la Presa del Vicario, para no dejar el monumento sumergido, fue trasladado colocándolo un poco más arriba.
También el Ayuntamiento de la capital ofreció al Obispo mártir un testimonio de gratitud dedicándole una calle, la que limitaba por el este con el antiguo Seminario Diocesano de la calle Alarcos, conocida entonces como calle o callejón del Seminario, que ahora lleva el nombre de “Obispo Estenaga”.
Fue incoado el proceso de beatificación por martirio el 18 de enero de 1956, clausurándose en la fase diocesana el 27 de junio de 1958. La Positio fue entregada en la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos el 13 de enero del año 1995; pasó al Congreso de Teólogos, el 16 de marzo de 2004; el 21 de junio de 2005 a la Congregación ordinaria de obispos y cardenales. El Papa Benedicto XVI aprobó el Decreto de Beatificación el 28 de abril de 2007, realizándose ésta en la Plaza de San Pedro del Vaticano el 28 de octubre por el Cardenal José Saraiva Martins, Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, en nombre del Papa, junto a otros 498 mártires del siglo XX en España convirtiéndose en la más numerosa ceremonia de beatificación en la historia de la Iglesia Católica, a la que asistió una numerosa representación de nuestra provincia encabezada por el Obispo-Prior, D. Antonio Ángel Algora Hernando.
Terminada la Guerra Civil Española, el 10 de mayo de 1940, fiesta de San Juan de Ávila, los restos del Obispo fueron trasladados a la Catedral y colocados en la Vía Sacra, mientras que los de D. Julio permanecieron en el panteón que el Cabildo tiene en el cementerio municipal. En la misa funeral participaron el Obispo de Coria, Fr. Francisco Barbado, que había pertenecido a la comunidad de padres dominicos de Almagro y que había sido consagrado Obispo precisamente por D. Narciso en el templo parroquial de la Madre de Dios de Almagro el 29 de junio de 1935, y el Obispo de Segovia, D. Luciano Pérez Platero, que pronunció la oración fúnebre.
Sobre la sepultura de D. Narciso se puso una losa sepulcral con una inscripción latina que en castellano decía: “Aquí yace el Excmo. Sr. D. Narciso de Estenaga y Echevarría, Prior de las cuatro Órdenes Militares, que echado a la fuerza de su casa, derramó su sangre por Dios y por su grey a la que no quiso abandonar en el furor de la guerra civil, el día 22 de agosto de 1936. Tú, que duermes en la paz del Señor, no nos desprecies a nosotros arrojados a las borrascas de la vida”. En los años noventa del pasado siglo XX, esta lápida, al encontrarse muy deteriorada, fue sustituida y su texto presentaba una insignificante diferencia con la inscripción primitiva.
El 20 de mayo de 1945, la Acción Católica levantó en el lugar de la muerte de ambos beatos, en Peralvillo, a pocos metros del Cerro de los Palos y casi bañado por las aguas del Bañuelos, un sencillo monumento que fue bendecido por el Vicario General, D. Pedro Fernández de Sevilla, que celebró la Santa Misa ante numerosos afiliados de Acción Católica, autoridades y la hermana de D. Narciso, sor Eloísa, superiora de las Siervas de Jesús de Murcia. Al construirse la Presa del Vicario, para no dejar el monumento sumergido, fue trasladado colocándolo un poco más arriba.
También el Ayuntamiento de la capital ofreció al Obispo mártir un testimonio de gratitud dedicándole una calle, la que limitaba por el este con el antiguo Seminario Diocesano de la calle Alarcos, conocida entonces como calle o callejón del Seminario, que ahora lleva el nombre de “Obispo Estenaga”.
Fue incoado el proceso de beatificación por martirio el 18 de enero de 1956, clausurándose en la fase diocesana el 27 de junio de 1958. La Positio fue entregada en la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos el 13 de enero del año 1995; pasó al Congreso de Teólogos, el 16 de marzo de 2004; el 21 de junio de 2005 a la Congregación ordinaria de obispos y cardenales. El Papa Benedicto XVI aprobó el Decreto de Beatificación el 28 de abril de 2007, realizándose ésta en la Plaza de San Pedro del Vaticano el 28 de octubre por el Cardenal José Saraiva Martins, Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, en nombre del Papa, junto a otros 498 mártires del siglo XX en España convirtiéndose en la más numerosa ceremonia de beatificación en la historia de la Iglesia Católica, a la que asistió una numerosa representación de nuestra provincia encabezada por el Obispo-Prior, D. Antonio Ángel Algora Hernando.
En Ciudad Real, el sábado 4 de noviembre de 2007se celebro una Misa de Acción de Gracias en la Catedral, que comenzó con una procesión cuya comitiva la formaban el clero diocesano, Caballeros de las Ordenes Militares y representantes de diversas Órdenes religiosas, y que cerraba dos arquetas con los restos de los dos beatos y el Obispo portando el báculo que perteneció a Estenaga, y que lleva una miniatura de la toledana Virgen del Coro. En el transcurso de la misma las arquetas fueron depositadas debajo del Altar Mayor, que bien puede llamarse Altar de Confesión, porque ahí reposan los restos de los que murieron confesando su fe, sobre las que se pusieron una lapida que lleva el escudo del Obispo mártir con la siguiente inscripción: “Mártires de Cristo 22 de Agosto de 1936” y a ambos lados de la misma “Narciso Obispo” y “Julio Presbítero”.
Para terminar decir que, aparte de numerosos artículos publicados sobre la vida y martirio de D. Narciso, existe una biografía publicada sólo sobre él por la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) en 2004, escrita por D. José Jimeno Coronado y Francisco M. Jiménez Gómez. También existe otra biografía publicada en 2007 por EDIBESA, escrita por D. Francisco del Campo Real que recoge, aparte de la biografía de D. Narciso, la de D. Julio y nueve mártires diocesanos más.
Para terminar decir que, aparte de numerosos artículos publicados sobre la vida y martirio de D. Narciso, existe una biografía publicada sólo sobre él por la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) en 2004, escrita por D. José Jimeno Coronado y Francisco M. Jiménez Gómez. También existe otra biografía publicada en 2007 por EDIBESA, escrita por D. Francisco del Campo Real que recoge, aparte de la biografía de D. Narciso, la de D. Julio y nueve mártires diocesanos más.
Monseñor Estenegano fue obispo de Ciudad Real. Fue obispo titular de Dora y Prior de las cuatro Ordenes Militares, priorato que tenía su asiento en Ciudad Real.
ResponderEliminarLa diócesis de Ciudad Real se creó recién en 1980