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lunes, 24 de octubre de 2022

TRAS LAS HUELLAS DEL ALCALDE CEFERINO SAÚCO

 



Ceferino Saúco Díez (1851-1915) no fue un hombre cualquiera en su época, sino un intelectual que marcó la cultura finisecular y de los primeros años del XX en la ciudad que lo vio nacer, Ciudad Real. Su vasto legado como farmacéutico, político, periodista, escritor y actor aficionado estuvo significado por su carácter solidario y filántropo con las clases más desfavorecidas, a pesar de haber alcanzado puestos de gran relevancia a nivel nacional y provincial (fue diputado del Partido Liberal por Alcázar de San Juan -1881- y Ciudad Real -1884-), según destaca el principal biógrafo de su figura, su bisnieto Arturo Saúco Jiménez.

Fue profeta en su tierra, recibió diversos reconocimientos como hijo adoptivo (1911) y predilecto (1914) de Ciudad Real por su labor como alcalde de la capital (1909-1912), aunque durante casi un siglo desde que muriera fue un personaje desconocido para la memoria local. Hasta que en 2012 tres de sus biznietos, Arturo Saúco Jiménez, Jorge Jesús Saúco Ruiz y Francisca Palacios Ruiz, escribieron un libro (‘Ceferino Saúco Díez 1851-1915’) sobre su polifacético antepasado, editado por Almud Ediciones y el Centro de Estudios de Castilla-La Mancha, que repasaba la trayectoria vital y profesional de aquel ilustre ciudarrealeño. Ahora, una década después, Saúco Jiménez ha hilvanado otra publicación de edición propia, donde refleja la pertenencia de su ascendiente por tres reales academias (Farmacia, Bellas Artes de San Fernando e Historia) y por la Orden de la Beneficencia, entre otras instituciones.

Pero más allá de la recopilación de documentos y títulos, el también profesor de Administración y Dirección de Empresas jubilado cree necesario destacar la impronta que su bisabuelo dejó como regidor en la capital ciudarrealeña, donde vio la luz y murió en la casa familiar del número 6 de la calle La Mata.




Quien fuera fundador y director del periódico decano de la prensa manchega El Labriego (1877- 1920) y gobernador civil en las provincias de Tarragona, Gerona, Zamora y Santander, promovió en tres años de primer edil importantes proyectos, en su afán “de traer a Ciudad Real la vanguardia del progreso que vio fuera”. No sólo fueron obras, sino también visitas de personalidades como los escritores Jacinto Benavente y Valle Inclán (colaboraba en su diario), el general Aguilera, o el influyente ministro Rafael Gasset.

“Lástima”, lamenta el biógrafo, que la etapa más activa de Ceferino coincidiera con “una de las épocas más convulsas de la historia de España”, marcada por ‘el desastre del 98’. “La guerra de Cuba, agravada con la intervención de Estados Unidos, la insurrección de Filipinas, o el fin de la Regencia de María Cristina ante la mayoría de edad de Alfonso XIII, fueron hechos que influyeron en la política española a todos los niveles”, sostiene.

Saúco Jiménez hace estas y otras consideraciones en el recorrido que junto al diario Lanza ha realizado in situ en los principales proyectos impulsados por su bisabuelo Ceferino, como la Escuela de Artes, el nuevo mercado, la remodelación del Paseo del Prado y la Plaza Mayor, o la renovación del acerado y el alumbrado.

En parte para reivindicar una vieja petición de la familia para que el nombre de Ceferino Saúco Díez nomine una de las vías de la ciudad “por la que tanto hizo”. De hecho, no sólo su legado ha marcado la fisonomía de la capital, sino que sus restos, ubicados en el Cementerio municipal, conforman “un patrimonio de la memoria colectiva de la historia ciudarrealeña”. “Creemos, reitera Saúco Jiménez, que Ceferino se merece un poco más de recuerdo del que ha tenido en la capital”, y que “volviera a tener una calle (la de La Mata llevó su nombre)”. “No pedimos al Ayuntamiento que sea un espacio principal, sino un lugar que lo evoque”.


Las placas de Ceferino Sáuco y Carolina Ardile, su mujer / Carlos Díaz



1.- Cementerio

 

La visita se inicia en el camposanto ciudarrealeño, donde Ceferino Saúco Díez yace en un nicho, junto a su esposa, Carolina Ardila Sande, y tres de sus hijos, Araceli, Adelina y Alfredo.

En el recuerdo de dos piezas de mármol, delante de las que Arturo Saúco Jiménez deposita un ramo de clavelinas y un gladiolo, están inscritos los nombres del matrimonio con   tratamiento honorífico. Él, como ilustrísimo señor y la fecha de su muerte, el 1 de noviembre de 1915, y la viuda, con el registro de su deceso, el 16 de enero de 1928. Hasta esa fecha, los restos del alcalde estaban depositados en una tumba, pero ese año fueron trasladados a la fosa de pared al fallecer su mujer. También es el lugar donde se reunieron los restos mortales de sus tres vástagos desaparecidos prematuramente. Sobrevivieron Carolina y Arturo, quien es abuelo de Saúco Jiménez y padre de Arturo Saúco Escobar.

En este punto, el bisnieto vuelve a la reivindicación de dar luz al nombre de su antepasado reiterando su llamada al Ayuntamiento. “Aquí reposan las cenizas de un hombre que fue ilustre y consideramos que forma parte del patrimonio cultural y social capitalino, al que se podía dar más proyección con la recuperación de su memoria, sobre todo tras la publicación de dos libros sobre su figura”, comenta el exdocente delante de las placas funerarias, donde también hay dos fotos de su padre y abuelo, junto a una figura en miniatura de un Jesús Cautivo.




2.- Escuela de Arte

 

La Escuela de Artes y Oficios de Ciudad Real es otro de los emblemas que dejó Ceferino Saúco. Proyectada en 1911 junto al ministro de Fomento Rafael Gasset para impartir enseñanzas a los obreros, se instaló en el número 3 de la calle la Mata. Tras 111 años de vida, la actual Escuela de Arte ‘Pedro Almodóvar’, ubicada en la Plaza de la Provincia desde 1962, cuenta con estudios de distintos niveles -Bachillerato, ciclos medios o enseñanzas artísticas superiores-.

El guía de la memoria de uno de los alcaldes más dinámicos de principios del siglo XX recuerda que la institución fue creada por Real Decreto en 1911 (en base al RD de 1901 de creación de escuelas de Artes e Industrias), cuando Ciudad Real contaba con 15.000 habitantes, el 20 por ciento de los 75.000 actuales.

“Ceferino tuvo claro que iba a intentar modernizar su tierra con los proyectos más vanguardistas que veía en otros territorios, reitera el heredero del regidor, al haber sido gobernador civil de varias provincias catalanas, castellana y del norte, y senador por Ciudad Real en Madrid”.

Se creó una comisión organizadora, presidida por el propio Ceferino, como alcalde, y compuesta por José Medrano Rosales, comisario regio y amigo personal de Gasset, Clemente García, director del Instituto General y Técnico, un representante de la escuela Normal de Maestros y Maestras, el abogado José Cendrero y el político y periodista Emilio Bernabéu.

Así lo recoge el libro editado en el centenario de la escuela, que señala que “fue pensada para el aprendizaje de oficios, más que para la enseñanza del arte”.




Los primeros planes de estudios estaban enfocados a los oficios artesanos, relacionados con la construcción o el ferrocarril, y también dibujo artístico, y clases de gramática, caligrafía, y de elementos de Historia del Arte. Incluso hubo un taller para las Enseñanzas de la Mujer.

El edificio, propiedad de Medrano, con esquina a la calle Alcántara, tenía 560 metros cuadrados, y se distribuía en dos plantas (25 metros de altura) en espacios para la ebanistería, vaciado y modelado, y otras salas de dibujo por las que pasaron nombres como José Vázquez Úbeda (fue director), hermano del conocido pintor Carlos Vázquez.

En la actualidad, tras los grandes cambios en la concepción de los currículums académicos, “se desarrollan cantidad de oficios como decoración, pintura, arte gráfico, y diseño gráfico con ordenadores”, celebra el mismo interlocutor.

“La escuela de Artes es otra prueba de cómo Ceferino fue desarrollando otro concepto de urbanidad”, asegura Saúco Jiménez, teniendo en cuenta que la capital en aquella época “era más pueblerina que ciudad”.




3.- Mercado de abastos

 

1911 también fue el año de inauguración del mercado de abastos ‘Nuestra Señora del Prado’. Vino a reformar las anteriores dependencias, “insalubres y obsoletas”, y facilitó las compras domésticas de la ciudadanía con unas instalaciones más “cómodas y embellecidas”.

El nuevo edificio “corrigió los problemas de higiene e insalubridad” que había en localizaciones anteriores tanto en los puestos como en los lugares de evacuación de los residuos. Por ello, su inauguración en el mes de agosto fue todo un acontecimiento. Tal y como reflejó La Correspondencia de España (Saúco era director de El Labriego, que fundó en 1877, con una larga vida como decano de 46 años) el acto estuvo presidido por “un gran entusiasmo” entre la población. Saúco Díez “recibió multitud de felicitaciones”, según el diario, y el recinto fue bendecido por el obispo y prior de las Órdenes Militares, Remigio Gandasegui, “con un discurso elocuente, no menos que los de los señores  (Julián) Arredondo, diputado provincial por el distrito de Almadén, (Emilio) Bernabéu, director de El Labriego, y Maldonado”.

“Fue fiesta fui un día muy bueno para para la población de Ciudad Real, y para otros representantes institucionales como los directores de otros periódicos de la época”. Aquel día fausto queda fijado para la familia de los Saúco, principalmente asentada en Málaga, en una placa de mármol con la fecha de apertura del establecimiento de venta de alimentos, ubicado en la calle Postas, y el nombre de Ceferino como promotor del mismo. La plancha la guarda un primo de Saúco Jiménez.

En la actualidad, y tras varias reformas, el mercado cuenta con puestos de carne, pescado, conservas y salazones, frutas, dulces, encurtidos, quesos y aceites.

 



4.- Paseo del Prado

 

Y junto al saneamiento, el embellecimiento fue la otra cara de las transformaciones urbanas impuestas por los políticos de la época. “Una de las cosas en las que Ceferino se empeñó en su etapa de alcalde de Ciudad Real fue en reformar y embellecer los parques y los paseos de la ciudad”, suscribe su descendiente en el actual pulmón verde de la capital, al pie de la catedral.

El Paseo del Prado fue objeto de estas mejoras, con nuevas instalaciones para el uso que los ciudarrealeños daban al espacio verde como solárium. “Lo transformó poniéndole otros materiales para que fuera un lugar de recreo para todos los habitantes”. Las obras, para Saúco Jiménez, dieron sentido al carácter actual, como centro de juegos y descanso, y para disfrute de las familias los días de fiesta, tras las celebraciones religiosas en el templo anexo, dedicado a la Virgen del Prado.

Otra de las mejoras introducidas en el mapa urbano ciudarrealeño fue “el cambio de las columnas antiguas de mampostería por otras de hierro” en la que era Plaza de la Constitución -se denominó así en 1820-, actual Plaza Mayor, además “de embellecer y modernizar” otras partes del entramado capitalino.

Según el catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), Félix Pillet Capdepón, ese céntrico espacio, núcleo de la sociedad local, fue optimizado con el Plan de decoro y mejora (1850) desarrollado “que hubieron de sufragar los vecinos que habitaban los tres lados de la plaza (no estaba cerrada por el nuevo ayuntamiento)”. Así lo recogió el investigador en la presentación de la exposición ‘La evolución de la Plaza Mayor de Ciudad Real: cambios de denominación y sucesivas agresiones’ en 2016. “Unos años después, relató Pillet, la vieja Casa Consistorial (la del arco) fue declarada en ruina (1865), lo que obligaría a trasladar sus pertenencias, de forma provisional, al número 6 de la calle de la Mata, en una casa propiedad del Ayuntamiento”. Curiosamente, esta casa es la de la familia de Ceferino, y donde el exalcalde ciudarrealeño nació (19-9-1851), murió (1-11-1915), y tuvo su domicilio durante 64 años.




Igualmente, Saúco Jiménez destaca el don de gentes de su célebre antepasado siendo alcalde, a la hora de atraer a figuras ilustres del momento como el escritor Jacinto Benavente, cuyo secretario personal era el sobrino carnal de Ceferino, Ernesto Pérez de Inestrosa Saúco. Igualmente, “Valle Inclán empezó de articulista en El Labriego donde Ceferino lo acogió”, así como nada más llegar al Consistorio “recibió al general Aguilera también”. El Diario de La Mancha recogió el 26 de noviembre de 1909 esta visita, informando del bando municipal publicado por el Ayuntamiento, en el que instaban a los vecinos de las calles anexas a la estación ferroviaria a engalanar estos espacios para recibir “al valeroso caudillo”. Se alojó en casa del alcalde durante unos días y se celebraron banquetes en su honor, con las principales autoridades civiles y militares.

El profesor jubilado también destaca las crónicas de aquellos años, con alabanzas a su bisabuelo, por la gestión implementada en la ciudad y sus proyectos urbanísticos de reformas porque “estaba obsesionado con la modernización”.

Y también dan cuenta de su “carácter íntegro”, incluso con la Iglesia. El País contaba el 14 de junio de 1910 que se enfrentó al obispo Remigio Gandasegui, cuando éste en una carta mostró su malestar por “dar la Comunión en la cárcel” y “menospreció a los concejales presentes”.

Ante las razones del prelado y prior sobre el derecho canónico y la autoridad máxima de la iglesia en los actos litúrgicos, Saúco le contestó que las ordenanzas municipales recogían a la autoridad civil como superior representación en ese tipo de actos y, por tanto, la Corporación no hacia sino dar cumplimiento a su normativa.

“Lástima”, se queja el bisnieto de Ceferino que éste tuviera que vivir “el entorno convulso y efervescente” de España en esos momentos, “con las guerras de Cuba y EEUU, y el inicio de un nuevo reinado”. “Hubiera sido mejor un escenario más tranquilo”, opina el biógrafo.

Jiménez Saúco también presume del busto que guarda como oro en paño del Santísimo Cristo de Limpias realizado para Saúco Díez, cuyo original está en la catedral de Toledo, del que “decían que lloraba sangre y que fue bendecido por varios obispos de Ciudad Real”.




5.- Número 6 de la Calle de La Mata

 

La visita acaba en el actual número 6 de la calle de La Mata, donde se supone estaba ubicado el caserón de los Saúco Díez y que a tanta gente insigne acogió.

“Aquí vivió y murió quien fue gobernador civil de cuatro ciudades, farmacéutico honorario de la Casa Real, con el Rey Alfonso XII, y gran reformador de Ciudad Real”, resume su descendiente del ilustre manchego.

En este punto, presume de la bonhomía del alcalde número 19 de la ciudad, que puso de manifiesto, entre otras ocasiones, en el año 1885 cuando llegó el cólera a Ciudad Real. “Tenía su farmacia en la calle Cuchillería y, aparte de regalar los medicamentos para curar a las personas que se habían contagiado que no podrían costear, también se dedicó a acarrear al cementerio los cadáveres que se encontraba por la calle para darles cristiana sepultura”.

Esta entrega y participación activa para con sus conciudadanos “le valió el reconocimiento posterior de la Cruz de primera clase de la Orden de la Beneficencia”, y que lo nombraran caballero de la Real Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, entidad con una larga historia en la Comarca de La Mancha, muy dinámica en la actualidad con foros de estudio.

Precisamente, dichos nombramientos centran el segundo libro que ha escrito Saúco Jiménez, y que presentará el 9 de junio en el Convento de la Merced, junto a Julio Chocano, de la mano de la Asociación Amigos del Museo de Ciudad Real – Convento de La Merced, donde “aparece Ceferino como miembro de varias reales academias y de la Orden de la Beneficencia”, con la reproducción de los documentos originales de su afiliación.

Otro de los capítulos trata de su nombramiento como jefe superior de la Administración Civil del Estado, con la consideración de usía Ilustrísima, y como director general de Hacienda. “Este cargo trasladado al día de hoy estaría en un escalafón alto, por debajo del ministro”, indica Saúco Jiménez, quien señala que podría haber ocupado los estamentos más altos de los ejecutivos del momento, tal y como recogió la prensa histórica.

“No quiso entrar en el Gobierno de Cánovas del Castillo, con Francisco Romero Robledo (jugaron un papel clave en el sistema de alternancia de partidos en la Restauración), y se quedó con la consideración de jefe superior”, además “de todos los cargos y todas las iniciativas que tomó y desarrolló para mejorar la vida de los ciudadanos de Ciudad Real, una tierra a la que amaba profundamente”.

 

Fuente: https://www.lanzadigital.com/provincia/tras-las-huellas-del-alcalde-ceferino-sauco/




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