"Se podría llamar de otra manera", pero eligió Rayo porque en este concepto está presente una "síntesis de fuerza, luz, sorpresa, esperanza y también porque el rayo tiene muchos significados. Atemoriza, pero también induce a la esperanza de la fertilidad. Es un anuncio, que siempre es algo bienvenido, de buenas nuevas".
Así explicó el escultor Federico Silva los motivos del nombre de su nueva escultura inaugurada ayer en la plaza que el Ayuntamiento le ha dedicado, junto al nuevo Conservatorio de Música.
A algunos puede
recordar a una mariposa por sus ovalados agujeros por los que entra la luz,
mientras que a otros les recuerda estos huecos de la colosal escultura al queso
gruyere. A Silva estas impresiones le parecen bien. Es ahí donde interviene ya
la relación del espectador con la obra y es el momento cuando "la obra
empieza a tomar sentido, cuando la gente se la apropia y la nombra de alguna
manera", apreció el también creador del Quijote Azteca que acudió a la
inauguración de Rayo acompañado de su esposa, María Esther González.
Frente a la escultura de Rayo, descubrió una reproducción de una de sus simbólicas figuras de inspiración azteca, bajo la cual se halla la placa en su honor que, según destacó la alcaldesa, Rosa Romero, será testigo permanente de la admiración de Ciudad Real por la obra de Silva.
Romero, que agradeció al anterior alcalde, Francisco Gil-Ortega, y concejal de Cultura, Rafael Romero, su esfuerzo e implicación para que esta nueva pieza de Silva llegara a Ciudad Real señaló que las esculturas al aire libre no sólo contribuyen a hacer más bellos los espacios públicos, sino que les dan identidad, transmiten emociones y entablan un diálogo con las personas que las presencian.
También felicitó
la alcaldesa la profesionalidad de todos los trabajadores del Ayuntamiento,
dirigidos por el arquitecto municipal, Emilio Velado, que han materializado a
su tamaño final el proyecto ideado por Silva, y resaltó que la nueva propuesta
del artista mexicano es una pieza de madurez que invita a la reflexión, no deja
indiferente y con la que se incrementa el patrimonio cultural de la ciudad y se
estrechan los lazos de hermandad entre España y México.
La edil de Cultura, Lydia Reyero, también destacó la calidad de esta pieza transitable, ya que su alzado crea arcos por los que pasar por debajo, y de imponente tamaño, al medir más de doce metros de altura.
Para el escultor
mexicano, que subrayó el crecimiento experimentado en los últimos años por la
ciudad con nuevos espacios en los que a su juicio las creaciones artísticas
deben estar presentes, la materia íntima del arte "revive" cuando
hace contacto con el espectador y es en ese momento cuando "traslada la
fuerza de lo espiritual que contiene. Su esencia pasa del objeto al sujeto y se
manifiesta la fuerza espiritual del arte, cumple con su contenido".
A.R. Diario
“Lanza”, miércoles 7 de noviembre de 2007
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