Antes de venir a España, la escultura 41 del "Quijote Azteca" había estado, había estado expuesta en la fachada del Palacio de Bellas Artes de México, formando parte de una gran exposición titulada "Nuestra Batalla". En ese conjunto de esculturas, entre las que se encontraban otras obras del escultor Federico Silva, ocupando un lugar principal, frente a la fachada, se situaba la figura de "Lepanto". ate era el primer nombre de la escultura que de ese modo emprenderá un largo recorrido hasta situarse, en nuestra rotonda de Ciudad Real. Su primer nombre pronto se cambiaría por el de "El Retorno de Don Quijote", aludiendo claramente a la nueva visión futurista, que sobre el personaje Cervantino ofrecía la escultura. Para cuando la escultura fue instalada y la placa inaugural descubierta, ya no quedaba duda de su nombre, era "Don Quijote de la Mancha". Pero ha sido "Quijote Azteca" el nombre que en la actualidad parece que ha cristalizado como el más habitual y cotidiano.
Pero no fue sólo su nombre el que se fue transformando a lo largo del espacio y del tiempo. Cuando se llamaba "Lepanto", un sencillo pedestal la sustentaba al alcance de los visitantes en la Plaza de Bellas Artes. Cuando su destino era Ciudad Real "El Retorno de Don Quijote", se presentaba sobre un pedestal diseñado por el propio escultor y en cuyo croquis se especificaban las características y dimensiones de dicho basamento. Pero con la designación del lugar, se cambiaron totalmente las proporciones y los planteamientos para su instalación, pero también se determinó su nombre "definitivo" ("Don Quijote de la Mancha").
La proporción de
la rotonda hizo necesario un basamento mucho más alto. Para ello se optó por la
solución de barrotes de hierro separados que permitían diferentes visiones, a la
vez que una cierta transparencia. El basamento se elevó hasta los 6 metros,
luego la figura del Quijote y, frente a ella la lanza que también fue
prolongada 3 metros más. La iluminación se hizo desde un sólo punto para acentuar
las sombras y reforzar la sensación de dramatismo. Se respetaron los dos
árboles existentes y toda la rotonda se cubrió de roca basáltica. Nada más.
De la imagen tradicional del Quijote, como diría Carlos Montemayor, "sólo ha permanecido su esbeltez. No hay adarga ni rocín, espada ni yelmo; no hay escudero que lo siga. No hay tristeza ni locura. Hay una actitud retadora, una osadía orgullosa, un aliento. triunfante. Es una imagen del valor, del reto, del que se sabe vencedor ante la próxima batalla". Por ello no hay nada más en la rotonda, sólo la roca desnuda sobre la que se eleva su figura.
Pero el paso del tiempo también ha influido, las rocas se han asentado, el color se ha armonizando con el de la escultura y entre ellas han surgido, no sin intención, plantas puntiagudas, agrestes y ásperas, "yucas" y "pitas", propias del paisa- je mexicano. Es, sin duda, el reflejo de su último nombre, "Quijote Azteca". También el escultor ha cambiado en estos 10 últimos años. El Maestro Federico Silva, en su nueva escultura monumental, ha roto con su imagen anterior. La escultura "Rayo" que pronto veremos instalada en la parte posterior del Nuevo Conservatorio, es el resultado de una nueva búsqueda artística. Va a ser la primera obra monumental perteneciente a este nuevo lenguaje expresivo. No vamos a poder reconocer ni las formas, ni los materiales, ni las geometrías, ni a los personajes a los que hasta ahora estábamos acostumbrados.
La capacidad de innovación que le ha acompañado toda su vida, no la ha perdido con la edad. Como él mismo decía en una de sus últimas entrevistas,... que hay artistas que encuentran una fórmula que repiten toda su vida y tienen mucho éxito, pero dejan de hecho, de estar vivos como artistas. No importa que tengan mucho éxito y ganen mucho dinero. Estar vivo es estar atento y sensible a las cosas que le pasan a uno internamente a lo que pasa fuera.
Por esa razón la
escultura "Rayo" se separa de lo conocido hasta ahora y se sumerge en
el universo de la abstracción. También su materialización va a ser totalmente
distinta a la anterior. El Quijote Azteca fue construido en México y después de
un difícil y costoso traslado fue acomodado e instalado en C. Real.
En este caso, sin embargo, tras una toma de datos de la maqueta en México y a través de Internet, hemos mantenido la comunicación suficiente para llevar a la práctica la construcción del Proyecto de escultura diseñado por Federico Silva y ejecutado íntegramente en Ciudad Real por los servicios municipales.
La escultura que en estos días se está instalando, está fabricada con doble chapa de acero cortén y refuerzo interior de perfiles de acero estructural, con lo que resulta un espesor de 13 cm. La altura total de escultura es de 12 metros y su desarrollo en horizontal de 14 metros.
Se trata de su última obra, su obra más nueva, su tendencia actual. No se trata de un paso más en su forma de creación ya consolidada, se trata de una nueva vía, de un nuevo lenguaje de creación estética.
La silueta de "Rayo" pronto se recortará, en el cielo nocturno de C. Real, como un látigo de luz. Sus formas se pliegan en diferentes planos y curvas, hasta finalizar en un vértice agudo que se aproxima hasta la tierra y la toca.
Es por lo tanto la primera obra, que se instalará en el mundo de estas características y ha sido Ciudad Real el lugar elegido para que sea colocada esta primera obra abstracta, correspondiente a la nueva fase creativa del maestro Federico Silva.
Con esto termina
la primera parte de la obra escultórica, ahora le toca al espectador observar,
descubrir, interpretar…
Emilio Velado
Guillen. Diario “Lanza”, Miércoles 24 de octubre de 2007
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