Los dominicos se establecieron en Ciudad Real sobre la Sinagoga Mayor Judía, que con motivo de las persecuciones que habían ocurrido en 1391 fue convertida en iglesia bajo la advocación de San Juan Bautista. Sinagoga que el rey Enrique III en 1393, justamente con el fonsario de los judíos, dono a Gonzalo de Soto, Maestresala del citado monarca, quien cinco años más tarde, en 1398 se la vendió al vecino de Villa Real Juan Rodríguez de Villa Real, tesorero mayor del Rey, en Toledo por diez mil maravedíes. Este, a su vez, en enero de 1399, hacía la donación de la Sinagoga y de unas casas anejas y varias heredades, al prior del convento de San Pablo de los dominicos de Sevilla, Fray García de Sevilla, quien aceptó la construcción de un convento en nuestra ciudad con la obligación de cumplir ciertas memorias por la intención de los fundadores, a quienes se hicieron seis sepulturas con proximidad inmediata al altar mayor y que a la iglesia de dicho convento se diese la advocación de San Juan Bautista en memoria del donante. Todas estas clausulas se encontraban recogidas en una escritura pública con fecha en la ciudad de Toledo a 29 días del mes de enero de 1399 y que conservaba el monasterio ciudadrealeño. El convento de los dominicos en nuestra ciudad ocupaba toda la manzana de la actual calle del Compas de Santo Domingo.
Pocos años después de su fundación, el convento recibiría al dominico San Vicente Ferrer, que llegaría a Villa Real el 12 junio de 1411 procedente de Alcaraz (Albacete), estando seguro en nuestra ciudad el día 14 de junio y permaneciendo en ella hasta su marcha a Toledo, cuya entrada se produciría el día 30 de junio después de haber comido en Nambroca. Su visita formó parte de una campaña de predicación castellana iniciada en el Reino de Murcia en enero de 1411 y que terminaría en abril de 1412.
Por los lugares por donde pasó y predicó fray
Vicente, fueron numerosas las cofradías y hermandades que se fundaron. De su
visita a Ciudad Real, seguramente proceda la fundación en el convento de los
dominicos de la desaparecida Hermandad de la Vera Cruz, hermandades que se
fueron extendiendo por toda la península ibérica durante los siglos XIV y XV.
El objeto de este tipo de hermandades era la contemplación de la Pasión del
Señor y la práctica de la penitencia como identificación con Cristo paciente y
expiación por los pecados propios y de la humanidad, en general. Tenían dos
tipos de cofrades, los de disciplina -o azote, o de sangre- y los de luz. Los
primeros estaban obligados a disciplinarse en las celebraciones establecidas
durante el año, y los segundos los acompañaban en las procesiones.
Sabemos que en el año 1560 ya existía la Hermandad de la Vera Cruz, porque en ese año Felipe II estuvo en Semana Santa en el Sacro Convento de Calatrava la Nueva y cruzó por Ciudad Real, siendo cumplimentado por el corregidor y los priostes de la Cofradía de Flagelantes de la Santa Vera Cruz. Por un documento que se conserva en el Archivo Histórico Nacional, dos años después en 1562, esta cofradía llegó a un acuerdo con la comunidad de dominicos, en la cual estos cedían unos terrenos en los cuales la cofradía “edifiquen en la yglesia de el dicho convento una capilla que se nombre San Juan de Letran y traygan y pongas en ella las bulas de las gracias e ynduligencias de la iglesia de San Juan de Letran de Roma”. En esta capilla se enterrarian los cofrades, sus mujeres, hijos y criados. También la cofradía edificaría una sala como lugar de reunión “hacer sus cabildos y vestirse el Jueves Santo u otro cualquier día que ovieren de salir en procesión”.
La Cofradía de la Ver Cruz procesionaba el Jueves Santo y en la procesión formaban los “cofrades en disciplina” los hermanos de luz acompañados “con todos los mas frayles que el dicho convento pudiere dar”, y entre las imágenes que sacaban a la calle se encontraba el paso de Nuestra Señora de la Piedad.
No sabemos en el año en el que se extinguió la cofradía, pero en las constituciones de la Hermandad de Nuestra Señora de la Piedad del año 1657, se hace aún referencia a la Cofradía de la Vera Cruz que procesionaba el Jueves Santo por la noche, por lo que posiblemente la cofradía se extinguiera en las últimas décadas de este siglo XVII, ya que en el siglo XVIII no encontramos datos de la misma.
Por lo que la extinguida Cofradía de la Vera
Cruz del Convento de frailes de Santo Domingo, fue el germen de
las cofradías de penitencia de la Semana Santa de Ciudad Real.
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