La historia de Ciudad Real está ligada a la
historia de la Virgen del Prado, patrona de esta ciudad, desde un 25 de mayo de
1088, festividad de San Urbano, cuando según la leyenda la Santísima Virgen se
apareció en un prado en el pequeño caserío de labriegos del Pozuelo Seco, anexo
de Alarcos, situado en el borde de camino que une Toledo con Andalucía, ubicado
próximo a la hoy Plaza del Pilar en Ciudad Real. Desde entonces aquella imagen
se llamó del Prado, y alrededor de su primitiva ermita fue creciendo Ciudad
Real, primero como Villa Real en 1255 siendo fundación de Alfonso X el Sabio, y
a partir de 1420 como Ciudad Real en tiempos de Juan II de Castilla.
La pequeña ermita que levantaran los habitantes
de Pozuelo Seco con el paso de los años, y al fundar Alfonso X el Sabio Villa
Real, pasaría a ser parroquia. En el año 1600, Alejandro VII, en el sexto año
de su Pontificado, eleva a la parroquia de Nuestra Señora Santa María del Prado
a sede arciprestal, y dos siglos largos después, el Papa Pío IX, por las letras
apostólicas «Av Apostolicam» de 18 de noviembre de 1875, erige, en la provincia
de Ciudad Real, el Priorato de las Ordenes Militares de Santiago, o Calatrava,
Alcántara y Montesa, por lo que la Sede Arciprestal de Nuestra Señora Santa
María del Prado pasa a ser sede o Iglesia prioral. En tiempos del Papa Pablo
VI, a instancias del obispo prior don Juan Hervás Benet, quien por letras
apostólicas de 25 de febrero de 1967, otorga al «Templo Prioral Clúniense,
dedicado a Dios en honor de la Bienaventurada Virgen María del Prado, el título
y dignidad de Basílica menor con todos los derechos y privilegios anejos a los
templos designados con este nombre». Finalmente, también por bula pontificia
«Constat Militarium» de Juan Pablo II de 4 febrero de 1980, ejecutada el 5 de
marzo de 1981, se eleva a la Prelatura Cluniense o Priorato de las Ordenes
Militares a la categoría de Diócesis, sufragánea del Arzobispado de Toledo, con
el título de Diócesis Civitatis Regalensis -Diócesis de Ciudad Real-;
adquiriendo, por ello la Basílica Menor de Nuestra Señora Santa María del
Prado, la dignidad de Catedral.
Aunque la devoción a la Virgen del Prado está ligada a la fundación de nuestra ciudad, a lo largo de los siglos los ciudarrealeños tuvieron gran devoción a las imágenes marianas de la Virgen de Alarcos y de la Blanca, junto a la del Prado, predominando en los siglos XV y XVI la de Alarcos y la Virgen de la Blanca sobre la del Prado. D. Inocente Hervás y Buendía en su Diccionario Histórico de la provincia de Ciudad Real nos dice que “En los libros Capitulares de este Ayuntamiento hemos visto, que en todo el siglo XVI en sus aflicciones y calamidades, como la falta de lluvias, enfermedad endémica de este país, acordaba novenarios de rogativas en sus dos primeros tercios a Nuestra Señora de Alarcos y de la Blanca, alternando en el último con la del Prado. En el siglo XVII ya va predominando su devoción, a la vez que decaen las de los demás”.
Fue alrededor de la devoción a la Virgen del
Prado cuando surgen las fiestas de agosto en torno a su día 15, día que
Iglesia Católica celebra la elevación en cuerpo y alma de la Virgen María desde
la vida terrena hasta el cielo. Nos dice Inocente Hervás en su diccionario que
ya en el siglo XVII “…el ayuntamiento decretaba anualmente el empleo de
cantidades respetables para su fiesta principal de 15 de Agosto, que una
comisión de su seno distribuía en lo que correspondía a la función religiosa y
regocijos populares. Consistían éstos en la feria, que atraían gran
concurrencia, y toros, espectáculo muy querido por sus vecinos…”.
Aunque fue durante el siglo XVII cuando
predominó la devoción de la Virgen del Prado sobre las otras devociones
marianas de la ciudad, ya reseñadas anteriormente, no fue hasta el siglo XVIII
cuando el Concejo de Ciudad Real realiza un Voto a la Virgen del Prado. Los
libros capitulares del Concejo de Ciudad Real recogen entre sus acuerdos del 23
de junio de 1763, que todos los años se celebrará con toda festividad y
devoción la de la APARICION DE NUESTRA SEÑORA DEL PRADO SU PATRONA, FUNDADORA Y
RESTAURADORA DE LAS DOS CASTILLAS, quedando desde aquella fecha incluida
esta nueva fiesta entre los numerosos Votos, que cumplía esta ciudad.
El título de “Restauradora de las dos
Castillas” proviene del hecho de atribuirle a la intercesión de la imagen de la
Virgen del Prado, en el siglo XI, cuando la imagen de la Virgen se encontraba
en posesión de los Reyes de Castilla y León, la toma de Toledo por Alfonso XI
en 1085. En aquel siglo la imagen de la Virgen del Prado se llamaba de los
Reyes (Leer la historia de la Virgen del Prado).
Según el historiador de la Virgen del Prado
Fray Joaquín de la Jara, en su “Historia de la imagen de Nuestra Señora del
Prado”, antes de que el Concejo de Ciudad Real realizara el Voto a la
Virgen del Prado en 1763, en la festividad de la aparición de la Virgen se
oficiaba una función religiosa que era costeada por devotos particulares que se
ofrecían espontáneamente. Sigue diciéndonos este historiador, que fue a partir
del año 1763 cuando se comenzó a celebrar el novenario que comienza el 17 de
mayo y termina el día 25 en el día de San Urbano.
Actualmente la Ilustre Hermandad y Corte de
Honor de Nuestra Señora del Prado, junto al Cabildo Catedral, organizan todos
los años la Novena en honor a la Virgen del Prado, que termina el día 25 con
una solemne función presidida por el Excmo. Señor Obispo-Prior, con asistencia
de una representación de nuestro ayuntamiento.
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