Con la bula fundacional del Obispado
Priorato “nullius” de las Ordenes Militares, establecía en su artículo 14 que debía
crearse cuanto antes un seminario para clérigos según las disposiciones del
Concilio de Trento. El Gobierno Español se comprometía a proporcionarle una
casa y a dotarlo con una asignación económica de 90.000 a 120.000 reales para
sus gastos.
El primer Obispo Prior, D. Victoriano
Guisasola Rodriguez, puso su empeño en erigir el Seminario Conciliar, y aunque
en un primer momento se barajó la posibilidad de adaptar el desaparecido
Hospital de San Juan de Dios de la calle Ruiz Morote, se optó al final levantar
un edificio de nueva planta en un solar de 9.075 metros cuadrados, llamado
Huerto del Moral, y que estaba formado por las calles de Alarcos, Olivo y
Lentejuela. Lo había comprado a doña Bárbara de Bustamente y Campaner, que en
obsequio a la finalidad de la compra, rebajó 2.000 reales su precio.
Hizo los planos el arquitecto diocesano,
que era también provincial y municipal, D. Vicente Hernández. El edificio, que
ocuparía una superficie de 4.216 metros cuadrados, quedando el resto para patios
y lugares de recreo, sería de dos plantas, formando un rectángulo con tres
patios interiores, uno en el centro y dos laterales. La planta alta se
destinaba para habitaciones, y la baja para locales de uso común (clases,
biblioteca, gabinetes, comedores, etc.). La Capilla formaba un cuerpo especial
frente a la entrada, pero en la parte opuesta a la fachada. Esta era de
elegante sencillez, de ladrillo visto, precedida de una franja ajardinada
protegida con verja, y daba a la calle de Alarcos.
La bendición de la primera piedra,
fijada para el 19 de marzo de 1882 y retrasada a causa de una tormenta que
descargó sobre Ciudad Real, se celebró con toda solemnidad al día siguiente, en
presencia del Cabildo Prioral, Autoridades provinciales y locales, y más de
2.000 fieles. El Obispo, presentado ya para la sede de Orihuela, escribió una
carta a los fieles, en la que calificaba el hecho de “la satisfacción más pura
al cabo de 5 años al frente de la diócesis”.
Como con los 20.000 duros ahorrados por
Guisasola, no fueron suficientes para la obra, ni se obtuvieron una subvención
gubernamental solicitada, el segundo Obispo Prior Dr. Cascajares, aconsejado
por la Junta de Obras del nuevo Seminario, decidió el 12 de mayo de 1883 pedir
un empréstito a sus diocesanos, por valor de 200.000 pesetas, en 1.600 títulos
de 125 pesetas, con un interés anual del 5 por 100, amortizable en 12 años, con
cargo a las dos terceras partes de la dotación estatal anual para el Seminario.
Los títulos llevan fecha 1 de julio de 1883 y van firmados por el Obispo, por
el Rector Piñera y por los Diputados de Hacienda León Rivas y Torres Asensio.
Forman cuatro gruesos volúmenes que se conservan casi como reliquia en la
biblioteca del Seminario.
Aunque el coste del edificio se elevaría
a 2.000.000 de reales, con este sistema y con algún donativo de la Diputación,
las obras tomaron un ritmo acelerado, lo que permitió al mismo Obispo
Cascajares habilitar ya algunas cátedras y al Vicario General S. V. Sr. Martín
Lunas trasladar todas las clases al nuevo edificio el 1 de octubre de 1886,
reservando la inauguración del internado, ya anunciada para este curso, a la
venida del Obispo Rancés, que, después de algunas reformas, lo abrió el primero
de octubre del siguiente curso 1887-88. A la inauguración solemne asistieron,
con el Obispo, las Autoridades provinciales, una comisión del Ayuntamiento,
otra del Instituto, el Profesorado de la Normal, el Claustro del Seminario y
varios capitulares. El Boletín del Obispado, no ha tenido lugar un suceso de
tantos interés y trascendencia en el orden eclesiático”, y el Obispo afirmó que
en el Seminario veía cifradas “la existencia, la vida y la prosperidad de esta
Diócesis Priorato”.
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