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miércoles, 24 de marzo de 2021

LA SEMANA SANTA DE CIUDAD REAL EN “MUNDO MANCHEGO” (II)

 



SEMANA SANTA MANCHEGA

…Y la mañana abrileña se hizo fría. Hosca para secar la tierra. Más renunciación en el paisaje terso. Los molinos caducos están más caídos en su agonía. El viento canta un miserere y es toda la torre, que se yergue al cielo una oración de piedra. Nunca el escenario de la Mancha, que para la Semana Santa. Callaron las coplas de los zagales campesinos y se respira por las calles, hirientes de guijarros, un olor a Viernes Santo. Ese día es triste, oscuro; los chicos lo saben; no juegan; forman rueda, junto al corro de hombres maduros, que han sacado del cofre el traje negro y esperan en la puerta de la iglesia la hora de los Oficios. El aire pega más a los cuerpos la parda capa de los viejos varones, llenos de solemnidad, con sus cayados que conocordes les acompaña. Son los “dolorosos”. En la noche por las calles amargas y estrechas irán con sus velones que se derriten en lengua de fuero. Entonces…

…Redobla el tambor y golpea los corazones. Las ventanas, ojos de luz, se abren para asomar unas cabecitas infantiles asustadas: Callad. Silencio. Que la Virgen llora. Ha muerto el Señor. Míralo cómo pasa, a hombros dolidos, en balanceo de angustia, tendido y sangrante en una urna elevada sobre las cabezas de la procesión. Los grupos de lugareños que tapan la esquina, se clavan de rodillas. Surge la saeta, desprendida de un balcón, desgarrada de una garganta, flotando en el aire, mientras la noche es un rio de luces, por las retorcidas callejas llenas de penitentes. Suena la Marcha fúnebre y sigue, sigue el cortejo. Ahí va María Magdalena con su túnica morada, San Juan, recto, arrogante, señala con su dedo índice. Cofradías y más Cofradías…




… Y la noche triste, noche de desvelo, se ha deshecho en lágrimas; es que está lloviendo…

Así es la Semana Santa de mi tierra. Año tras año se va superando. Cada vez más “pasos”; Hermandades nuevas, pero ninguna me de la emoción que estos ancianos de pelo blanco, capa raída; llenos de fe, de fe cercana, con un rictus grave en los semblantes. Emoción, además, por notar huecos de los que se fueron para siempre. Hermandad de los Dolores;; de mi Villacañas, la de más recio abolengo; un rosario de generaciones ha rezado la “corona” en su ermita. Danos, tú, Virgen Dolorosa, una llamarada de catolicidad. Que progrese mi pueblo, pero déjame esta cosa tan antigua que vimos en nuestros abuelos, para una mayor unión entre las almas y confraternidad de los corazones… Que, también, los humanos tenemos Judas y nos venden por las treinta monedas de muchas cosas bastardas y serviles, pero volverá un Domingo de Resurrección, lleno de ilusiones y con ellas debemos caminar, hacia un más allá lejano, por lejano poético, en un continuo soñar…

José Lillo Bueno

 


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