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jueves, 6 de febrero de 2025

LEYENDAS DE CIUDAD REAL: PERALBILLO (I)

 

Iglesia de Peralbillo en los años cincuenta del pasado siglo XX



I

En sus dominios Villa-Real famosa

tuvo hace siglos el maldito cerro,

que de su triste historia no conserva

ni rastros ni vestigios ni recuerdos.

Cerro de la justicia y de la muerte

en donde tantas vidas se perdieron,

que llenarán de fijo numerosas

muchos, salones igneos del infierno.

Del infierno, si tal, que eran malvados

de sangre vil y corazón perverso.

 

Sucedió en tiempo de Fernando el Santo,

noble monarca de sagrado cetro,

que de la Villa-Real por los contornos

libres corrían los golfines fieros,

causándole terror al viandante

y odió cerval a los vecinos pueblos.

El capitán de la feroz canalla

que asaz infame, sin dolor ni miedo

los crímenes más grandes repetía,

era Carmena, corazón de hierro,

en cuya historia con su sangre escrita,

late un amor que se revuelca en cieno:

Carmena era cristiano, bravo y noble;

todo él, cuerpo y alma de guerrero,

que si del Cielo recogiera ofensas,

su espada volvería contra el Cielo.

No nació criminal, nació valiente;

lo transformó la fuerza de los hechos.





II

Ricas luces pintó la alborada

del castillo en la cúspide heniesta;

alegre bandada

de avecillas, cruzó la floresta,

formando una orquesta

por Dios concertada.

 

Dócil potro trotante ligero,

sonar hace bruñida armadura

de noble guerrero,

que a la luz de mañana tan pura,

brillando figura

fantasma de acero.

 

Para al fin bajo artística almena

de un antiguo bestuto castillo,

y en ella serena,

asomada se vé una morena,

como un angelillo,

que adora en Carmena.

 

¿Qué se dicen? Copiad aquel trino

que el gilguero sonó en la enramada,

el soplo divino

que dió luz a la bella alborada.

Es un beso que sigue el camino

que le traza una ardiente mirada.

 

Iglesia de Peralbillo en la actualidad

 

III

¿Quién pensara que un idilio

tendría tan fatal término?

¿Quién dijera que la Gloria

puede trocarse en infierno?

Quísolo la suerte infausta

que no siempre hace lo bueno.

La adorada de Carmena,

la hija del noble manchego

que tenía la comarca

y el castillo aquel, en feudo

por su rey fué concedida  

á otro más feliz mancebo.

Prepáranse grandes fiestas

en todos aquellos pueblos,

y a ellas acude Carmena,

con el corazón desecho,

tan ganoso de venganza

como rabioso de celos.

Llegó el día de la boda;

el gran Fernando Tercero

apadrinaba el enlace

honrándolo a fé con ello;

bendíjolo el sacerdote,

mas no lo bendijo el Cielo,

que el Cielo nunca bendice

amores que no son ciertos.


Portada de la Iglesia de Peralbillo en la actualidad


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