Ciudad Real. - El tren de viajeros número 57, procedente de Madrid, estuvo ayer, a última hora de la tarde, en grave peligro.
A la salida del puente que existe entre las estaciones de Ciudad Real y La Cañada vio el maquinista a un niño de corta edad entre los rieles, dando saltos y con los brazos en alto, como si pretendiesen hacer señales. En aquel momento descargaba una fuerte tormenta; el maquinista siguió la marcha porque pudo apreciar que el niño se había apartado de la vía; pero al pasar el convoy por el sitio que el chico ocupaba se oyó el estadillo de un petardo. El maquinista, alarmado, paro el tren.
El conductor se apeó y recriminó al chico, creyendo que se trataba de una imprudencia suya; pero el niño dijo que es lugar más avanzado, y a consecuencia de la tormenta, estaba atravesado un árbol, que fue arrancado de cuajo por el vendaval; que como sabía que estaba próximo a pasar un tren de viajeros, se le ocurrió adelantarse unos tres kilómetros del sitio del peligro, para evitar una catástrofe, avisando primero con señales y luego con un petardo que cogió de la casilla donde habita con su padre, que es el guarda de la vía.
El árbol, por su gran corpulencia, no pudo ser separado de la vía, y hubo necesidad de aserrarlo en varios trozos para conseguirlo.
Por esta causa, el tren estuvo detenido cerca de dos horas.
Entre los viajeros del tren 57, se inició
una suscripción para gratificar al valeroso niño que les salvo de una verdadera
catástrofe.
Diario “El Día” 29 de junio de 1919
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