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miércoles, 14 de octubre de 2020

NUEVOS DESCUBRIMIENTOS EN LA IGLESIA DE SANTIAGO

 


La iglesia de Santiago Apóstol de nuestra capital no deja de ser actualidad debido a las obras de restauración, que en ella está llevando a cabo la Consejería de Cultura de Castilla-La Mancha, y que supone un esfuerzo serio, por parte de instituciones y particulares, en la realización de una labor esperada durante muchos años.

Hace algunas semanas publicamos en este diario un artículo sobre las pinturas aparecidas en el templo, en el que destacábamos la importancia y belleza de alguna de ellas, así como la necesidad de su conservación y restauración.

Hemos de hacer constar que su importancia, no sólo se concreta en su especial valor artístico o pictórico, sino que quizá, podrían tratarse de las pinturas “al fresco” más antiguas de Ciudad Real.

Especialmente, nos referimos a la pintura mural situada en la nave del Evangelio, en confluencia con el pseudocrucero, y a las que se encuentran situadas en la bóveda del ábside, con alusiones apocalípticas, de gran trascendencia historiográfica.

Este artículo no pretende volver hacer hincapié en lo ya dicho en día (ver LANZA 13-II-87).

El tema de las pinturas en la iglesia de Santiago vuelve a estas páginas por la aparición de nuevos hallazgos que merecen un breve comentario por nuestra parte.

Su localización se encuentra en la entrada que da acceso al interior de la torre de la iglesia. Las pinturas ocupan una banda de, aproximadamente dos metros de anchura, que recorre paredes y techo de la pequeña bóveda.

Los restos pictóricos aparecidos se encontraban ocultos bajo varias capas de estuco, y su hallazgo, por otra parte casual, supone un nuevo elemento decorativo a tener en cuenta.

Se caracterizan por un monocromatismo básico, centrado en la paleta blanco-negro. Su estado de conservación deja mucho que desear debido a la humedad, que ha levantado y deteriorado el soporte de la obra.

El desconocimiento de la existencia de estas pinturas, llevó, en fecha indeterminada, a ocasionarles un daño irreparable cuando, con intención de cortar la humedad que padecían los muros en esta zona del edificio, se picó toda la superficie inferior del paramento, siendo reemplazados los materiales de obra originales por cemento.



Estas pinturas desarrollan una temática religiosa, tomando como motivo pictórico pasajes del Evangelio.

En el muro de la derecha se representa la escena de la entrada triunfal en Jerusalén. Aparece la figura de Jesús sentado en un asno, entrando en la ciudad y en actitud de bendecir. La gente le sale al paso aclamándole con ramos y palmas. En el centro de la escena se representa un árbol de extenso ramaje, al que han subido dos niños para ver el acontecimiento. Las casas también abren sus ventanas para ver a Jesús. En este punto, hay que destacar la desproporcionalidad arquitectónica, si bien, hay una buena captación de la figura humana. Los rasgos son bastante precisos y de corte clásico, y se aprecia un cierto tratamiento del vertido.

Las escenas representadas en el muro de la izquierda se encuentran en su mayor parte perdidas por haber sido picadas y encementadas. Se conserva la parte superior en la que pueden apreciarse tan sólo, el rostro aureado de Jesús, la copa de un frondoso árbol, y un brocal de un pozo, así como dos rostros más, al margen de la escena.

Estos escasos elementos nos permiten suponer que la escena, representaría a la samaritana que dio de beber agua fresca a Jesús.

En la bóveda se desarrolla el firmamento con características neoclásicas y con claras alusiones alegóricas. Se representan las estrellas con una traza simple e ingenua. El centro lo ocupa el sol personificado de influencia clásica. En los ángulos soplan los Cuatro Vientos, también de marcado carácter mitológico.

Los cuatro vientos principales de la mitología que fueron mencionados por Homero son: Bóreas, Noto, Euro y Céfiro. Son hijos de Eos, dios del viento, y Astreo.

Bóreas, es el viento del Norte, que sopla con fuerza y que se representa como un anciano alado con largos y blancos cabellos. Noto es el viento cálido del Sur, casi siempre acompañado de lluvia. Se le representa cargado con un ánfora en las manos, repleta de agua. Euro, es el Viento del Este, que sopla con violencia y se le plasma como un viejo huyendo a gran velocidad. Por último, Céfiro, que es el Viento del Oeste, viento suave y tranquilo. Se le representa como un doncel alado, que recorre los espacios lanzando flores.

Toda esta simbología no aparece plasmada en la bóveda. Simplemente se reflejan cuatro rostros que soplan con fuerza, entre los que no hay distinción alguna, y que más parecen ángeles, que seres mitológicos.

En lo que adaptación cronológica se refiere, el tema resulta escabroso, debido a que no existe nada concreto en lo que basarnos para datar las pinturas.

Algunos elementos, principalmente los representantes en la bóveda, nos inducen a pensar que su ejecución pudo realizarse durante el S. XVIII. Las diversas capas de cal y yeso que cubrían las pinturas parecen confirmar esta hipótesis.



Otro punto que debemos plantearnos, es el por qué de su ubicación en esta parte del templo, precisamente a los pies de la torre, en donde los actos religiosos son prácticamente nulos.

Aquí, la interpretación se complica, pues la decoración pictórica nace, precisamente, para ser admirada y contemplada, y no para pasar inadvertida.

La única razón, vendría dada por la costumbre de realizar algún tipo de ceremonial a los pies o en el interior de la torre. Para esta hipótesis contamos con el argumento de la existencia de unos dibujos, que parecen contemporáneos a los descritos, precisamente, en el interior mismo de la torre.

Sería Interesante que la Consejería de Cultura determinase como viable la necesidad de descubrir estas pinturas del interior, apenas cubiertas con una pequeña capa de cal.

La interpretación de estas pinturas aportaría luz respecto a la costumbre de realizar alguna ceremonia en el interior de la torre del templo.

Esperamos que con las obras que quedan por realizar, la iglesia de Santiago continúe siendo de plena actualidad.

Marcelino Santiago Yustres,  Juan Carlos Buitrago Oliver y José Luis Sobrino Pérez, diario “Lanza”, domingo 10 de mayo de 1987, página 3

 



1 comentario:

  1. Interesante,Emilio. Precisamente en estos días me estaba imponiendo la obligación de buscar un momento, para ir a ver el resultado de los trabajos realizados. Ahora iré buscando los detalles que describes.

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