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martes, 6 de octubre de 2020

TEMPLOS NOTABLES: IGLESIA DE SANTIAGO APOSTOL (I)

 


Algunos historiadores locales dicen que la iglesia de Santiago, es contemporánea a la fundación de Villa Real por Alfonso X el Sabio y la más antigua de la ciudad. Su construcción arquitectónica así parece. Su edificación debió comenzar a finales del siglo XIII y terminada a mediados del XIV como lo testifica el resto del artesonado, conservado hoy oculto que cubría la iglesia. Sin embargo, por ciertos datos históricos, no parece que fuera ésta la primera iglesia local.

En el Pozuelo Seco de Don Gil, aldea preexistente a la fundación de la Villa del Rey Sabio, ya existía la ermita erigida a la Virgen del Prado por los aldeanos, según se relaciona en las vistas que el rey Fernando III el Santo, en compañía de su esposa, doña Juana, celebró con su madre, doña Berenguela en 1245 en la citada aldea. Es de suponer que esta humilde y primitiva iglesia sería habilitada para los servicios religiosos de aquellos aldeanos, primeros pobladores de Ciudad Real.

Cuando el rey Alfonso X en 1255 funda Villa Real, no escatima en sus dádivas y privilegios a cuantos vienen a poblarla. Al disfrute de la generosidad del rey, acuden rápidamente de los pueblos vecinos y lugares cercanos gran número de gentes de toda clase y categoría a levantar sus casas en la naciente villa.

Tan rápido fue su desarrollo y aumento que pronto hubo necesidad de otras iglesias para atender a los servicios del nuevo poblado cristiano, surgiendo así las iglesias de San Pedro y la de Santiago, las cuales, con la ya existente Santa María del Prado, formarían un triángulo centrado en el perímetro de la población, con sus correspondientes barrios.

El primer núcleo urbano correspondería a los habitantes de la primitiva aldea, alrededor del pozo de su origen, en torno del templo de la Virgen del Prado.

La iglesia de San Pedro, ubicada en el barrio del Alcázar del Rey, debió construirse obedeciendo a las necesidades de los hidalgos y caballeros principales establecidos' en el citado barrio. Su estilo monumental y riqueza así lo justifican.



Los más humildes, en busca de mayor espacio y cierta separación de la gente principal y noble, según costumbre de la época, se extienden por el lado opuesto, formándose así el barrio de Santiago, popularmente conocido como el del «Perchel».

Aprovechando la circunstancia de la existencia de un antiguo torreón de avanzada atalaya y defensa de la aldea del Pozuelo Seco (según Ramírez de Arellano, base de la torre actual de Santiago), junto a la cual se levantaría una humilde y sencilla ermita, origen de la iglesia actual, con el sello de pobreza que siempre ha caracterizado a este barrio.

Nada notable ofrece el exterior de la iglesia de Santiago. Las diversas construcciones que, a través del tiempo, se han adicionado en sus muros, imposibilitan al investigador hallar las huellas que pudieran descubrir la forma primitiva del templo. Sus puertas con el único adorno de un arco resaltado con punta de diamante, fueron casi destruidas al hacer, en época reciente, los porches que las resguardan. La torre también ha sido transformada. Su forma actual recuerda su posible origen.

En el interior de la iglesia existen tres naves con sus tres ábsides terminados en bóvedas radiales, apoyándose los nervios de los rincones en medias columnas que parten del pavimento y los intermedios en medios columnas que arrancan del muro en ménsulas muy curiosas representando figuras humanas. Todo borrado a causa de las capas de cal y pintura que se han ido acumulando sobre las labores y capiteles.

En el siglo XVI, según Ramírez de Arellano, a pesar de ser una época de cultura artística, se taparon las ventanas de los ábsides que eran unos ajimeces de forma lacental y probablemente con celosías de piedra. Se rompió el centro de los ábsides laterales para hacer puertas y construir dos capillas con bóvedas de crucería, sin ofrecer otra cosa más notable que descomponer la artística armonía de la iglesia. En la correspondiente a la nave de la izquierda, conocida por la del Cristo de Caridad, se halla una lápida en donde se hace constar que en el año 1861, el culto y conservación estaba a expensas de don Fernando Palacios, conde de Montecristo. La otra nave de la derecha fue fundada por la venerable orden Servita, dedicada al culto de la Virgen de los Dolores. En el mismo siglo XVI se hizo otra pequeña capilla en el muro del ábside de la derecha, en donde se instaló la Virgen de la Blanca. Hoy nuestra señora de Lourdes. Tiene esta capilla un arco y una media bóveda de rosetones del renacimiento.



El retablo también fue varias veces reformado. En la parte exterior del pulpito de la iglesia se conservan incrustadas unas magníficas tablas trabajadas con extrema maestría, pertenecientes a una de estas antiguas reformas.

En la restauración realizada en el año 1963 figura un tríptico pintado por el pintor ciudarrealeño, Vicente Martín, componiendo en sus tres murales de 9 por 2 metros, en el central, la figura del Apóstol Santiago, y en la parte superior la pintura de la Coronación de la Virgen; en el lateral de la izquierda, Santa Ana con la Virgen Niña y la de Dios Eterno; y en el de la derecha las figuras de San Francisco Javier y la de Jesús Eterno. Un conjunto bello y armonioso, magníficamente logrado por el referido artista Vicente Martín.

Las naves están cubiertas por falsas bóvedas barrocas, posiblemente construidas en el siglo XVIII para cubrir su valioso y primitivo artesonado que se hallaba en malas condiciones. Sin duda lo más noble de la iglesia es este rico y bello artesonado, el cual, en un reciente proyecto, ante la declaración del templo como Monumento de Histórico Nacional, se piensa, una vez restaurado descubrir. Los entendidos que lo han visto lo describen así:

«Tiene un almizate central muy cuajado de lazos de a cuatro formando estrellas, y la labor de este almizate se corre por las descendidas en tres fajas, la una central y otra en cada extremo de la techumbre, más estrechas las externas. Los centros o fondo de esta labor, tanto en lo ornamentado como en las descendidas, están estofados y pintados, brillantes colores en dibujos geométricos unas, y de flores y hojas otras. Los nueve pares de tirantes que sujetan el artesonado, y que se apoyan sobre caprichosos, variados y amplios canes, están bellamente decorados con pinturas a la morisca. El almarbate, o sea, el friso, se compone de dos líneas de tabicones en los que alternan los escudos de armas de Santiago, Calatrava y el blasón de los Núñez de Godoy, lo que hace suponer que fuera costeado por el Gran Maestre don Pedro Núñez de Godoy».

Hermenegildo Gómez Moreno “Ciudad Real Monumental: Catedral, San Pedro y Santiago”




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