En la pared del último tramo de crucería
de la nave central de la parroquia de Santiago, antes de su llegada al ábside, nos
encontramos una inscripción en latín que reproduce el Salmo 24:4: “Innocens manibus et mundo corde qui non
accepit // in vano animam suam nec iuravit in dolo proximo suo”, que
traducido al castellano dice lo siguiente: “El
limpio de manos y puro de corazón: El que no ha tomado su alma en vano, ni
jurado con engaño a su vecino”.
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