La célebre
artista vivió en Ciudad Real y se presentó al público por primera vez en Febrero de 1902 en el Variedades madrileño
La reaparición de Consuelo Portela “La Chelito”, trajo a nuestra memoria las conversaciones que escuchamos algunas veces a nuestro abuelo cuando se juntaba con aquel amigo íntimo, ya fallecido, que se las daba de “pícaro”. Si nuestra curiosidad de niño nos hacía preguntar ¿quién es “La Chelito, abuelo?, enseguida derivaba la conversación por otro derrotero dejándonos con la incógnita. Después, ya estudiantes de Bachillerato, leímos algo sobre dicha entrecomillada dama y posteriormente nos enteramos con detalle de cuanto con ella se refirió o pudiera referirse.
Efectivamente
“La Chelito” ocupó gran parte de la atención del primer cuarto de nuestro
siglo. Tuvo tanta importancia en el teatro frívolo como Weyler en la política o
Xaudaró en la caricatura y llegó a ser mucho más célebre que actualmente lo
pueda ser Celia Gamez o Mónique Tibauth, quizás porque ella “La Chelito”, fue
más condescendiente aún con nuestros abuelos que las dos “vedetes” últimamente
mencionadas, lo fueron con nosotros. Por lo visto aquella cancioncilla de “La
Pulga” tuvo mucho que ver con la censura teatral, quizás por lo tanto que
Consuelo “dejaba” ver.
Dicha artista ha vuelto a nuestros escenarios con verdadero éxito. Es lógico que en estos tiempos en que tanto nos gustar mirar hacia atrás, hayamos sentido curiosidad por algo que constituyó un símbolo y por eso fuimos a ver a “La Chelito”. Nos cantó unas canciones que no habíamos escuchado en la vida algo que hablaba de “Palafox 22” o “22 Palafox” y que aplaudieron los más respetables y calvos de los asistentes, sin duda por contemporizar con sus alegres días, ya muy lejanos, en que tomaban chocolate con picatostes por un real y eran entusiastas de primera fila de nuestra referenciada y Amalia de Isauna. El caso es que, si “La Chelito” no nos hizo sentir nostalgia de otros tiempos, sí se nos grabó en la memoria, más que por sus canciones, dichas con voz algo gastada por los años y su figura, demasiado respetable ya, por lo que significó en su tiempo, en aquellos primeros años a partir de 1900, que tanto añoran los representantes de nuestra generación queriendo buscan en ellos algo que creemos nos falta, como los que nos sucedan querrán encontrar en nosotros lo que les falte a ellos.
Y he aquí que
nuestra artista vuelve a las tablas para hacernos pensar y cavilar. El sólo
hecho de que haya sido una celebridad nos impone un examen metódico de cuanto
podamos aportar sobre ella y nosotros que tenemos en ocasiones buena memoria,
recordamos que hemos leído algo sobre “La Chelito” que afecta a Ciudad Real. Es
ello que Consuelo Portela vivió varios años en nuestra capital, es hija de un
Comandante de la Guardia Civil que estuvo destinado en esta ciudad que se llamó
don Isidro y que cuando se despertó en ella su afición artística se trasladó a
Madrid con su madre y actuó por primera vez en el teatro Variedades en una
función muy parecida a las que hoy popularizo la radio como “Fiesta en el
aire”.
Para dar fe de
lo dicho, publicamos una foto de su primera actuación, que dedicó a nuestro
inolvidable profesor, don José Balcázar, entonces redactor de “El Imparcial” y
que asistió al estreno.
Después nos lo han confirmado quienes de aquí la conocieron, a ella y a otra hermana también muy guapa que acostumbraban a pasear juntas llamando siempre la atención por su belleza.
“La Chelito” volvió y nosotros le dedicamos nuestras líneas. Ningún compañero nuestro en la Prensa hizo mención a esto que hoy nosotros resucitamos, que indiscutiblemente recordará ella, pues no son fácil de olvidar los años en que se conjugan con más emoción los verbos triunfar y dominar. Ella triunfó y dominó al público, a su público, cosa que nuevamente parecer haber conseguido.
De todas formas nosotros permaneceremos en la sombra viendo cómo triunfa, aunque su éxito sea tan fugaz como un cometa. De cualquier manera “La Chelito” ha vuelto a resucitar con su “Palafox 22” algo que había muerto y que por suerte para nosotros y quizá para ella, aún a pesar de su encanto retrospectivo, volverá a olvidarse.
¡Es tan triste
para una flor cuenta con unos cuantos pétalos volver a ser capullo, cuando sólo
marchitos!
DURAMO. Diario
“Lanza”, 14 de agosto de 1948
Gracias muy interesante
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