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sábado, 11 de noviembre de 2023

1878: EL CUADRO CONMEMORATIVO DE LA CREACIÓN DEL OBISPADO-PRIORATO DE LAS ÓRDENES MILITARES QUE PENDE EN EL SALÓN DE SESIONES DEL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE CIUDAD REAL (II)

 

El desaparecido ayuntamiento de Ciudad Real a principios del siglo XX

 

Las dos primeras representaciones referenciadas las hallamos en sendos sellos municipales de la época (7); la tercera —inspirada parcialmente en una vieja piedra que ha sido calificada de armera, pero que, en propiedad no lo es— la vemos empleada como una marca tipográfica indicativa de la ciudad, e incluso cabe que de la provincia (8).

Como se comprueba, salvo la inicial, que, además, se timbra con una corona, ninguna de las otras representaciones se ajusta a las leyes del blasón al no colocar la figura regia y su marco en el campo delimitado de un escudo. Son, pues, representaciones de intención y valor heráldicos, pero no propiamente armas.

Teniendo en cuenta todo lo dicho, encontraremos justificada la certificación que del blasón municipal de Ciudad Real expide, en 3 de octubre de 1878, el cronista rey de armas don Félix de Rújula (9), única persona oficialmente autorizada para efectuarla. Además, merced a esta certificación conocemos el nombre del pintor elegido por el Ayuntamiento ciudarrealeño para ejecutar aquel cuadro conmemorativo que se acordó hacer en una sesión especial a finales de mayo de 1877. Se trata de don José Álvarez de la Escosura, a cuya solicitud, encaminada a no errar en este punto en su obra, certificó don Félix lo siguiente:

«El Rey D. Alonso el Sabio fundó el año de 1262 a Ciudad Real con el título de Villa (10) y le dio por armas un escudo [en] campo azur (azul) con trono de oro, en el que está sentado de frente el mismo rey, vestido de manto real [de] color [de] gules (rojo) y muceta de blanco sembrada de armiños, con corona real de oro, armado en la mano diestra de una espada de plata guarnecida de oro, y en la siniestra de un mundo [de] azur, centrado y cruzado de oro; todo el escudo tiene bordura [de] gules, cargada de doce castillos de oro, adjurados de azur (con puertas y ventanas de azul). Por timbre una corona de marqués, que es compuesta de un círculo de oro engarzado de piedras preciosas, realzado de cuatro florones y doce perlas puestas de tres en tres florones.

El Rey D. Juan II en 1420 le concedió título de Ciudad y de muy noble y muy leal, con grandes privilegios.

Así constan [se refiere a las noticias históricas y heráldicas dadas sobre Ciudad Real] en el Real Archivo de nuestro cargo» (11).

 

El salón de plenos municipal a inicios del siglo XX


Sobre la base de esta documentada certificación comenzó a trabajar Álvarez de la Escosura, quien, teniendo claro, desde un principio, que el motivo más señalado del cuadro que se le había encargado, a pesar de su explícita finalidad, debía ser el escudo municipal de Ciudad Real —no en vano el Ayuntamiento de esta capital costeaba dicho cuadro—, obvió con habilidad los otros dos motivos que, obligatoriamente, también habían de aparecer. Recordémoslos: El discurso bilingüe de las letras apostólicas de Pío IX a la población de Ciudad Real, y los atributos episcopales anejos al titular del nuevo Priorato y sus sucesores.

En el otoño de aquel 1878 el pintor —del que desconocemos prácticamente casi todo (12)— presentó sin duda varios bocetos de la obra a la Municipalidad ciudarrealeña. Esta seleccionó uno de ellos, que fue el que el artista trasladó al lienzo.

Pocos días antes de las fiestas navideñas del expresado año, el cuadro al óleo conmemorativo de la creación del Obispado-Priorato de las cuatro Órdenes Militares, con sede en Ciudad Real, quedó terminado, y su autor don José Álvarez de la Escosura lo presentó a la Corporación.

Isidoro Villalobos Racionero. Revista “Hidalguía”, Núm. 350 Marzo-Abril 2000


(7) El que contienen la bordura torreada lo utilizó, tal vez exclusivamente, la Alcaldía. El otro, en cambio, lo utilizaron indistintamente la Alcaldía y el Ayuntamiento. Este último fue el sello cuya copia, cumpliendo órdenes del ministro de Fomento, remitió, en septiembre de 1876, al Archivo Histórico Nacional de Madrid, don Federico García Laguna, alcalde constitucional de Ciudad Real entonces. Por cierto, don Federico declaraba en su remitido que aquel sello, usado de inmemorial por el Ayuntamiento ciudarrealeño, representaba «al Rey Don Alonso El Sabio en el acto de marcar los límites de Villa Real [Ciudad Real], primitivo nombre de la población, fundada en el lugar llamado Pozuelo de Don Gil». Y añadía que el mismo dicho sello lo usaba también la Excma. Diputación por lo que era «el escudo de armas de la Ciudad y de la Provincia». Con la expresión «escudo de armas» el señor García Laguna se refería metonímicamente sólo a la figura del rey Sabio sentado en su trono y armado, y, en modo alguno, al marco en que aparece.

La Excma. Diputación Provincial de Ciudad Real mantuvo como propio en sus sellos el escudo de armas correspondiente al Municipio ciudarrealeño hasta el año 1927, año en que sintió la necesidad de adoptar un blasón privativo con el que, además, sigilar sus documentos (Cfr.: VILLALOBOS RACIONERO, I.: «El blasón de la Excma. Diputación de Ciudad Real en sus sellos»; en HIDALGUÍA, 244-45 (1994), pp. 547-57).

(8) Aún se conserva la citada vieja piedra, que, por su antigüedad —a nuestro juicio— mayor que la que se le viene atribuyendo, constituye un valioso testimonio protoheráldico del blasón de Ciudad Real.

Un ejemplo de marca tipográfica indicativa de la Ciudad, Capital de la Mancha, lo podemos ver en la portada de la obra de Domingo Clemente Guía de Ciudad-Real, editada en 1869 (cfr.: CLEMENTE, D.: Guía de Ciudad- Real. 1869. Edición facsimilar publicada por el IEM, en Ciudad Real, en 1977). Esta marca se continuó repitiendo, con igual finalidad, en distintos productos, hasta, al menos, la primera década del siglo XX.

 



(9) Don Félix de Rújula Martín-Crespo nació en 1838. Cronista rey de armas por nombramiento de S. M. en 1864, durante los muchos años que desempeñó este cargo, desarrolló una constante labor investigadora en casi todos los archivos españoles. Por sus vastísimos conocimientos de Genealogía, Heráldica y Nobiliaria, fue considerado una autoridad en su época, y, por ello, sus informes y certificaciones de armas y de hidalguía tenidos por indiscutibles. Miembro del Real Cuerpo Colegiado de Hijosdalgo de Madrid, caballero de san Juan de Jerusalén, fue condecorado con varias cruces de distinción, entre las que destacamos la gran cruz de la orden de Isabel la Católica, que el rey don Alfonso XIII le otorgó en 1929, al cumplir los sesenta y cinco años de servicio. Murió en Madrid en 1930.

(10) Es el año que señala la Crónica de Alfonso X (Cfr.: Crónica del Rey Don Alfonso el Sabio. Ed. de Cayetano Rosell. Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1875; V. 66 cap. XI, p. 9). El poco riguroso cronista alfonsí ignoraba, por tanto, la Carta-Puebla de Villa Real —luego Ciudad Real— fechada en 1255. Este documento nos ha llegado en una confirmación de 1261 (cfr.: Ruiz Gómez, F.: La carta-puebla de Ciudad Real (1255). Comentario histórico-jurídico; en Alfonso X y Ciudad Real, Ciudad Real, 1986; pp. 50 y ss.).

(11) Cfr.: AHMCR: Caja 18. Documento 487. Certificación de don Félix de Rújula referente al año en que se fundó a Ciudad Real con el título de Villa, y sobre sus blasones, pedida como antecedente para el cuadro conmemorativo de la creación del Obispado-Priorato de las Órdenes Militares.

Este documento, en papel de carta, finaliza con estas palabras: «Y a pedimento de D. José Álvarez de la Escosura doy la presente [certificación] en Madrid a tres de octubre de 1878»

(12) De ascendencia asturiana, como el primer obispo-prior, fue don José Álvarez de la Escosura uno de los numerosos pintores que desarrollaron su arte en la segunda mitad del siglo XIX. Sin figurar en los repertorios bio-bibliográficos que hemos consultado, sabemos, sin embargo, por la prensa periódica que, como pintor itinerante, aunque estaba avecindado en Madrid, donde enseñaba pintura, se ofrecía como retratista y restaurador artístico en las distintas poblaciones —capitales de provincia, principalmente— que visitaba. Y, también se ofrecía para «pintar cualquier cuadro de composición» que se le encargase (cfr.: La Alborada, diario de Córdoba, 7 de abril de 1861), ofrecimiento que interesó al Ayuntamiento de Ciudad Real, cuando, en 1877, acordó hacer un cuadro conmemorativo de la creación del Obispado-Priorato.

De la obra dispersa de Álvarez de la Escosura —entre el patriciado cordobés nos consta la existencia de varias pinturas suyas— sobresale el retrato e don Fernando Cotoner Chacón (1810-1888), creado marqués de la Cenia en 1871, que guarda entre sus fondos el Museo del Ejército antes en Madrid y ahora en Toledo (cfr.: PORTELA SANDOVAL, F.: La escultura y la pintura en el Museo del Ejército, en MILITARÍA. Revista de Cultura Militar, 9 (1997), UCM, p. 132). A este conocido retrato unimos, pues, el cuadro de que tratamos en estas páginas. Ambos abren el catálogo, aún por hacer, del pintor José Álvarez de la Escosura.



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