El pasado lunes 28 de marzo, el aula magna de la biblioteca del campus de la Universidad de Castilla-La Mancha en Ciudad Real, acogía la presentación del libro “Paisaje y paisanaje. Ciudad Real” cuyo autor es el Presidente de Castilla-La Mancha José María Barreda Fontes. Presentación de libro a la que asisti, editado por Almud, Ediciones de Castilla-La Mancha, pertenece a una serie de cinco volúmenes en los que José María Barreda ofrece su visión particular de todas y cada una de las provincias castellanomanchegas, fruto de la media de 5.500 kilómetros semanales que, en viajes por nuestra región, hace como presidente de Castilla-La Mancha.
En el mencionado libro, José María Barreda tiene una entrada titulada “Tradiciones Renovadas” en ella habla de nuestra Semana Santa con estas palabras:
“En Ciudad Real, con una tradición de Semana Santa extraordinaria, fui costalero de Pilatos bajo las órdenes del capataz Abenza. Hace poco tuvimos una cena de costaleros que resultó muy agradable. Ahí aprendí grandes lecciones: que le peso del Paso se soporta mejor si todos arrimamos el hombro y que tenemos que ir coordinados. Meterse en el paso procesional es toda una experiencia. Literalmente, es: “llevar la procesión por dentro” y un acto de camadería y fe juvenil.
En el mencionado libro, José María Barreda tiene una entrada titulada “Tradiciones Renovadas” en ella habla de nuestra Semana Santa con estas palabras:
“En Ciudad Real, con una tradición de Semana Santa extraordinaria, fui costalero de Pilatos bajo las órdenes del capataz Abenza. Hace poco tuvimos una cena de costaleros que resultó muy agradable. Ahí aprendí grandes lecciones: que le peso del Paso se soporta mejor si todos arrimamos el hombro y que tenemos que ir coordinados. Meterse en el paso procesional es toda una experiencia. Literalmente, es: “llevar la procesión por dentro” y un acto de camadería y fe juvenil.
Me gusta confundirme en las filas de nazarenos que transitan por las calles. Como ciudadano, me gusta ejercer la libertad de acudir y participar en las procesiones, sin imposiciones no falsas etiquetas. Como gobernante, no dudo en dar mi apoyo, sin fisuras, al derecho de expresar, respetuosamente, las convicciones de mi pueblo. En esta triple condición llevo con orgullo mi nombramiento de “hermano”, otorgado en 2010 por la Hermandad del Descendimiento. Ya mis paisanos de la Asociación de Cofradías de Ciudad Real, que preside con tino y acierto Emilio Martín Aguirre y muy bien acompañado por Luis Cantero y por Dionisio, entre otros, me agradecieron en 2006 el respaldo para conseguir la declaración de Interés Turístico Nacional. Tampoco me ha faltado empeño para favorecer la creación del Museo de la Semana Santa, que, por ser museo, es cultura y, por su contenido, patrimonio de todos los castellanos-manchegos. Tampoco me olvido del honor que tuve cuando, por invitación de Vicente García Minguillán, fui pregonero de nuestra Semana Santa hace ya bastantes años, ni del artista local Joaquín García Donaire, uno de los mejores escultores españoles del siglo XX. Reivindiqué su figura y su obra delante de su viuda, Gianna Prodan, y de todas las cofradías con motivo del acto organizado por la Asociación de Cofradías de Semana Santa para conmemorar el cincuentenario del grupo escultórico de la Resurrección de Cristo, “el Resucitado”, tallado por García Donaire en sus años en Roma. Agradecí la medalla conmemorativa que me entregaron por haber contribuido al mantenimiento de los pasos.
No puedo decir que tengo una procesión preferida, aunque sí es cierto que he asistido con mayor frecuencia a la del Viernes Santo por la tarde. Por la mañana salen la Oración en el Huerto, El Encuentro, Jesús Caído, Las Tres Cruces y la Virgen de la Misericordia. Por la tarde procesionan el Cristo de la Piedad, Descendimiento, Virgen de las Angustias (Piedad), santo Sepulcro (y Virgen de la Pasión) y Ave María. No olvidaré las lágrimas de decenas de cofrades la noche del Viernes Santo de 2007, uno de los días más fríos que se recuerdan en Ciudad real, cuando la incesante lluvia provocó que se suspendieran las procesiones de ese día: Una pena por el trabajo y la devoción que se pone durante todo un año, pero así es el clima de caprichoso. Me acordé de la desilusión cuando de pequeño se suspendía la procesión por la lluvia y no podía salir en “El Niño”, que entonces precedía al Cristo de la Piedad.
En realidad me gustan todas las procesiones. La del martes, que sale del barrio de El Pilar, me encanta verla en la calle del Lirio. Y tengo especial predilección por la de la Santa Cena, con los Roldán, López Camarena, Luis Burgos y muchos amigos más, entre ellos Luis Castillo y su tambor. Pero no me olvido de la de “El Silencio”; con ocasión de verla, fue la primera vez en mi vida que trasnoche siendo casi un niño.
También me acuerdo mucho de los Richard y su compromiso con la Dolorosa de la catedral. De Luis Galiano, de los Ayala, de los Díaz Yubero y, retrocediendo en el tiempo, de Sixto León y del borriquillo o de José María Romero y el Descendimiento y de tantos otros… A todos ellos, mi homenaje por haber mantenido nuestra Semana Santa”.
El libro también tiene otras entradas dedicadas a diferentes fiestas de nuestra ciudad y no es de recuerdos, ni de memorias, es un libro de personas, de hombres y mujeres, un libro de nuestra tierra, insistiendo José María barreda en la presentación del mismo, que cualquiera podría haberlo escrito pero nadie que no conozca esta tierra y no ame a Ciudad Real y a Castilla-La Mancha.
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