No es solamente la industria y el
comercio de la capital manchega, lo único que ha experimentado un gran progreso
desde hace poco tiempo: también han progresado al unísono con ellos los
festejos populares, rivalizando en brillantez la Feria, Semana Santa y
Carnaval.
La transformación de este último, sobre
toda, ha sido tan radical que del grotesco Antruejo callejero, insultó a la
tradicional moralidad ciudarrealeña, hemos pasado a una fiesta verdaderamente bella,
donde las carrozas nos demuestran de una manera palpable el conocimiento que de
la estética tienen nuestros conterráneos artistas, y nuestras bellas paisanas, tienen
ocasión de lucir vistosos tocados que no desmerecen al lado de los exhibidos en
poblaciones de mucha más importancia.
Quizá con el traslado al Parque de
Gasset, la fiesta de Momo habrá perdido su poesía; esa nota de romanticismo que
tienen todos los festejos populares cuando la costumbre los hace rutinarios,
oponiéndose a innovaciones, cambios, y, en general, a tolo aquello que signifique
mejoramiento. Por eso, decimos: por haber roto con las añejas normas trazadas
para la celebración de los tres días de Carnestolendas, no encontraremos ahora
en los Carnavales esa nota poética, tal vez dada por el sitio donde se
desarrollaba la escena carnavalesca: la vieja calle de Morería, rodeada de
ancestrales caserones y lóbregas callejas, donde en estos días no cesaba el
vocerío ensordecedor de las máscaras y las carcajadas de los alegres
espectadores.
El comercio, pues, como decimos, ha progresado
rápidamente debido más que a nada, a fiestas como esta, no protejo como debiera
el fomento de ellas con el que saldría ganancioso. La Cámara de Comercio debe
preocuparse de cooperar al desarrollo del Carnaval, Semana Santa y Ferias,
concediendo donativos; celebrando exposiciones; poniendo, en fin, cuantos
medios están a su alcance, para que no se estacionen estas fiestas, a las que
el Ayuntamiento presta ya demasiado apoyo material, con perjuicio de los
intereses municipales.
La Cámara Agrícola, Sindicatos y otros organismos
similares, siguiendo costumbres añejas, también dejan huérfanas de ayuda pecuniaria,
estas ocasiones que se les brindan para dar a conocer a los numerosos forasteros
que nos vitan, los progresos realizados, merced a la actividad y competencia de
sus Juntas directivas, en las cuales figuran los nombres de prestigiosas
personas.
Ahora este festejo tiene un sabor
modernista del que antes carecía, y cada día lo tendrá más al irse convirtiendo
la llanura estéril que cercaba al antiguo Paseo de Alarcos, en ubérrimo Parque
digno de una capital culta como la nuestra, que empieza a resurgir; a despertar
de su letargo, dando a sus fiestas el esplendor merecido; reconociendo al
hacerlo así que si a veces una población honra por sí misma a los festejos en ella
celebrados, otras es las fiestas las que honran a la población que las organiza
y las hace progresar con una rapidez inusitada.
Revista
“Vida Manchega”, Año IX, Nº 246, Ciudad Real 25 de febrero de 1920
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