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martes, 7 de enero de 2025

CIUDAD REAL HISTÓRICO: COMO LLEGÓ A SER FEUDO Y CAPITAL DE UN REY EXTRANJERO

 

Vista de las antiguas murallas de Villa Real (Ciudad Real) en los años cincuenta del pasado siglo



128 años habían transcurrido desde que Alfonso X, haciendo su ruta de Segovia a Sevilla fundara Villa Real en la fértil huerta llamada Pozuelo de Don Gil, perteneciente al término de la Villa de Alarcos, asaz despoblado por sus malas condiciones de vida y atroz paludismo.

Poco había variado en esta primera centuria, la topografía de Villa Real y bajos sus muros convivían, cristianos, moros y judíos, si no muy hermanados, al menos lo bastante independientes y bien avenidos para no turbar la paz de la nueva villa y cooperar al florecimiento de su industria y comercio.

Ocupaba el barrio de la Morería desde la Puerta de Santa María a la de Alarcos cerrándole al interior las calles de Postas y Morería, aproximadamente el lado Poniente de la ciudad. En cambio, el barrio judío se extendía por el lado oriental desde las puertas de la Mata y Calatrava hasta la calle de la Paloma y las de Calatrava, Lanza y Mata que la encerraban al N. y S. Era este barrio más populoso y rico que el de la Morería y atravesábalo una calle real que se llamó Barrio Nuevo y luego de la Libertad. Finalmente, el barrio cristiano se extendía desde la Plaza del Pilar, donde se supone estaba el histórico pozo de Don Gil, en una suave pendiente, hosta el ameno Prado donde se andaba enclavada la ermita de Santa María; hoy Iglesia Prioral, comprendiendo por consiguiente todo el N. O. con las calles de Reyes, Infantes, Real, Zarza, Azucena etc.

Si en la intimidad de sus vidas permanecían separados judíos, moros y cristianos, hasta el punto de haber entre sus barrios barreras y cancelas de hierro, el afán cotidiano de la vida los unía a todos cada mañana en la Alcaicería, hermoso pasaje cubierto que ocupaba los soportales donde hoy se alza la antigua Casa Consistorial.

El hecho de ser la mayor parte de los comercios y bazares judíos y moros, daba a la Alcaicería un marcado sabor oriental que no discrepaba mucho de la ardiente llanura manchega.


Plano de Ciudad Real en la Edad Media con los tres barrios existentes Cristiano, Judío y Moro


Desde un principio habiéndose mostrado de los realengos (nombre de los naturales de Ciudad Real) celosos y orgullosos de su independencia y privilegios y un tanto rivales de los Caballeros de Calatrava cuya sede era entonces capital de la Mancha y así sucedió que al otorgar Sancho IV el Bravo la posesión de Villa Real como feudo de la Orden de Calatrava, todos sus habitantes sin distinción de religión y clases, se mostraron tan hostiles a la orden real que ni los mismos calatravos intentaron tomar posesión de la villa. Más tarde, Fernando IV el Emplazado también legó Villa Real a su esposa Doña Constanza de Portugal, sin que tampoco se sepa que la donación se llevara a efecto.

Tal era Ciudad Real cuando entró a regir los destinos de España Juan I, sucesor de Enrique II, el rey fratricida, siendo real procurador de la ciudad el ilustre y prestigiosos Alvar Martínez de Villa Real.

Pero dejemos un momento los campos de Castilla para asomarnos a un lejano país, casi de leyenda, Armenia, país cuyo nombre sonó quizás en nuestros oídos infantiles al estudiar la arribada providencial de aquella misteriosa Arca de Noé, prueba de la misericordia divina y promesa de nueva vida. Está Armenia enclavada entre el mar Negro, los montes Caúcasos y la histórica Mesopotamia. Con su cadena montañoso del Tauro y su macizo de Ararat, en cuya falda quedo varada el Arca simbólica, es Armenia un país accidentado de elevadas altiplanicies y rápidos torrentes.

Fue el país, famoso por sus valientes caballeros medievales que tanto se distinguieron en las Cruzadas, y quizá más aún por el extraordinario arte de sus hijos para amaestrar los hermosos halcones de sus montañas y así cuentan que los grandes señores de Europa organizaban verdaderas flotillas que iban en busca de halcones amaestrados hasta las costas de Trebisonda, Armenia constituyó, pues, en la Edad Media un pequeño estado cristiano independiente entre un mundo árabe y judío.

Durante los siglos XIII y XIV fue tomada y asolada varias veces por los turcos y mongoles a pesar de la protección de los Papas y los monarcas cristianos y por último a finales del siglo XIV (1375) el último de sus reyes fue hecho prisionero por el Sultán de Babilonia (Sultán de Egipto).

Y en esta sazón hemos de volvernos a Castilla.


 
León V de Armenia 



Noticiosos Juan I de la suerte que había corrido el infortunado Rey armenio pidió al Sultán una Embajada que le fue concedida y a ella entregó el Monarca castellano grandes regalos y cartas de ruego en demanda de la libertad del cautivo.

¿Fue solo Juan I el monarca cristiano que pidió la libertad de León V de Armenia? Según las crónicas extranjeras también debieron pedirla el Papa y el Rey de Francia ya que el cautivo pertenecía a la rama francesa de Lusiñan, de Chipre. Sea como quiera es lo cierto que León V fue libertado.

Juan I recibió al excautivo en Badajoz y allí “le agasajó caballerosamente con paños de oro, joyas preciosas y 15.000 maravedíes anuales, amén de la soberanía de las plazas de Madrid, Villarreal y Andújar hasta el día de su muerte”.

Y no es esto una simple leyenda, ya que en los Archivos Municipales de Ciudad Real y Madrid figuran las escrituras de esta donación fechadas en 1383.

Dicen las crónicas que León V venia enfermo y casi ciego y sólo acompañado por una hija y un fiel escudero.

Parece lógico que al recibirle Juan I en Badajoz viniera lo primero a Ciudad Real antes que, a sus otras dos ciudades, Y lo cierto y verdad es que duró ocho años su soberanía hasta el día y hora de su muerte en cuyo tiempo firmó algunos documentos que también se conservan y durante el cual, Ciudad Real tan celosa de su independencia no tuvo un grito de rebeldía, ni un gesto de protesta gobernando por el integro Albar Martínez Real ¿En que ignorada tumba descanso el Rey Armenio?

¿Qué fue de su desventurada hija?

¿Marcharía quizá por los campos de Castilla con su fiel escudero hacia aquella lejana Armenia en busca de un amor perdido?

Quizás estos hechos no nos ofrezcan absoluta certeza ni garantía histórica porque al comprobarlos con los relatos de algunos historiadores extranjeros (Saint Martín, Hume) resultan algunas contradicciones. Así por ejemplo el último Rey de Armenia no fue León V sino León VI que reinó algunos años después, y el cual parece murió no en España sino en París.

Pero sea de ello lo que quiera es tan hermoso el rasgo caballeresco de este Rey castellano (tierra de hidalguía) que pide la libertad de un lejano cautivo compañero, al cual sale a recibir y le colma de regalos, dándole por hospedaje no una mansión sino tres ciudades a fin de que siga guardando la ilusión de su corona.

Y es tan hidalga y hospitalaria la actitud de Ciudad Real y tan conmovedor el éxodo de este anciano y esta doncella, seguramente hermosa, que bien merecen su relato como un pequeño homenaje a la nobleza y lealtad castellana.

Mercedes Escribano. Diario Lanza viernes 7 de marzo de 1947



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