Visiblemente afectado, y antes de que se
iniciaran los reproches de los cofrades al Obispado, Emilio Martín Aguirre
quiso leer un comunicado en el que anunció su intención de recurrir al Tribunal
de la Sede Apostólica para que se reconozca “la verdad”.
Tras recordar que las
elecciones se celebraron de forma legítima, exigió “la verdad y un
esclarecimiento oficial” por parte de quien tomara la decisión, así como una
explicación oficial y pública porque “la Asociación de Cofradías se merece un
respeto y muchos cristianos de buena voluntad nos merecemos un respeto”.
Agregó que la verdad sobre
el whatsapp presuntamente amenazante a Sandalio León Espinosa, miembro de la
otra candidatura y que habría originado su retirada, se esclarecerá por la vía
civil ya que en su momento lo denunció en el juzgado, “y ahora espero
esclarecer la verdad ante los tribunales eclesiásticos, vía que espero agotar
hasta que la verdad de todo este proceso salga a la luz pública”.
En este sentido, afirmó
que espera que, como ocurrió hace años con un Hermano Mayor de Granada que no
fue ratificado por el Arzobispo, “que el Tribunal de la Sede Apostólica dicte
la misma sentencia y obligue de forma inmediata al Obispo a restituirme en el
cargo de presidente de la Asociación de Cofradías”.
Tras relatar su opinión de
que en el proceso se ha producido un claro “favoritismo” hacia Sandalio León
Espinosa, que Miguel Esparza negó, lamentó que se le dé la razón “a este señor
con la decisión que han tomado, no teniendo en cuenta un informe pericial en el
cual se manifiesta que el supuesto mensaje es imposible de demostrar que yo lo
enviara y sabiendo que había sido manipulado. Una decisión que es un exceso de
alguien o algunos que están queriendo imponer en un ejercicio de poder
ilegítimo un abuso que nada tiene que ver con la verdad de la fe”.
Tras lamentar que el
Obispado atendiera al citado mensaje y no a “otras declaraciones más
delictivas” de “ciertos señores que están en juntas directivas” cuando se ha
presentado “toda la documentación”, Emilio Martín fue tajante al aseverar que
no se le puede obligar a callar y ser “sumiso” ante esta decisión.
“Nadie tiene derecho a
exigírmelo, ya que cualquier decisión que no afecte a las verdades de la Fe se
puede disentir y se puede manifestar puntos de vista diversos, incluso
contradictorios, ya que una iglesia que no acepta y vive esta realidad es una
iglesia que deja de ser una comunidad de fe y se convierte en una dictadura
ideológica”.
Finalmente reiteró que
“seguir callando ante los abusos de poder que estamos viviendo en la iglesia le
hace más daño”.
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