El pasado 8 de septiembre se bendijo en Torralba
de Calatrava, un nuevo y magno retablo
salido de manos de algunos de los mejores artistas sevillanos del panorama
actual. Ideado por el diseñador Javier Sánchez de los Reyes, la obra alcanza
los 11 metros de altura y en ella han intervenido carpinteros, tallistas,
imagineros, orfebres y doradores.
El nuevo retablo se encuentra en la ermita
de Santo Cristo del Consuelo, patrón del municipio, y en el mes de julio de
2016 fue aprobado este ambicioso proyecto donde, además del propio bocetista, han
intervenido el taller de carpintería de Enrique Gonzálvez, el de talla de
Francisco Verdugo, el de imaginería de Fernando Murciano y el de dorado de
Enrique Castellanos.
La realización de este retablo, se debe
a la devoción de una familia de la localidad, que ha sufragado todo el coste
del mismo.
Un
proyecto «armónico»
El creador señala que es «barroco, algo
más clasicista en sus tres primeros cuerpos y un poco más movido en el ático.
La intención primera es destacar y realzar lo más posible el arco y el espacio
del camarín, donde se ubica la imagen, y
armonizar todo el conjunto y dotarlo del movimiento y decoración barroca
propios de un gran retablo al modo de los realizados en los siglos XVII y
XVIII».
La pieza cuenta con un estudio de las
proporciones arquitectónicas del muro o testero de la Capilla Mayor,
«estructurándola mediante el retablo de la manera más armónica, lógica y
artística posible. También ha tenido en cuenta la indicación de establecer una
iconografía propia de los retablos barrocos, el “eje trinitario”, ubicando en
el ático a Dios Padre, el hijo representado por el Stmo. Cristo y el Espíritu
Santo en el Sagrario, que ha realizado orfebrería Orovio de la Torre de
Torralba de Calatrava».
La obra está «integrada el conjunto en
la arquitectura del templo y en las proporciones de la Capilla Mayor, con un
mensaje iconográfico principal –el eje trinitario; Dios Padre, hijo y Espíritu
Santo- articulado con otros dos; uno de carácter Sacramental, mediante las
espigas de Trigo y los pámpanos y vides que juegan con la ornamentación en
diversas zonas, y otro de simbolismo pasionista, a través de los atributos de
la Pasión que portan los arcángeles que flanquean el camarín y los medallones
situados encima de sus correspondientes hornacinas».
El retablo se ha realizado en madera de
pino Flandes para las estructuras internas, bastidores y cogidas al testero o
muro, y cedro del Brasil para la talla ornamental y partes vistas. Se ha dorado
en oro de primera calidad y la imaginería también en madera de cedro
policromada al óleo y estofada con oro de primera calidad.
Sobre un plinto marmoreado, el zócalo se
compone con una decoración clasicista de casetones, con moldurajes enmarcando
zonas. El banco de altar, en el centro, tiene más salida o proyección hacia
fuera que el resto del zócalo, para permitir la colocación del Sagrario y el
plan de altar con los candeleros y jarras con flores. En el centro de dicho
banco de altar se incluye un tondo central donde se ha incluido el escudo de la hermandad.
Primer
cuerpo o predela
Esta parte del retablo acoge tableros
con tallas de ornamentación barroca enmarcadas en moldurajes, y en la zona
correspondiente a la ubicación del Sagrario, dichas tallas de hojas barrocas
están entremezcladas con espigas de trigo. En esta zona se ubican las ménsulas
con carretes que vuelan hacia fuera para acoger o recibir las columnas
salomónicas pareadas y las que enmarcan, de menor tamaño, la hornacina o
camarín del Stmo. Cristo.
Cuerpo
principal
Se divide a su vez, en sentido vertical,
por un cuerpo central que acoge al arco de embocadura del camarín, dos calles a
ambos lados y las columnas salomónicas pareadas. El arco se encuentra
flanqueado por dos columnas de orden compuesto; con dos partes; una faja
inferior tallada y un fuste estriado con decoración de lazos anudados con
flores y frutas. El trazado del arco está compuesto por finos juncos que se ven
abrochados o enlazados de tramo en tramo por una hoja de acanto.
A ambos lados de dicho cuerpo principal
se ubican sendas calles con ménsulas y hornacinas para los dos ángeles que
actualmente posee el retablo, aunque sin lampareros y con instrumentos de la
Pasión. Rematando dicha hornacina, medallones con otros atributos de la Pasión.
Sobre las ménsulas ya descritas en el
anterior cuerpo se yerguen a cada lado dos columnas salomónicas, pareadas, que
soportan un entablamento, friso y cornisa arquitectónica, que remata de manera
curva y enfrentada, con un pináculo o
perilla flanqueada por dos arcángeles. Dichas columnas están sujetas a los
cánones y proporciones de Vignola, con sus vueltas o “torceduras” correspondientes,
su canon de medidas y su éntasis o engrosamiento del fuste en un punto
determinado, al modo de los grandes retablos y retablistas de los SS. XVI y
XVIII.
Tienen ornamentación eucarística; si
bien ya vimos en los tableros de la predela espigas de trigo, aquí se sitúan
pámpanos y vides que trepan por cada columna.
La cornisa que divide este cuerpo del
ático, se curva y se parte en el cuerpo central correspondiente a la embocadura
del camarín del Cristo, subrayando y destacando así dicho cuerpo y dándole
énfasis y movimiento barroco.
Ático
En forma de medio punto, acomodado al
testero de la Capilla Mayor del templo, presenta una zona central donde se
articula el movimiento y el protagonismo visual entorno a un medallón central,
que lo preside, con un altorelieve de Dios Padre, figurado de medio busto, con
una mano extendida y otra sobre el orbe. De la zona inferior de este relieve
surgen una serie de rayos en dirección a la imagen del hijo que se encuentra en
el camarín.
Dicho medallón se halla en el plano más
saliente de un juego de moldurajes y volúmenes que van creciendo hacia ese
relieve y que le da profundidad y riqueza de planos a todo el conjunto del ático.
Esos planos van a juego y en la misma cota que los planos de los demás cuerpos,
sobre todo el principal, ingleteando o plegando la cornisa mayor del retablo y
abarcando hasta las cartelas donde hemos ubicado los rayos que emanan de Dios
Padre y que rematan definitivamente en la clave del arco de embocadura del
camarín. Este conjunto ornamental que
preside el relieve remata en un cornisamiento y en una cartela con el emblema
de la Orden de Calatrava, que ya entronca con el techo en forma de bóveda de la
capilla mayor.
Bocelón
o crestería
Rematando todo el conjunto del retablo,
salvo el banco, se ubica a cada lado un bocelón o crestería calada, que recorre
todos los cuerpos por su zona perimetral, con tallas barrocas y un poco de
movimiento de entrantes y salientes para no agobiar ni saturar visualmente el
testero de la capilla mayor de masa dorada, sino dejando respirar levemente el
hueco arquitectónico del retablo.
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