Las rosas de los días de Pasión se están abriendo con ese perfume añejo de los momentos culminantes de la Historia del Mundo. Nuevamente el poder de la Redención va derramándose en las almas, con mucha más intensidad en estos días, donde el Maestro sale de nuevo a recordarnos su Sacrificio.
España conmemora estos días con un sello
propio: los desfiles procesionales. Con una sola preocupación; pregonar su fe.
Con un estilo combativo: manifestar por las calles la Verdad. Por eso las
imágenes son realistas, policromadas, donde la sangre brilla como flor de
sufrimiento y se perciben el sudor frío del Crucificado y las lágrimas de las
Vírgenes. Todo un tremendo sentido católico está en este contraste de la
interpretación española del dolor de Cristo: Hacer de la belleza el
sufrimiento, para hacer también del sufrimiento, la belleza.
Ciudad Real, capital de España, tiene también sus procesiones. Y dentro de la sencillez característica de nuestro pueblo, toman un relieve importantísimo. Ciudad Real que se mueve y vive en una mezcla de pasividad y quijotismo, en esos días se encuentra así misma, se empina a las cumbres, es abiertamente realista, y sabe dónde va, España es una síntesis de idealismo y combatividad, ha dicho alguien, porque es ambiciosa de verdades y decidida en defender la Fe y la Moral del Evangelio. Empresa, que a lo largo de los tiempos, la está realizando sin darle demasiada importancia. España, pues, es sustancialmente sencilla ante el amor, la belleza o la muerte. Y en este significado, Ciudad Real es una magistral definición de España. Por eso es igualmente combatida y denostada, cuanto más se acerca a la Verdad, cuanto más vive su Camino. El tremendo dolor de España, el tremendo dolor de Ciudad Real, su Pasión, sea subir hacia la Cruz de la Redención por una cuesta de impugnaciones.
Ciudad Real tiene su Semana Santa. Que no debe ser andaluza, ni castellana, ni siquiera manchega, sino española, con su tipismo local si se quiere, pero, sobre todo, con un estilo, una manera de ser y de hacer, diáfanamente, sangrientamente, española, y, en consecuencia, ciudarrealeña.
Dese a conocer ese sello especial.
Divúlguese su especial característica: Ciudad Real, genuina y auténtica
expresión de las procesiones de la Semana Santa española.
Ciudad Real, aquejada de férreo individualismo, vive, por contraste, una Semana Santa de intensa solidaridad. Por rara unanimidad, todos los ciudarrealeños, estamos de acuerdo en la brillantez de nuestras procesiones. Hay un deseo de superación, y después del paso vandálico, de la nada surgió el esplendor y grandeza de hoy, conocido para los de casa, pero que ya es hora de que lo admiren los de fuera.
No faltará quien piense que no es llegada
la hora, bien porque falten “pasos” tan imprescindibles como “La Cena” o “El Resucitado” ; bien porque no se
han restaurado antiguas cofradías como “La Santa Espina” , “ La Coronación” y “La Enclavación”; tal vez porque falten
túnicas o los tronos exijan mayor perfeccionamiento; acaso porque todo el
itinerario procesional no esté completamente pavimentado; otros, más
proyectistas, porque sueñen con esplendores litúrgicos en la Plaza del
Generalísimo, donde se haga la bendición de las Palmas, y se escuche el Sermón
de las Siete Palabras ante todos los “pasos”, y se celebre el solemne
Pontifical del Domingo de Resurrección; o porque imaginen que faltan Cofradías
o Asociaciones que buscando el simbolismo que nace de sus estatutos, pudieran
conseguirlos "pasos" del “Prendimiento” de “Jesús de la Columna” del “Cristo
de los Caídos” , de la " Virgen del Amparo " y de la " Esperanza";
y, finalmente de los que ambicionan una publicidad previa en la Prensa y ondas
nacionales.
No es alarde profético asegurar que eso llegará a realizarse, y mucho más. Porque si en diez años se restauró todo lo anterior, en otros diez, aun con ritmo más lento, se harán perceptibles todas esas mejoras. La clave del arco triunfal está en que todo hijo de Ciudad Real, está firmemente acariñado con su Semana Santa, formando un bloque sin fisuras ni resentimientos, con un señalado deseo de organización, con una intensa vinculación afectiva.
En Ciudad Real está la Semana Santa Española. Defendamos nuestra manera de ser y publiquémosla. Que ya vendrán los panegiristas de tierras distintas a difundir estas bellezas ignoradas.
La Semana Santa ciudarrealeña debe
difundir su autenticidad. Ha llegado la hora y el tiempo del Señor se acerca.
Bernardo Villazan Adanez. Revista
Oficial de la Semana Santa de Ciudad Real 1953
No hay comentarios:
Publicar un comentario