Vista
panorámica de los restos de Ciruela
SUMARIO: El análisis del
topónimo Ciruela, correspondiente actualmente a un caserío del término
municipal de Ciudad Real, permite atisbar la pervivencia de la red de
fortificaciones musulmanas en la cuenca
baja del río Jabalón, en relación a la evolución de las vías de comunicación y
el poblamiento entre Caracuel y Calatrava la Vieja, tras la ocupación del
territorio por los cristianos a mediados del siglo XII. Definida inicialmente
como una pequeña >sakhara< ,
merced al origen de su etimología, contó sucesivamente con las denominaciones
de >hisn<, castrum o castillo.
Introducción
Ciruela representa una fortificación
medieval prácticamente desconocida para la historiografía, tan sólo mencionada
brevemente en algunos estudios locales y provinciales a través de las
ocasionales referencias en las fuentes documentales escritas cristianas, y no
analizada ni arqueológica ni toponímicamente. En el presente artículo, se
exponen las conclusiones de un análisis para el cual se ha tenido muy presente
que los elementos se definen, tanto por su significante como por su
significado, en relación a su entorno histórico y geográfico, con la evolución
de su poblamiento y con las vías que articulan las comunicaciones, intentando
abrir un nuevo camino para ulteriores análisis de la familia de topónimos
árabes afines a >sjr<.
Indicar que, para los términos en árabe
del presente artículo, resaltados entre corchetes angulares “> <”, se
utilizan de forma genérica las normas de transcripción de la Escuela de
Arabistas Españoles, manteniendo no obstante la transcripción grafémica
aportada por los autores citados y colocando entre corchetes, a continuación de
cada vocablo en el caso que exista variación, la transcripción correspondiente
al sistema de transliteración de caracteres árabes seguido en la Enciclopedia
del Islam.
Ubicación
Geográfica
Con un significativo aspecto, sobre uno
de los edificios volcánicos más característicos del Campo de Calatrava, se
yerguen los restos del Castillo de Ciruela en el actual término municipal de
Ciudad Real, en la margen derecha del Jabalón, a escasos 7 kilómetros al sur de
la capital, enlazada con ésta por el camino de Ciudad Real a Ciruela, que
partía desde de la homónima puerta de la antigua muralla capitalina y de la que
en la actualidad queda el vestigio del propio nombre de la calle a intramuros
del núcleo histórico. El enclave se localiza en la hoja 784 del mapa
topográfico nacional, con las siguientes coordenadas UTM ED-50: x=419476,0;
y=4306997,00; Huso=30 (CNIG, 2002; Hoja 784-IV), utilizándose para las
comprobaciones del presente artículo la antigua edición del Instituto Geográfico
y Estadístico de 1887, a cargo de Ibáñez Ibero (IGE, 1887: Hoja 784 y 759).
Geomorfológicamente, se trata de un
pequeño domo volcánico de paredes prácticamente verticales, originado por una
colada muy viscosa, en las proximidades del volcán monogénico del Cerro de
Zurriaga, compuesto esencialmente por coladas de gran extensión (POBLETE, 1998:
509 y 512).
La peña volcánica,
ubicada sobre la zona septentrional del denominado Cerrillo de la Horca (MADOZ,
1850: “Ciruela”), cuenta con unas dimensiones aproximadas de 15 por 20 metros lineales de planta, con
Restos
del castillo de Ciruela
orientación SW-NE, y una alzada máxima
sobre el terreno circundante de unos 12 metros. Domina visualmente, con su cota
de 642 metros sobre el nivel del mar gran, parte de la vega de este tramo final
del Jabalón, hasta Valdarachas, Cañada o La Higueruela. Desde el
mismo, se llega a divisar el SW, el Castillo de Caracuel, mientras que el de
Alarcos queda totalmente oculto por el Cerro de Zurriaga.
Los vestigios de la fortificación
apreciables en la actualidad toman como base para su construcción la cima de
este peñasco, aprovechando sus escarpadas defensas naturales. En sus
proximidades, a escasos 40 metros y también sobre el referido cerrillo, se
ubican los restos de la parroquia de Santa Marina, de una única nave; separadas
ambas estructuras por una pequeña vaguada al Oeste del actual caserío de
Ciruela, en donde se puede observar todavía en uso su antiguo pozo, documentado
ya en el siglo XIX (MADOZ, 1850: “Ciruela”). Asimismo, al norte de la peña, por
encima de la zona de cabecera del arroyo de las Moreras y del camino que
discurre hacia Valdarachas, ocupando el frente de una colada volcánica
proveniente del Cerro Zurriaga, se ubica una antigua área de canteras, en la
que se aprecian todavía señales de labra sin terminar para diversas piezas.
Este yacimiento arqueológico se
encuentra referenciado por Retuerce Velasco con la signatura CR/12,
atestiguando en él la presencia de cerámica islámica (RETUERCE, 1998:89).
Descripción
Histórica
Quedando atestiguados en la zona
diversos hallazgos prehistóricos e ibéricos (Poblete, La Torrecilla,
Valdarachas, Alarcos), destaca en cierta forma la misma en época romana, al
situarse entre las ciudades de Oretum y Carcuvium, en el zona de paso de la vía
romana entre Mérida y el Levante, paralela en este caso a la ribera del
Jabalón, lo que parece que propició la existencia de diversas villas romanas,
tanto en esta cuenca (Valdarachas, La Puebla, La Minilla y, quizás, La
Higueruela o Villar del Pozo y Fuensanta) como en la próxima del Guadiana. En
Ciruela, se documenta así el hallazgo de sepulturas y cerámica (PORTUONDO,
1917:118), sin llegar a poder precisar con absoluta certeza su adscripción
temporal.
Durante los primeros momentos del
periodo islámico, destacan en la zona Oreto y Caracuel. Un territorio
levantisco, inmerso en revueltas bereberes y mozárabes, en el que Oreto siguió
cumpliendo con sus funciones de núcleo vertebrador de época bajoimperial y
visigoda hasta mediados del siglo IX. Por su parte, Calatrava la Vieja era
hasta entonces sólo una posición estratégica, junto a uno de los vados del
Guadiana, que controlaba militarmente desde el norte la ruta hacia Córdoba
(GUICHARD & BURESI, 1996:131).
A partir del año 854,
con la refundación de Calatrava la Vieja por Muhammad I, tras ser arrasado el
enclave el año anterior por rebeldes toledanos, la función de núcleo rector del
territorio pasará definitivamente a ser desempeñado por ésta, como cabeza de
una extensa región con numerosos distritos y convertida “en el principal punto
de apoyo del poder central cordobés en la zona” (RETUERCE & HERVÁS, 2001:
311 Y 313). Además, al-Himyari explica que la población de Oreto fue trasladada
a Caracuel y Calatrava la Vieja (AL-HIMYARI, 1963: 328). La nueva ciudad
resultante debió suponer, en
Restos
de la antigua iglesia de Santa Marina
gran medida, una reestructuración en la
importancia de los espacios viales, consolidando la ruta Córdoba-Toledo por
Caracuel, en detrimento de otras posibilidades existentes hasta dicho momento,
que enlazaban Oreto con los antiguos núcleos hispanovisigodos del Valle del
Guadaquivir (DONOSO & RIPOLL, 2004:19).
Así, ya a mediados del siglo X, se
documenta la articulación del poblamiento en torno al tramo entre Caracuel y
Calatrava la Vieja de la vía Córdoba-Toledo, con la presencia de “populosas
alquerías” según la descripción del camino hecha por Ibn Hawqal (RUIZ, 2003:
43; FRANCO, 1996;86). Es pausible plantearse que, quizá, una buena parte de los
núcleos rurales de población existentes en la zona entre ambas fortificaciones
tengan su origen en dichas alquerías, debiendo ser una de las zonas rurales más
pobladas del trazado, conocida además la importancia demográfica de la cercana
Calatrava (RETUERCE & HERVÁS, 2001: 311).
El área, con todos sus >husun< y >qura< (kura),
continuará dependiendo de Calatrava la Vieja, como cabeza administrativa del
territorio, hasta la ocupación de ésta por Alfonso VII (GUICHARD & BURESI,
1996: 132). En 1147, Calatrava la Vieja y su amplio distrito entran a formar parte
del reino castellano de Alfonso VII. Ibn Ganiya, último gobernador almohade de
la Península, se hace vasallo del Emperador, intentando eludir la presión
almohade. Le hace entrega, junto al estratégico enclave del Guadiana, de
Alarcos, Caracuel, Santa Eufemia, Mestanza, Alcudia y Almódovar (RUIZ, 2003: 84
Y 113). La ciudad de Calatrava la Vieja recibió fuero y su mezquita mayor,
transformada en iglesia, pasó al obispado de Toledo, junto con los diezmos y
rentas de la corona, “y conservó (Alfonso VII) algunas aldeas del término, que
tenían buenas defensas, y arrasó otras, a saber, Alarcos, Caracuel, Pedroche,
Santa Eufemia, Mestanza, Alcudia y Almódovar” (RADES, 1994: fol. 2v), debiendo
incluir entre las conquistadas también los castillos de Salvatierra, Higueruela
y Benavente (RODRIGUEZ-PICAVEA, 2001: 624).
La existencia de Ciruela queda
atestiguada documentalmente al menos desde 1156. En esta fecha, Alfonso VII
hace donación del enclave de “Zuera”, junto con sus términos y pertenencias, a
Armildo Meléndez (CORCHADO, 1976:85; GONZÁLEZ, 1975; 347 y 348). En la
descripción se hace referencia a su ubicación entre Caracuel y Calatrava la
Vieja, sobre el río Jabalón (VILLEGAS, 1981:53). Sin mayor concreción sobre su
condición en el momento de la donación, por diversas razones, tanto referidas a
paralelos, ubicación y articulación del territorio como a su propio análisis
toponímico y arqueológico, debía existir previamente junto al núcleo
poblacional, algún tipo de estructura defensiva lo suficientemente consistente
para conllevar un beneficio en su tenencia (como trataremos con posterioridad,
al tratar de la etimología del topónimo), aunque con posterioridad a la
donación, entre 1157 y 1187, efectivamente se procediese a su refortificación
(RODRIGUEZ-PICAEA, 2001: 625).
Esta primera donación es posible
relacionarla con la estrategia inicial del monarca del control de los puntos
avanzados del territorio, concedidos para su defensa y repoblación a señores
pertenecientes a diversos linajes, entre los que se cuentan mozárabes
toledanos, “enriquecidos por la práctica de la guerra y el botín” (RUIZ, 2003:
103). A nivel general, citar los casos de Alarcos, cuya tenencia fue ostentada
por Diego López de Haro, o Dueñas, en posesión de Rodrigo Gutiérrez. Asimismo,
indicar que, a pesar de desprenderse de los análisis de diversos autores que
Ciruela se podía encontrar entre los lugares, junto a Malagón, Alarcos y
Benavente, en los que Tello Pérez recibía varias heredades en 1181 por parte
del Maestre de Calatrava para su repoblación, tal donación parece corresponder
a Ciruelos, en la provincia de Toledo (RUIZ, 2003: 146 Y 147;
RODRIGUEZ-PICAVEA, 1994: 262).
Pedro
J. Ripoll Vivancos
(Separata
Boletín de Arqueología Medieval. Nº 13. Asociación Española de Arqueología
Medieval. 2007)
El
viejo caserío de Ciruela
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