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viernes, 23 de junio de 2023

CIUDAD REAL EN EL ANUARIO DE ESPAÑA EN LA MANO DE 1926

 



Al reseñar los pueblos enclavados en esta provincia (la de más extensión superficial de España, pues tiene 19.741,15 kilómetros cuadrados), a nuestra memoria acuden los pasajes cervantinos tan admirablemente descritos en el Quijote y la ruta seguida por este hidalgo, reverdecen los episodios relatados de manera que ninguna otra pluma logrará igualar. Y el ambiente que flota en los capítulos del inmortal libro del caballeroso manchego lo sentimos a recorrer estas villas, ciudades y pueblos, cuyas costumbres, hábitos y caracteres no osaremos indicar, por considerar una profanación el imitar lo que Insuperablemente relató Miguel de Cervantes.

Población agrícola e industrial, es importante en la actualidad por sus ricos vinos, por las abundantes cosechas de azafrán, por las blondas y encajes, que gozan de reputación universal, y por sus ricas minas de azogue, las más importantes de España en este aspecto.

Visitaremos la población de CIUDAD REAL, debida a Alfonso X, que la mandó construir para que sirviera de guía y custodia a los caminantes que de Toledo se encaminaban a Andalucía y que eran asaltados por los bandidos y ladrones que merodeaban por aquellos lugares. Primeramente se llamó Villa Real, y Juan II la. designó ciudad, siendo colmada de regalías y prebendas por los dos citados monarcas y por los Reyes Católicos, los que escogieron a cien ciudadrealengos para guardia y escolta.




Está situada en una gran llanura a cinco kilómetros del río Guadiana, el que a veces a inundado la ciudad, a pesar de las murallas que la circundan y que le dan un aspecto interesante, pues a pesar de estar viejas y ruinosas, sus sillares de piedra y su obra de ladrillería son interesantes, al igual que los torreones almenados, que aún se yerguen, haciendo ostentación de su pasado poderío. Para ingresar en la ciudad hay siete puertas, conocidas con los nombres de Ciruela, Alarcos, Carmen, Granada, Santa María, Mata y Toledo, siendo muy notable esta última por sus esbeltos arcos, las torres que le flanquean y la gran ojiva de depurado gusto.

El interior de la población presenta calles amplias y rectas y plazas hermosas, siendo la principal la de la Constitución, en cuyo centro se levanta la estatua del preclaro hijo de esta ciudad Hernán Pérez del Pulgar, que tantas proezas llevó a cabo en la conquista de Granada. El Ayuntamiento, de estilo grecorromano, es suntuoso y presenta unas notables esculturas en su fachada, varios escudos y armas v la torre central, con artísticos remates.

Entre las de mérito antiguas de la ciudad sobresale la iglesia de Santa María, bajo la advocación de la Virgen del Prado, abierta al culto y oficiando de Catedral, siendo su Obispado Priorato de las Ordenes Militares. El edificio es de estilo gótico, levantado en el siglo XVI, con una sola nave y con retablos, esculturas y joyas de gran valor y mérito y con la interesante colección de estandartes, que se utilizan en las proclamaciones de los reyes españoles.




Otras iglesias notables son la de San Pedro Apóstol, de estilo churrigueresco, y la de Santiago, aunque esta última ha sido restaurada deplorablemente.

Entre los paseos modernos el más hermoso es el de la Libertad, que se extiende frente a la destruida Puerta de Calatrava y en el lugar en que antes hubo una serie de lagunas.

En las inmediaciones de Ciudad Real hay dos lugares célebres por los recuerdos históricos que evocan: el despoblado denominado Peralvillo, sitio donde la Santa Hermandad ejecutaba los reos, dejando insepultos los cadáveres, y el Santuario de Alarcos, erigido en el siglo XIII en conmemoración de la batalla de este nombre. con anchas ojivas, bajos pilares y motivos ornamentales de gran interés artístico.

En aguas minero-medicinales es muy rica la provincia, contando con los balnearios de Hervideros de Fuensanta y Navalpino, de aguas ferruginosas bicarbonatadas.

Ciudades esencialmente agrícolas se extienden por la dilatada llanura de la provincia. siendo célebre por sus vinos tintos, Valdepeñas, que es el centro más poblado de esta estepa castellana y en donde son dignas de visitarse sus magníficas bodegas.

 



A 23 kilómetros se halla la ciudad de Infantes, que, en la ermita del Calvario, en las afueras de la población, guarda los restos de Don Francisco de Quevedo y Villegas, recientemente trasladados desde Madrid. Otro lindo pueblo es Santa Cruz de Mudela, en donde la llanura abandona su línea tersa y comienza a subir entre viñedos por las estribaciones de Sierra Morena y desfiladero de Despeñaperros. En este término hay minas de antimonio. Manzanares es otra ciudad alegre, con edificios blanqueados y un buen templo parroquial. El cultivo del azafrán alcanza proporciones enormes, evaluándose su producción anual en 3.000 kilos, y es además centro vitícola de importancia, con espléndidas bodegas y destilerías a vapor para la fabricación de aguardiente. En los contornos de la ciudad aparece el campo de Montiel y la Cueva de Montesinos, de recuerdos cervantinos, y las célebres Lagunas de Ruidera, donde nace el Guadiana Alto, para desaparecer subterráneamente y resurgir de nuevo en los llamados Ojos del Guadiana.

Alcázar de San Juan. punto de unión de la línea ferroviaria de Andalucía con la de Alicante, es centro comercial de vinos andaluces, extremeños y alicantinos.




Almadén, célebre por sus minas de azogue, montadas con los últimos adelantos de la ingeniería moderna y en las que están ocupados más de 4.000 obreros, produciendo al año 50.000 frascos de azogue, de 34 kilos y medio cada uno, que dejan al Estado un beneficio líquido de 10 millones de pesetas.

Y antes de cerrar estas cortas líneas, dedicadas a los ciudarrealeños, tenemos que hacer mención de Almagro, ciudad en la que se confeccionan las blondas y encajes más finos, de mejor perfección y de gusto más exquisito de toda la península y que han alcanzado un justo renombre mundial.

Al dejar estas llanuras inmensas y estos pueblos de acogedora hospitalidad, llevaréis como recuerdo impreso en vuestra memoria la hidalguía de los hijos de esta tierra, que, descendientes espirituales de aquel Caballero de las andanzas, saben poner en sus actos un timbre de rancio linaje no exento de un noble orgullo.

 

España en la mano. Anuario ilustrado de la Riqueza Industrial y Artística de la Nación, Publicado por B. Álvarez y Álvarez 1926




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