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jueves, 6 de febrero de 2014

CIRUELA: HISN AL-SUJAYRULA (V Y FINAL)



Asimismo, en el Norte de África, durante los últimos momentos de la lucha entre almorávides y almohades, se señala otro dual (“>al Sajaratan<” (al-Sakharatan) como campamento de asedio de Abd al-Mu’im en las cercanías de Tremecén, Argelia, (BOSCH, 1956: 260): el enclave de “las dos rocas del monte Terni”.

Para la actual región castellano-manchega, se documentan entre otros los significativos Castillo de Zafra (coordenadas UTM ED-50: X=609176; Y=4521400; Huso=30), en el actual término  de Campillo de Dueñas (Guadalajara), perteneciente al alfoz medieval de Molina de Aragón (RANZ & LOPEZ, 1999: 49); o Zafra del Záncara (coordenadas UTM ED-50: X=537900; Y=4416000; Huso=30), en Cuenca, en una de las vías de acceso hacia la capital, con restos también de antigua fortificación, y topónimos próximos como Llano Alcolea, Los Villares o Torrebuceit. Si bien, Corominas no identifica el étimo Zafra con la raíz >sajra< (sakhara) (COROMINAS, 1974: “zafra”), Federico Corriente sí lo relaciona con la misma, al menos en una de sus acepciones posibles (CORRIENTE, 1998;  “zafra”, 122).

Más específicamente en Ciudad Real, aunque de más dudosa interpretación, Martínez Ruíz señala también otro topónimo derivado de >sajra< (sakhra): Cijara, como paraje y hoz del Guadiana (coordenadas UTM ED-50: X=334000; Y=4362000; Huso=30) en Herrera del Duque (MARTÍNEZ, 1988: 119), con variante medieval “Azijara” y “Acijara”.

Por otra parte, en Zorita (Cáceres), siguiendo las indicaciones de Juan Gil (GIL, 2005), se hallan en la actual Dehesa de Cigueruela, los vestigios del denominado en diversas fuentes “Castillo de Zuferola”, “Zufarola”, “Cifuruela”, “Ciferuela”, “Cigüeruela” o “Cigueruela” y, actualmente, también conocido como La Peña o Castillo de la Peña (coordenadas UTM ED-50: X=267000; Y=4355250; Huso=30), sobre un espolón rocoso, en las proximidades de una antigua vía de comunicación. Este topónimo, recogido también por Carlos de Ayala (AYALA, 200b: 85 y 409), con evolución en paralelo al de Ciruela, apunta una nueva vía de análisis abierta por Gil.

Otros posibles paralelos, a falta de comprobar y, por tanto, todavía por estudiar con detalle, son el de la localidad malagueña de Manilva (coordenadas UTM ED-50: X=298150; Y=4028250; Huso), donde parece constatarse el topónimo de loma de Ciruela o de los Mártires, significativamente en las proximidades del Arroyo de la Peñuela, El Peñoncillo y Las Higueras; el de la aldea de Ciruela (coordenadas UTM ED-50: X=515150; Y=4588050; Huso=30), en Berlanga del Duero, Soria, con topónimos próximos como Valdelapeña, La Torrecilla o Valdehorcajo;; los de Sigüero y Sigueruelo (coordenadas UTM ED-50: X=446520; Y=4558600; Huso=30), en Santo Tomé del Puerto, Segovia, con topónimos cercanos como Aldealapeña, Cabeza de Aldealapeña o Peñaltilla;  y los de Siruela, en Badajoz (coordenadas UTM ED-50: X=322500; Y=4316450; Huso=30) y Venta de Siruela, junto al Puerto del Muladar (Ciudad Real), mencionada en el siglo XVI por D. de Guadix (BAJO & MAÍLLO, 2005; “Muladar”, 835).


Análisis del enclave

Teniendo en cuenta lo expuesto con anterioridad, Ciruela se presenta como un enclave defensivo islámico en el corredor de comunicación entre Caracuel y Calatrava la Vieja, posteriormente ocupado como tenencia nobiliaria tras la reconquista del territorio en 1147, por parte de los Armildez, y que contó con un creciente interés por parte del arzobispo de Toledo hasta la Concordia con la Orden de Calatrava de 1245, pasando en 1255 a manos de la corona para formar parte, a continuación, del espacio territoral inicial en la fundación de Villa Real.

 Integrado dentro de la red castral cristiana del territorio, continuadora en gran medida del precedente islámico y descartada la posibilidad de haber sido en su momento atalaya del castillo de Alarcos, al haberse comprobado que no existe visual “Zufera” se localiza en el camino que, desde el vado de Valdarachas, sobre el Jabalón, se dirige hacia Calatrava la Vieja, por Miguelturra, con anterioridad a la fundación de Villa Real y relacionado, con muchas posibilidades, con la reconfiguración territorial que supuso el traslado de la capitalidad del iqlim de Oreto a Calatrava la Vieja por Muhammad I en el 854. En el tramo del camino de Córdoba, correspondiente a la jornada de viaje entre Caracuel y Calatrava la Vieja, en el que se documenta una gran densidad demográfica, con la existencia de un poblamiento disperso en alquerías y, pausiblemente, también en unidades inferiores de población, a la que debió contribuir el reasentamiento de la población de Oreto.

De los restos defensivos, quedan escasamente los vestigios del inicio de una torre, aprovechando al máximo el otero natural que brinda la peña: unas hiladas de mampostería irregular, en roca volcánica, con refuerzos de sillarejo en las esquinas, correspondientes en su parte más baja a la regularización de la roca para la cimentación. Inaccesible actualmente la parte superior del peñasco, presenta zonas laterales de derrumbe que han arrastrado parte de la cimentación en las caras norte y oeste.

Asimismo, pegada a los pies del peñasco, entre éste y los restos de la antigua iglesia, se observa una plataforma cuadrangular, bordeada en tres de sus frentes por un muro, cuyo lado meridional no guarda alineación alguna con los muros de Santa Marina. Así, cabe identificar también los restos de esta área con parte de las estructuras del castillo descrito para Madoz en 1842: “…á su inmediación (de la iglesia) se halla el arruinado cast., que estuvo edificado sobre unos peñascos muy grandes…”. Además, se detecta la presencia de un largo muro que, enlazando, con la anterior estructura en su extremo NE, se dirige cerro abajo, por la ladera norte del cerro, hasta la vaguada.

Las dificultades naturales, en el caso de la atalaya, y de lo somero de las restantes estructuras no posibilitan llegar a concretar su cronología inicial, a pesar de la constatación de cerámica islámica en sus proximidades y de su reutilización con total seguridad tras la reconquista, debiendo formar parte todas ellas del “>hisn<” o “castrum” mencionado en la documentación.


De la evolución histórica del enclave y entorno territorial, el análisis toponímico y los paralelos peninsulares, se desprende la presencia inicial en época islámica de una >sajra< (sakhara) fortificada, atendiendo tanto a la intuición de Hernández Jiménez (HERNÁNDEZ, 1941:87), como a las definiciones más recientes ofrecidas respectivamente por Bonaassie y Dalliere-Benelhad: una roca, un peñasco, un “nido de águila”, con una muralla para cubrir las brechas entre las rocas (BONNASSIE, 1976; 26); un reducto defensivo, la unidad fortificada más pequeña existente, normalmente sobre un roquedo para control de una ruta o una villa (DALLIERE-BENEHALD, 1983: 63-65). En este sentido, Juan Zozaya (ZOZAYA, 1998: 27; ZOZAYA, 2005b: 403) señala tipológicamente la posible adscripción a la iniciativa estatal de estas fortificaciones rurales, en relación directa con las “alijas” y los “aguilares” castellanos, derivados toponímica y conceptualmente del término >hayyara< (hadjdjara) y >al-hayyarat al-Nusur) como resultado de una forma de fortificación temprana (ZOZAYA, 2005a: 38). Por el contrario, evaluando otras posibilidades, señalar que, Alfonso VII otorgase recién conquistada la zona un enclave en vanguardia que no dispusiese previamente de la más mínima fortificación, resulta difícilmente imaginable, tanto por la trayectoria de las donaciones reales de la época, como por lo arriesgado de aceptar la empresa.

Por su parte, la antigua parroquia de Santa Marina, de una sola nave, con cabecera reformada y acceso lateral, mantiene en pie parte de sus muros perimetrales, con zócalo de mampostería y alzado de tapial, salvo en la zona de la cabecera, habiendo sido su modesta portada gótica de sillería reubicada hace unas décadas en el acceso a la sacristía de la actual parroquia de la vecina localidad de Miguelturra.

La mayor densidad de restos en superficie, junto al lado sur de la parroquia y en un radio de unos cien metros, atestiguan la alquería, como enclave de poblamiento original, con fragmentos de cerámica islámica común, algunos arribuibles claramente al periodo de ocupación almohade, junto a numerosos fragmentos de material de construcción, teja curva y cerámica bajomedieval (RETUERCE, 1994: 20).

Al otro lado de la pequeña vaguada existe al Este del Cerro de la Horca, se halla la actual aldea, venida a menos y en pésimo estado. Destaca en ella, el pozo comunal existente al borde del camino que, desde Valdarachas (topónimo también de interesante relación con el territorio) asciende hacia Miguelturra y el cruce de caminos. En la antigua cantera de piedra volcánica, situada al Norte de la peña, en el frente de la colada volcánica del Cerro Zurriaga, junto al camino de Valdarachas, todavía se advierten los trabajos de labra y algunas piezas de molino o jaraíz inacabadas o defectuosas.

Pedro J. Ripoll Vivancos
(Separata Boletín de Arqueología Medieval. Nº 13. Asociación Española de Arqueología Medieval. 2007)


2 comentarios:

  1. Felicitarle por este humilde pero fantastico blog, lo visito diarimante, pero nunca comentè.
    Le envio algo que puede ser de su interes para su pùblicacion en el blog
    http://biblioteca.cchs.csic.es/digitalizacion_tnt/index_interior_ciudadreal.html
    Saludos y gracias por toda la cultura ciudarealeña que nos aporta.
    Siga adelante.

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