Puerta
del Perdón de la Parroquia de San Pedro
Tres puertas tiene la iglesia parroquial
de San Pedro y dos de ellas coronadas de bellos óculos. La de la Umbría y la de
poniente o Perdón. Ahí tenéis el exuberante gótico flamígero, de esta última.
¡Si yo supiera arte!, con esos dos, con el de la Catedral y su hermano de
Alarcos; con el oculto y deteriorado, abierto en el crucero de Santiago entre
la bóveda de yeso, injuriosa y fea, y el esplendido artesonado, y con otros,
más chicos y no menos curiosos, desparramados por nuestros templos, haría el
estudio, sereno, y la divulgación, necesaria e interesante, de los rosetones de
las iglesias de Ciudad Real.
Nuestro relato va comenzar en la puerta
del perdón, hoy asentada en apretado y florido jardín –oasis en la aridez
desolada de nuestras calles- que antaño, hasta el XIX, fue camposanto de la
colación y, con posterioridad reciente, plazuela seca y llana. Por eso, cuando
hace años, movieron tierras para convertirla en rampa y ajardinada, aparecieron
profusión de huesos de nuestros antepasados
remotos. A la plazuela, elevado sobre el nivel de las calles, se subía por
cuatro escalones. La adornaban pocos olmos, mal cuidados, y la cerraban, en
parte, la barandilla y los asientos que, a la vez de desmontar la fuente de
Hernán Pérez del Pulgar quitaron del Pilar y colocaron acá y en la Plaza de San
Francisco, donde aún persisten.
La puerta del Perdón, está cerrada de
continuo y así debe seguir siempre, pues dedicarla al diario paso del público solo
conduciría a destruir, dentro del templo, la encantadora armonía del coro y el
altar bello, de la Guía, frente al cual está situada. Por otro lado San Pedro,
para el servicio de los fieles, holgado tiene con las dos puertas laterales.
Solo se franqueaba la del Perdón, en los
casos de la pena capital en la cárcel frontera. Yo la vi abierta una sola vez.
Cuando la condena de “El Burguetas” y “El Cañamón”, y esto iba a referirme:
Puerta
de la antigua prisión provincial que se encontraba en frente de San Pedro,
donde hoy se levanta la Delegación de Hacienda
Al entrar en capilla los penados, la
abrieron de par en par y, velada por telas negras, desde la calle aparecía
imponente en su alto emplazamiento sobre la puerta. Dando frente a la cárcel,
en el dintel, por la parte de fuera levantaron un altar negro, con galones
gualda. Sobre él, entre seis cirios
amarillos, en elevada cruz con muchos nudos o tarugos –que estaquillas parecían
y decíamos arrancaban una por cada ajusticiamiento-, destacaba el curioso y
pequeño Cristo de la Santa Hermandad Real y Vieja, ofreciendo perdón con los
brazos abiertos y pidiendo plegarias y limosnas, para el descanso eterno de los
desdichados. Este Crucificado, rodeado de dalmáticas verdes, lo sacaba el bien
recordado al amigo Paco Herencia, en la fenecida Semana Santa, delante del
“paso” de los Judíos de San Pedro, y al verlo, en cada radiante mañana del
Viernes Santo, reproducía, en mí, los estremecimientos de ánimo sentidos en
aquella noche de pesadilla de mis años idos.
La ciudad cuando “El Burguetas”, encerró
su dolor por la tragedia en la pesadumbre, silenciosa y hosca, del anochecer
frío y lluvioso y en el lívido amanecer siguiente colgado de bandera negra, en
la fachada de la cárcel, como signo del ajusticiamiento consumado en los
patios.
No sé si revestirían semejante aparato
religioso las ejecuciones públicas llevadas a cabo desde los años de 1820 hasta
la prohibición de estos espectáculos.
Sé, por que me lo contaron, que durante
el citado periodo armaban el patíbulo delante del lienzo de las murallas,
comprendido entre la puerta de Toledo y la esquina que formaban al tomar la
ronda de Santa María, frente al actual cementerio. Las grandes cruces
esculpidas en las murallas, de muchos conocidas, indicaban el lugar seguro de
cada suceso.
Sin alejarnos a la época legendario de
la fundación de la Santa Hermandad por don Gil del Pozuelo y sus hijos Pascual
Ballestero y Miguel Turro, que flagelaba y asaetaba al forajido donde la
hallaba, y acercándonos aquellos posteriores, conocidos y temidos por Don
Quijote y Sancho en que colgaban de los arboles a los delincuentes, y allí
dejaban sus cadáveres para que los
recogiera “la Hermandad de Caridad fundada por el Ldo. Baldivieso”, tratemos de
reconstruir –siguiendo a Merchán- lo que presenciaron siglos enteros, nuestros
antecesores.
Cuadrillero
de la Santa Hermandad Vieja de Ciudad Real
La Santa Hermandad Real y Vieja,
reunida, a lo que parece, en su sala de juntas del convento de San Francisco,
seguía, en sus procesos, los trámites correspondientes en los demás tribunales
del Reino y, si apreciaba delito para aplicar la pena capital, remetía el
proceso a la Chancillería de Granada. Caso de devolverlo confirmado, acordaba
el Cabildo la fecha de la ejecución. Para notificársela al reo, se trasladaban,
el escribano y el alcalde, a la cárcel de la Hermandad que era la misma que
como Prisión Provincial existió, frente a San Pedro, hasta su demolición
reciente para, sobre su solar, edificar la moderna Delegación de Hacienda en
violento contraste con el vestuto ojival templo parroquial.
Era un caserón no sin carácter, y
adecentado e higienizado, quizás pudo quedar ennoblecido cobijando el tan
deseado y necesario Museo provincial. La capilla fundada por testamento del
capitán Cristóbal Mena en septiembre de 1548, tenía como titular a Sta. María
de la O a quién ofrecía función anual en San Pedro, en honra de los Reyes, sus
protectores, con gran pompa y reparto de socorros a los pobres. La imagen de la
época, era noble y no menos el frontal del altar, de cerámica talaverana con el
escudo de la Santa Hermandad y dos cuadrilleros a los lados, según describe
Hervás y quiero recordar vagamente.
Retomemos, de nuevo, a nuestro relato: A
la vez de comunicar la sentencia al penado, le proporcionaban los auxilios
espirituales pertinentes y quedaba recluido en capilla por tres días, al cabo
de los cuales se organizaba, a la puerta de la prisión, tétrica comitiva para
acompañarlo a las horcas de Peralvillo, en viaje postrero.
Precedía la Cofradía de Caridad con el
Cristo de las estaquillas (desde 1515, poseía privilegio de ir en los actos
religiosos públicos, tras la Cruz parroquial de San Pedro); seguían a caballo,
cuadrilleros y ballesteros, asalariados por el Tribunal para este cometido, con
flechas y arcos y vestidos verdes. Más detrás, iba el condenado rodeado de
religiosos exhortantes. El cortejo lo cerraban como encargado del reo, el
cuadrillero Mayor, con estandarte verde, y, a su lado, un escribano y por
último, el alcalde. En la puerta de la prisión y por las calles, de trecho en
trecho, pregonaban el delito y la pena. Al llegar a la Puerta de Toledo se
trasladaban, seguidamente, a Peralvillo, donde estaba el cadalso delante de una
tienda de campaña. Allí, al otro lado de una mesa cubierta de verde, con un
Crucifijo y una escribanía, se situaba el Tribunal. Leída la sentencia y hecho
el postrer pregón, se daba garrote al delincuente, le clavaban la treces saetas
de ordenanza y abandonado quedaba su cadáver y pendiente del patíbulo.
En
Peralvillo ejecutaba la Santa Hermandad a los condenados a muerte
Nuestras notas citan los siguientes
ajusticiamientos:
El 23 de mayo de 1776 “dieron pena
capital de orca a Juanazo y a Covadonga, en Peralvillo, por el Tribunal de la
Santa Hermandad Real y Vieja”.
En 1783 “fue condenado a pena de orca, ejecutada
en aquel tiempo por la Villa de Almagro, el tío Ribera, monedero falso”.
El 1799, “el día 17 de julio, sufrió la
pena ordinaria de orca un reo de la Villa de Camuñas preso por el Tribunal de
la Santa Hermandad Real y Vieja; llamado Francisco Gómez”.
En 1803, “el siete de marzo ahorcaron a
Fernando Pinilla, en Peralvillo”.
Cerca de las horcas había un arca de
piedra y sobre ella, una losa con una ventanilla, en el centro, por donde los
pasajeros piadosos o los hermanos de la Caridad, arrojaban al interior los
huesos de los que perecieron, con lo cual lucraban las indulgencias concedidas
a la Santa Hermandad por bulas Papales. En unos de los lados del arca, se
elevaba una gran Cruz de hierro.
De este modo, las horcas de la Santa
Hermandad, sitas en una loma de la aldea de Peralvillo, al lado derecho de la
carretera que nos lleva a Toledo, alcanzaron, al correr de los siglos, su fama
terrible. Ya todo desapareció menos el nombre. Ahora, por aquellos lugares, se
encuentran modernas construcciones para curar el tabaco.
Peralvillo
en la actualidad
Quizá, lector me recrimines por el tema
que te relaté. Lo tengo por descontado, pero pensé que la historia de los
pueblos –sea la grande o la chiquitilla como esta-, como la vida de la
personas, no se hace solo con retazos de seda, rosa, azul, verde, de halagüeños
y grandes acontecimientos, pues buenos remiendos de burdos tejidos grises y
negros tienen, si completas han de ser, y a estos en alguna ocasión había de
tocarles la vez y no quiso desperdiciarla en está. Otra te contaré algo menos
amargo a tu paladar y al mío.
Como final y respiro, te invito a
recorrer estos parajes en su faceta moderna y placentera: los edificios
tabaquiles; la verdura jugosa de los arrozales de la vera del Guadiana, por
Puente Nolaya; los nenúfares, florecidos, del remanso….
Descansaremos en el ventorrillo de la
Frasca, junto a la carretera, frente a la iglesia humildica, y beberemos vino
de Miguelturra y charlaremos con la vieja, chusca y entretenida Frasca. Al
regreso, pasadas las basalteras y la volcánica “cuesta colorada”, toparemos con
la Atalaya y con el Palomar del Arcediano, y no estaría mal, como remate,
detenernos para contemplar olivos alineados; cereales en granazón, y huertas,
con nogales e higueras sombreando casitas y norias moriscas, tendidos ante la
horizontal línea blanca, larga y lejana que asemeja el aplastado caserío de
Ciudad Real con las torres señeras y pardas de sus templos, en vertical
clavadas. Más al fondo, imprecisa, la violeta sinuosidad de Sierra Morena.
Arriba, unas nubecillas y un cielo plomizo y denso. Aquí, cerca, el trazo
blanquinegro de una “burraca” que vuela asustada y chillona. Huele a tomillo.
Julián
Alonso Rodríguez (Diario Lanza, año XII, nº 3.308, jueves 14 de enero de 1954
páginas 3 y 4)
Maravillosa entrada!!!! Me ha encantado. Muchas gracias
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