Se celebró en el año 1955, el VII Centenario de la fundación de Ciudad Real con diferentes actos. El diario de tirada nacional “ABC”, también se hizo eco de esta celebración el domingo 20 de febrero de 1955, publicando en su portada una fotografía aérea de nuestra ciudad con el siguiente texto: “CIUDAD REAL, SIETE VECES CENTENARIA. Una vista aérea de Ciudad Real, de cuya fundación, por el Rey Alfonso X el Sabio, se cumplen hoy exactamente siete siglos. Con motivo de esta celebración, Carlos María San Martín, en trabajo publicado en las páginas de huecograbado, de este número, hace historia de los orígenes de Villa Real, primitivo nombre de la capital manchega”.
Dos páginas interiores del diario se
dedican a nuestra ciudad, con un artículo que lleva por título: “HACE AHORA SETECIENTOS AÑOS, ALFONSO X EL
SABIO FUNDO CIUDAD REAL”, en el cual se dice lo siguiente:
“El
20 de febrero de 1255, Alfonso X el Sabio fundó Villa Real, a la que, dos
siglos después, otro monarca castellano, Juan II, daría el título de ciudad,
convirtiéndose, desde entonces, en Ciudad Real.
Si
el antecedente geográfico de la capital manchega fue el pequeño caserío Pozuelo
Seco de Don Gil, que quedó absorbido por la nueva población y enmarcado dentro
de sus murallas, fue Alarcos su antecedente histórico.
Una
de las razones que impulsaron al Rey Sabio para mandar construir Villa Real o
Ciudad Real fue la necesidad de edificar un importante núcleo urbano que
sustituyese a la arrasada ciudad de Alarcos, en la que sufriera sangrienta
derrota el Ejército cristiano, en 1195, por la impaciencia de Alfonso VIII.
Fuere porque éste no quiso aguardar al Rey de León, fuere porque el Monarca
leonés se retrasara de propio intento, lo cierto es que tuvo que representar
desigual batalla a Yacub Almansur, quién, a sangre y fuego, pasó sobre ella y
siguió victorioso hasta tierras de Cuenca.
El
cerro de Alarcos separa dos grandes llanuras, limitada la una por Sierra
Morena, y la otra, por los Montes de Toledo, ambas propicias para el choque en
campo abierto de grandes masas de sarracenos y cristianos. Alarcos fue no sólo
el muro que separaba esos dos extensos llanos, sino la plataforma desde la que,
años más tarde, fuera posible la revancha de las Navas de Tolosa. No ha quedado
nada del esplendor de la vieja ciudad destruida. Sólo pervive la devoción a la
Virgen que en ella se veneraba y que, con el nombre de Nuestra Señora de
Alarcos, hoy sigue teniendo culto en la sencilla ermita encalada que se yergue
sobre la colina que en otro tiempo fue encrucijada histórica.
Sin
embargo, cuando Alfonso X el Sabio pensó en reconstruir Alarcos, no se decidió
hacerlo en el mismo sitio de antaño –sobre el río Guadiana y a unos ocho kilómetros
de la actual Ciudad Real-, porque el paludismo fue azote siempre tan duro como
la guerra para la población. El Monarca castellano ordenó que la nueva urbe se
alzara donde hoy está alejada del río, para evitar las epidemias.
Otras
de las razones de la fundación de Ciudad Real fue la necesidad de que hubiese
una ciudad íntegramente del Rey en primera línea, que sirviese tanto para
residencia de la corte, durante las andanzas guerreras de los Monarcas castellanos,
como de Cuartel General avanzado de la Reconquista.
Hace
setecientos años, Alfonso X el Sabio otorgaba a Villa Real la Carta Puebla y
los fueros y privilegios que la hacían totalmente independiente de la poderosa
Orden de Calatrava y solamente ligada a la corona. Con ello, el Rey lograba un
importante enclave en territorio de los calatravos, poniendo así freno a sus
ansias de dominación. Villa Real, con su solo nombre, recordaba a sus vecinos
el poder del Rey.
Así
es como surgió Ciudad Real, fundada por el hijo del Rey Santo. No es de
extrañar la atención que prestaron ambos Monarcas a esta tierra, ya que se
considera como muy verosímil que Fernando III naciera en el castillo de
Bolaños, distante de la capital manchega unos treinta kilómetros.
Carlos
María San Martín”
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