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miércoles, 17 de febrero de 2021

MULTITUDINARIO ENTIERRO DE LA SARDINA

 



Ayer fue un día triste para el grupo de carnavaleros a ultranza. Doña Sardina Arenque del Guadiana, viuda de .don. Lucio, falleció después de una corta enfermedad, sin que los doctores que la atendieron a lo largo de la semana, pudieran hacer nada por evitarlo.

En Ciudad Real, sin que nadie solicitara la autopsia-, la sardina fue enterrada y con ella se fue casi todo el carnaval que tanto nos ha entretenido. Todavía queda cuerda hasta el domingo, pero ya no será lo mismo.

La Comisión de Pompas Fúnebres (antes Festejos) y la Federación de Peñas Afligidas, prepararon un enorme catafalco para trasladar a una enorme sardina, un poco escasa de carne aunque bien puesta de raspa.

Un impresionante gentío compuesto por grandes y chicos, altos y bajos, con máscara y sin máscara, asistió al sepelio, que conforme avanzaba por el recorrido previsto, veía nutrir sus filas con más desconsolados ciudadanos. El luto que exigía la ocasión era riguroso y las demostraciones de pena fueron variadas, yendo del llanto al lamento y del lamentó al ayayay…

Los que más madrugaron para firma en el Libro de Duelo, fueron obsequiados con un lingotazo de anís y una perrunilla, porque ya se sabe que las penas con pan son menos penas.

El cortejo salió de la plaza Mayor y terminó en el solar del antiguo Palacio de Justicia, donde la sardina, sin ser de religión hindú, fue quemada en pira funeraria. Este trance fue difícilmente superado por infinidad de deudos, que al borde del desmayo, levantaron aún sus lamentos en la noche…

Para reponerse de tanta pena, los ciudadanos pudieron asistir al cementerio del carnaval, que se instaló en lo que hasta entonces había sido Palacio del Carnaval. A partir de ahí, la tropa carnavalera intentará levantar su espíritu para enfrentar con buen ánimo el desfile del domingo de Piñata.

Diario Lanza, jueves 1 de marzo de 1990



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