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jueves, 25 de febrero de 2021

CIUDAD REAL EN EL DICCIONARIO GEOGRAFICO DE ESPAÑA DE PABLO RIERA PUBLICADO EN 1882 (VI Y ÚLTIMO)

 



En ella fueron visitados por el mismo D. Juan y su esposa Dª. María, infantes de Aragón, el día 24 de abril de 1431, día memorable por haberse experimentado en la c. un terremoto, á consecuencia del cual se desprendieron tejas y almenas de la torre del Alcázar, se abrió una pared del convento de San Francisco y cayeron dos piedras muy grandes de la capilla mayor de la iglesia de San Pedro. El muy alto y poderoso señor D. Álvaro de Luna, privado del Rey, no se desdeñó de obtener el nombramiento de Almojarife, y luego la escribanía mayor de Ciudad Real. El médico del referido Monarca, bachiller Fernán Gómez, que gozaba de gran celebridad así en la ciencia médica, cuanto en la literatura, vió la luz primera en la localidad tantas veces nombrada en este artículo. No queriendo Enrique IV enajenar de la corona a Ciudad Real, solo consintió en prestársela sucesivamente á sus consortes, Dª. Blanca y Dª. Juana; ésta a sus expensas mandó edificar un Alcázar, y una nueva torre, debiéndole la c. la completa exención de cualquier pecho y pedido de moneda, según consta en real cédula de 22 de junio del año 1473.

Los años transcurridos no habían logrado acabar con las discordias entre Ciudad Real y Calatrava y la lucha seguía animada e incesante entre los dos campos. En 1397 ocurrieron nuevos d e s órdenes, saqueos y mortandades; en 1424 acordáronse treguas en Almagro con el Maestre Luis de Guzmán; en 1445 resistió la c. á los infantes de Aragón que pretendían el Maestrazgo para el jóven D. Alonso, y estorbó la entrada a Lope de Vega, caudillo del partido aragonés, viendo asolada en venganza, su campiña. Ocurrió que en 1449 y siendo corregidor Pedro Barba, recaudador Juan González y alcalde el bachiller Rodrigo, animados por el influjo de que gozaban y contando con el apoyo de sus parientes, cristianos nuevos casi todos, gobernaban con tal violencia y tiranía que los robos y muertes cometidos exasperaron á los caballeros y súbditos de la orden, y hasta pusieron á algunos ciudadanos de parte de los ofendidos. Temiendo o afectando temer que iban a ser robados, armáronse la noche del 18 de junio m á s de 300 conversos, y miéntras otros de su raza, juntamente con los cristianos viejos, dormían sosegados, corrían ellos en tumulto la pob, amenazando abrasarla con fuego de alquitrán. Repitióse la alarma en 7 de julio, y el bachiller Rodrigo, rodeando la plaza de fuerza armada, quiso prender á D. Gonzalo Manuento, comendador de Almagro, que se hallaba en la c, pero libertado por los regidores y omes huenos que deseaban paz, volvió al siguiente día el comendador con gran golpe de gente, y apoderado de una puerta empeñóse dentro de los muros un recio combate, durante el cual murió de un saetazo. Sin embargo, tras dos d í a s de lucha, quedó por sus parciales la victoria y corrió la sangre de los conversos, y abrasó el fuego sus casas, y el alcaide y su hermano Fernando, muertos á lanzadas, fueron colgados en la plaza de una picota con 20 cadáveres de los suyos. 




Al fallecer en 1474 el rey D. Enrique, llamado el Impotente, dividióse la Nación en bandos con motivo de la sucesión á la corona; el Maestre de Calatrava D. Rodrigo Téllez de Girón, que apenas contaba por aquella fecha diez y seis años de edad, pretendía la mano de la entonces infanta Isabel, que más tarde vino á ser reina; desairado en sus pretensiones el bastardo D. Pedro Téllez de Girón, que tal era el referido Maestre, fue de los primeros en tomar partido en pro de Dª. Juana, llamada la Beltraneja, y de su marido el rey de Portugal, siguiendo en esto los consejos de su primo el marqués de Villena y de su hermano el conde de Urena, en cuyo poder se encontraba Dª. Juana. Persistiendo Ciudad Real en su fidelidad a Dª. Isabel, á la que había prestado pleito homenaje en manos del mismo D. Rodrigo, verificándose este acto con singular regocijo y representando á la pob. Sus cuatro regidores Fernando Treviño, Fernando Oliver, Fernando de Torres y Fernando de Foces, el citado Maestre reunió en Almagro 300 soldados de á caballo, freires y 2.000 peones, seglares, con los que se proponía hacer la suya, alegando cierta donación que dijo haber hecho Sancho el Bravo- Según aseguran varios historiadores, la c. resistió denodadamente á las tropas del Maestre, habiendo hecho una defensa heroica, en la que fue herido y de sus resultas murió D. Rodrigo del Pulgar y Poblete, padre del de las «Hazañas» y pariente de don Luis Osorio, después ob. de Jaca, uno de los que con más ardor abrazaron la causa de los Reyes Católicos. El referido don Rodrigo del Pulgar habíase apresurado en acudir en auxilio de su pueblo natal y sus paisanos le confirieron la jefatura suprema de las huestes que debían medir sus armas con las del enemigo. Algún historiador, supone, que abiertas pérfidamente las puertas de la c. penetró en ella el Maestre logrando reducir la a servidumbre, no sin haber mandado decapitar a muchos principales v e c siendo infinito el número de plebeyos que fueron amordazados y azotados. Los reyes mandaron socorro á sus fieles vasallos, acaudillando las fuerzas reales, el conde de Cabra, el Maestre de Santiago y D. Rodrigo Manrique. Con tan respetable refuerzo, los oprimidos arrollaron en sangrienta lid al de Calatrava, de calle en calle hasta arrojarle de su recinto. Lo que sí parece averiguado es que el Maestre con ardidosa traza supo apoderarse del Alcázar y que los Reyes Católicos, por esto y por asegurar la paz, determinaron arruinar las casas fuertes y hacer donación y gracia de su palacio á Fernando Cervera, natural de la c. y apoderado de SS. AA. despachándole cédula de posesión en Valladolid el 15 de agosto de 1475. 




Más tarde, los citados reyes, mandaron reparar los muros, fomentar al laboreo de las minas y escoger para su propia escolta 100 arcabuceros, y debe suponerse que á contar desde entonces data el nombre que tienen algunas calles de la c, tales como la de «Lanza,» del «Caballo» de la «Lentejuela,» de la «Sangre,» de la «Mata» y de la «Cuchillería,» y también, á un cuando haya que exceptuar alguna que otra, la de «Ballesteros,» de los «Reyes,» de los «infantes» de «Caballeros,» de «Calatrava,» de «Granada» y de «Morería.»

Durante el a ñ o 1483 se estableció en Ciudad Real como rango propio de una cap., el Tribunal de la Inquisición  teniendo por primer presidente á Pedro Díaz Cotane, licenciado en Teología y canónigo de la catedral de Burgos, y su asiento en el mismo sitio que ocupa la casa del señor conde de Montesclaros. Dicho presidente fue muy en breve trasladado á Toledo, pero durante el periodo de su mando supo aprovechar el tiempo, pues según datos que tenemos a la vista, fueron quemadas 3,377 personas. Los referidos reyes hallándose en 1487 en Málaga, pidieron á Ciudad Real gente y subsidios, que este se apresuró á llevar, por lo que agradecidos a tal diligencia y buena voluntad y atendiendo también al céntrico sitio que aquella ocupa en medio de la Mancha y entre Castilla y Andalucía, otorgaron privilegio, que fue expedido en Madrid á 30 de octubre de 1494, para establecer en ella una Real Audiencia y Chancillería , con título de perpetuidad, la misma que por ennoblecer á Granada trasladaron en 1505 en calidad de «por ahora,» tanto que al salir el sello real decía el pregón que iba depositado á dicha c.




No bastaron á terminar las diferencias entre Ciudad Real y la Orden de Calatrava con el poder de ésta absorbido por la corona, pues de la adquisición de casas y bienes en el ter. de la primera, hallamos todavía excluidos en 1500 á los caballeros de Calatrava y Alcántara: del desempeño de su Vicaría eclesiástica en 1520 á los naturales del Campo de Calatrava; del cargo de regidor en 1526 á los comendadores, y hasta en 1542 vemos retoñar con nuevo brío las tradicionales y enconadas luchas.

Ciudad Real desde el momento en que se vió Ubre de sus implacables enemigos acrecentóse de una manera notable, especialmente durante los reinados de Dª. Isabel y D. Fernando y sus sucesores hasta Felipe III. La ind. floreció en tales términos que pudo vanagloriarse la c. manchega de poseer las mejores fábricas de Castilla, en las cuales se curtía un gran número de pieles, haciéndose en grandes proporciones el comercio de guantes. Sabido es que el decreto dado por Felipe III, expulsando á los moriscos del reino de España, fue una gran calamidad para la Nación, pues hirió de muerte la ind. y la agricultura de nuestro país; con este motivo quedó casi destruida Ciudad Real, porque alejándose de ella más de 5.000 ricos propietarios y comerciantes, con sus bienes y sus riquezas, se arruinaron sus abandonadas fábricas y quedó sumida en la miseria, yermos los campos y desierta la pob., no habiendo bastado después nada para que volviese su comercio y su ind. al grado de prosperidad que anteriormente había alcanzado.

Entre las rentas que Felipe IV en premio de sus servicios otorgó al duque de Aveiro, contábase Ciudad Real, y tal concesión dió motivo á que una comisión compuesta de cinco personas de las más ricas de la c. se acercase al Rey y le arrancara la promesa de que no se llevara á efecto el enajenamiento de Ciudad Real.

 



Nombróse á esta pob. Cabeza de part. durante el reinado de Carlos II, librándose privilegio y hasta tercera carta, á fin de serlo también en lo eclesiástico con vicario. Juez ordinario de la c. part y campo de calatrava, que subsistía desde el siglo XVII. Por último, en 24 de abril de 1814, por voto de las Cortes, fue declarada Ciudad Real cap. de prov. dando por terminados, si así podemos expresarnos, todos los sucesos importantes de ella, puesto que desde esa fecha, Ciudad Real ha sufrido en mayor ó menor escala la misma suerte que la mayoría de las prov. españolas, pues las guerras civiles por una parte y los trastornos políticos por otra, han dejado sentir en todas ellas sus deplorables consecuencias.

Ciudad Real es patria de muchos y esforzados varones, entre los cuales merecen citarse el famoso jurisconsulto Alfonso de Soto; el historiador Juan de Molina; el célebre bachiller F e r n á n Gómez, médico del rey D. Juan II, y autor del «Centón Epistolario» del P. L u á n Estrada de la Magdalena, autor de la versión castellana de «La Escalera» de San Juan Clímaco, primer libro que se dio á la estampa en el Nuevo-Mundo, en la c. de Méjico; de Hernán Pérez del Pulgar, el de las Hazañas, esforza doguerrero que tanto se distinguió en tiempo de los Reyes Católicos, y finalmente de Alonso Céspedes, apellidado el Bravo, de quien se refieren una porción de rasgos de fuerza y de valor.— Esta c. hace por armas en campo azul, un trono de oro, muralla y torres de plata sombreadas de negro figurando piedra y en el trono un rey sentado con espada en la mano diestra y cetro en la siniestra que representa á Alfonso X.



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