El acto externo más importante de las Cofradías y Hermandades, es la realización de su Procesión o Estación de Penitencia. La participación de los Hermanos en ella es fundamental, no puede haber dicho acto si no hay Penitentes. Cada penitente es una historia particular que hay que adivinar. Ellos hacen la Semana Santa y deben ser valorados en grado máximo. Quizás los hemos orillado muchos años en favor de los solos de corneta o de las coreografías costaleriles.
El penitente o hermano de luz ha sido
ninguneado por parte de una gran mayoría de las hermandades de Ciudad Real,
centrándose éstas en los costaleros y la música que, al fin y al cabo, es lo
que más llama la atención del público. En Ciudad Real hemos creado con el paso
de los años un estereotipo de cofrade con fecha de caducidad temprana, aquella
que marca su jubilación como costalero, capataz o miembro de junta, lo cual
provoca un rápido desapego que en muchas ocasiones conlleva hasta la baja de la
nómina de hermanos.
Los penitentes son anónimos, aguantan las estrecheces del templo a la salida, los parones en la calle, los retrasos y el comportamiento en ocasiones falto de tacto del público cuando no de los propios organizadores de la procesión. Y ahí siguen en su sitio, con su fidelidad, con el rostro cubierto, con la vista al frente. Se paran, caminan. Algunos rezan el rosario, otros entretienen la espera con la mirada fija en la llama del cirio. Los penitentes no salen para ser vistos, son vistos porque salen y son los personajes más importantes de la Semana Santa. Las imágenes siempre nos esperan en sus templos, los penitentes sólo son vistos una vez al año.
En Ciudad Real tenemos falta de penitentes
en las filas de las cofradías y hermandades, hay mil excusas para no vestir la
túnica y créanme que, salvo la salud, la familia o el trabajo, ninguna
justifica tu ausencia dentro de las filas de penitentes. Porque si eres hermano
de cualquiera de las veinticuatro cofradías de nuestra Semana Santa, tu lugar es
dar testimonio público de Fe desde el anonimato del capillo, vistiendo tus
mejores galas con la túnica reluciente y calzando zapatos negros o sandalias
(nunca zapatillas). Custodiando la luz que emerge del pabilo de tu cirio, la
cual es la llama de una devoción que debes saber transmitir a tus hijos y
nietos, para que te acompañen en esta cita que ha de convertirse en ineludible
año tras año.
Este año debe ser el de los penitentes más que nunca, los que no fallan a su cofradía, los que saldrán con más entusiasmo que ningún otro año, los que caminan delante o detrás del paso sin más charla que la que les ofrece su soledad, sus recuerdos o sus plegarias. Tanto tiempo en un plano secundario y ahora, cuando más se les necesita, estarán haciendo la cofradía, la Semana Santa y la ciudad. Cada penitente es un cartel, una historia, una vida, un asidero de la memoria. En cada penitente hay una historia muchas veces hermosa, una verdad íntima que sostiene la Semana Santa porque la hace auténtica.
En Ciudad Real no
hay más penitentes, por el concepto que algunos tienen de la Semana Santa. Unos prefieren estar en la acera móvil en
mano, viendo pasar a su hermandad y recordando viejas batallitas; otros les
parecen poco una simple palma, cirio o cetro comparada con una vara, un costal
o una faja; muchos creen que ya son mayores para salir de nazareno y que no van
a aguantar todo el recorrido; y unos cuantos no participan porque están peleados
con fulanito o menganito que ahora está en la junta.
Una asignatura pendiente de la Semana Santa de Ciudad Real es la puesta en valor de la figura del penitente. Y para ello se podría aprovechar el amplio alcance y difusión que poseen las nuevas tecnologías, al objeto de ofrecer al cofrade de manera amena y didáctica, una formación en la que se le explique la importancia de acompañar a sus Titulares con su túnica, el significado y cuidado de dicha prenda, así como el ejemplar comportamiento que hay que mostrar en la calle mientras se vaya revestido con ella.
No le falles a tu hermandad, convéncete
que el tiempo para este año se agota. Da un paso al frente y viste tu túnica
para vivir bajo la soledad del anonimato, la experiencia gozosa de acompañar a
Jesús y a María. Las vivencias y recuerdos que afloren te enriquecerán de tal
modo, que ya no querrás volver a faltar a la cita y convencerás a quienes más
quieres, para que en años venideros te acompañen, porque por si a alguien se le
ha olvidado, el penitente siempre ha sido, es y será el pilar fundamental de
toda la Semana Santa y sin cuya existencia no tendrían sentido nuestras
procesiones penitenciales.
Estimado amigo es un articulo al que yo apoyo ya que siempre he pensado así, por lo tanto te felicito por este escrito ,y te doy la enhorabuena.
ResponderEliminarJUAN MORENO MARTINEZ