Inicio hoy miércoles, el tiempo dedicado a la Semana Santa de Ciudad Real en mi blog, y este año me voy atrever a publicar mi opinión personal todos los miércoles, sobre varios temas que afectan a nuestra celebración pasional, sin intentar crear ninguna polémica, solo aportar mi punto de vista, tan respetable como el que tengan los demás sobre los temas que iré planteando, y con el fin de intentar arrojar luz sobre varios temas de los que se habla en el mundo cofrade ciudarrealeño.
Comienzo esta serie de opiniones, con un tema del que se viene hablando en los últimos años y que podemos escuchar en programas de radio y tertulias, a parte de las conversaciones cofrades, que surgen a lo largo del año en cualquier casa de hermandad o tomando una caña entre cofrades, que no es otro que el culto que reciben nuestras imágenes sagradas y la repercusión que tiene el mismo en la Vida de la Cofradía.
Lo primero que tenemos que tener claro es que una cofradía o hermandad, no es otra cosa que una asociación de fieles católicos que se reúnen en torno a una advocación de Cristo, la Virgen o un santo, un momento de la pasión o una reliquia con fines piadosos, religioso o asistenciales, y es reconocida por la autoridad de la iglesia. Aunque existen tres tipos de hermandades y cofradías: Penitenciales (que hacen pública estación de penitencia en Semana Santa); de gloria (que salen el resto del año) y Sacramentales (que tienen como dedicación la devoción y adoración hacia el Santísimo Sacramento), mi opinión va dirigida a las cofradías penitenciales, al estar en Cuaresma, tiempo de preparación hacia la Semana Santa.
Las hermandades y cofradías penitenciales, son las que unen a fieles católicos para dar culto a público a una imagen de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, y de la Virgen María, teniendo en cuenta que todas las imágenes tienen como finalidad anunciar a la persona, el mensaje y la obra de Cristo, siendo Él el Revelador perfecto de Dios Padre y Salvador único permanente del hombre y del mundo. “La imagen de Cristo es el icono por excelencia. Las demás, que representan a la Santísima Virgen y a los santos, significan a Cristo, que en ellos es glorificado” (Compendio, n.240). Por tanto, cuando la autoridad eclesiástica aprueba una cofradía o hermandad penitencial, están aprobando a una comunidad de fieles que tienen una estética y una manera de vivir la fe, diferente a cualquier asociación de fieles, siempre teniendo en cuenta que la iglesia la formamos todos, cofradías, fieles, grupos parroquiales, caritas, grupos de catequesis, etc. todos los bautizados formamos parte de ella. La diversidad de estos grupos nos enriquece a todos.
Como decía San Juan Damasceno, “Las imágenes son sermones silenciosos y libros para ilustrados por todos fáciles de entender”, ofreciendo a los creyentes un tema de reflexión y ayuda para entrar en contemplación y en oración ante las escenas de la pasión de Cristo que pueden ver sus ojos; incluso en medio de la calle se puede producir un encuentro íntimo con la persona de Jesucristo. Se puede muy bien decir que cada imagen refleja, además de la vida de Jesucristo, la vida espiritual de infinidad de fieles cristianos. Las imágenes se llevan en la memoria y en el corazón del tal modo que calan en lo más íntimo y querido de los devotos. Por eso, en el fondo, son el rostro de nuestra intimidad espiritual. Cualquier imagen debe ser respetada por ella misma y por lo que significa para aquellos que las veneran con devoción.
Cuando la autoridad eclesiástica aprueba una cofradía o hermandad, lo que todos tenemos que tener claro es que la imagen titular de la misma debe estar al culto público en el templo donde ha sido aprobada, porque si no ¿qué sentido tiene tener la imagen escondida en un almacén o casa hermandad durante todo el año?, ¿cómo va crecer la relación de clima de fe de un cofrade con su imagen titular, si solo la ve los días de Semana Santa?, ¿Cómo va crecer una cofradía en número de cofrades, si no se puede ver ni dar culto a su imagen titular durante todo el año? Por lo que el primer requisito es que, en la veneración de las imágenes, se debe cuidar con esmero de que traduzcan el mensaje evangélico, y solo eso es posible si la imagen titular esta al culto público durante todo el año.
Estar ante una imagen de Jesús, de la Santísima Virgen o de los santos necesita un clima humano, cultural y, sobre todo, espiritual, que haga posible un verdadero encuentro de fe que transforme y dé un nuevo horizonte a la vida. Es por eso que la relación con una imagen necesita de la gran riqueza de la piedad popular, y eso no se consigue por desgracia en nuestra ciudad para algunas cofradías teniendo a sus titulares ocultos durante todo el año.
En Ciudad Real se discute si van a desaparecer o no cofradías en los próximos años, si se tienen que fusionar para salir de la crisis que viven muchas de ellas, y en tertulias se habla sin tapujos sobre todo, de las cofradías y hermandades del Viernes Santo por la mañana, claro que en estos lugares se habla exclusivamente de la puesta en la calle de la mismas sin entrar en la raíz de su problema. Pero yo voy a ser diferente y lo que propongo es darles un premio a todas las cofradías de nuestra Semana Santa que no tienen al culto público en un templo sus imágenes, y sobre todo a las que forman la Pasionaria de San Pedro, mi admiración por seguir sacando año tras año vuestros titulares a la calle, aunque de cortejo reducido, porque como no tenéis al culto público vuestros Titulares durante todo el año, es imposible que fieles se acerquen a las mismas con la intención de formar parte de ellas.
Ya sabemos que como movimiento eclesial las cofradías debemos alimentarnos de actuaciones que son la base de la vida cristiana, la lectura de la palabra de Dios, la catequesis como proceso de formación, la participación en los Sacramentos como impulso de una vida renovada, la oración como punto y lugar de encuentro con nuestros Titulares, porque para algo somos una Cofradía.
Concluyo mi opinión cofrade de esta
semana, reivindicando que las imágenes titulares de las veinticuatro cofradías
y hermandades de nuestra Semana Santa, deben estar al culto público en los
templos donde radican canónicamente y recibir culto durante todo el año en
ellos, ya que como han referido todos los últimos Papas en sus escritos, la
piedad popular es un precioso tesoro de la Iglesia católica. Termino con lo
definido en el segundo Concilio de Nicea, celebrado del 24 de septiembre al 23
de octubre del año 787, siendo Papa Adriano I: “Definimos con, todo rigor e
insistencia que, a semejanza de la figura de la cruz preciosa y vivificadora,
las venerables y santas imágenes, ya pintadas, ya en mosaicos o en cualquier
otro material adecuado, deben ser expuestas en las santas iglesias de Dios,
sobre los diferentes vasos sagrados, en los ornamentos, en las paredes, en los
cuadros, en las casas y en las calles; tanto de la imagen del Señor Dios y
Salvador nuestro Jesucristo, como de la Inmaculada Señora nuestra, la Santa
Madre de Dios, de los santos Ángeles, de todos los Santos y justos”
(Directorio sobre la Piedad popular y la liturgia, 238). Espero que con mi
opinión, reflexionemos todos sobre el valor y sentido de nuestras imágenes, y
antes de hablar sobre el futuro de nuestra Semana Santa, y la fusión de
cofradías y hermandades, intentemos resurgir a algunas cofradías de nuestra
ciudad, en primer lugar poniendo sus imágenes al culto público, para que los
fieles empiecen a relacionarse con ellas y comiencen a sumar hermanos en sus
filas.
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