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martes, 26 de marzo de 2019

LA HERMANDAD DE LOS MÉDICOS



La mayor parte de las Hermandades de la Semana Santa de Ciudad Real llevan un sobrenombre, conocido popularmente, con el que se identifica su origen o el núcleo principal de sus componentes. Así, la Hermandad de Jesús Caído se la conoce por la del Comercio; la de la Santa Cena, por la de los Estudiantes; la Virgen de la Esperanza, por la de los Agentes Comerciales; el Descendimiento, como la de la Construcción, etc.

La del Santísimo Cristo del Perdón y de las Aguas, también es conocida como la Hermandad de los Médicos. Daremos unos datos de su historia y veremos la justificación de este subtítulo popular.

Es la Cofradía más antigua de la Semana Santa ciudarealeña, ya que su fundación data del año 1599 y cuya primitiva imagen, denominada del Santísimo Cristo Crucificado de San Pedro, se relaciona con el origen de la ciudad. Con los años fue cambiando de nombre, llamándose después Cristo del Perdón y, desde el siglo pasado, se le añadió «y de las A guas» en reconocimiento a su intercesión milagrosa en una terrible sequía que asolaba nuestros campos. La imagen también sufrió cambios por destrucción unas veces, o deseo de mejora artística otras, hasta llegar a la actual, -obra-de Luis Marco Pérez, que se venera en la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol y preside su Altar Mayor.

La Hermandad, como todas las existentes en aquel pasado lejano, estaba integrado por personas piadosas que, a través de ella, daban culto a Nuestro Señor y ejercían la caridad de variadas formas. Salía en procesión en diversas ocasiones, especialmente en rogativas, pero su principal acto externo era la procesión del Viernes Santo por la mañana en un desfile modesto en cuanto a técnicas y enseres, pero austero y lleno de fervor religioso. Esta precaria existencia secular habría de interrumpirse para iniciar una transformación de la Cofradía y hacer, de rechazo, que las demás sintieran un plausible espíritu y aglutinantes de entusiasmo contagiados, en los momentos cruciales de la historia de nuestra Semana Mayor, dejando honda huella de su paso.

En el año 1908 se hace cargo de la Hermandad DON FEDERICO FERNÁNDEZ ALCÁZAR, ilustre médico de Ciudad Real, Jefe Provincial de Sanidad y que, por su prestigio, ocupó la presencia de nuestro Colegio. Este insigne colega, desplegó una actividad inusitada hasta llegar a conseguir una Hermandad que desfilaba el Viernes Santo con más de 500 personas entre penitentes, portadores de estandartes y gallardetes, niños y niñas representando personajes de la vida y pasión del Señor, banda de música, tambores y cornetas, soldados romanos, etc.

Hizo modificar el Paso sustituyendo el Cristo por otro, obra de Alsina. Después se añadieron las figuras de la Virgen, San Juan y Mª Magdalena y en el año 1915 se completó con los dos ladrones, dando a este conjunto escultórico una impresión majestuosa.

Federico Fernández Alcázar, gran impulsor de la Hermandad a principios del siglo XX, llegando el pueblo a conocer la Hermandad como la de Don Federico 

Con este impulso siguió la Hermandad en manos de otros directivos que no cesaron en su empeño de mejorarle, hasta que en el año 1936, cuando la persecución religiosa desencadena en los primeros días de la contienda civil, tuvo como objetivo inmediato la destrucción de imágenes y símbolos religiosos, todo el rico matrimonio, fruto de muchos años de trabajo y entusiasmo de tanta gente, desapareció. Al terminar aquella página negra de nuestra historia, no quedó nada de cuanto había sido el orgullo de Ciudad Real.

Pero si lo material había desaparecido, la fe popular estaba ahí; nuestras tradiciones estaban vivas y la Semana Santa, enraizada en lo más íntimo del pueblo, resurgió como nueva Ave Fénix de sus cenizas.

Otro ilustre Médico, DON PASCUAL CRESPO CAMPESINO, al dejar la Alcaldía que presidió unos años, se aprestó a la urgente tarea de la reconstrucción de la Hermandad. Se propuso vincularla a la clase sanitaria y, a su llamada, médicos, veterinarios, farmacéuticos y practicantes respondieron con casi unanimidad unos, haciéndose túnica para participar en el desfile procesional y otros, aportando una modesta cuota como socios. Este núcleo fue el que mereció que nuestra Cofradía se conociera como la «Hermandad de los Médicos».

Con el esfuerzo común se hicieron túnicas, centros, estandartes, vestidos y mantos para las imágenes y, como principal logro, un magnífico trono conjuntando el trabajo de artistas y artesanos locales.

A la muerte del Dr. Crespo, le sucede el que esto suscribe, médico también y colaborador íntimo del anterior en aquella etapa apasionante.

Los médicos han sido siempre personas de fina sensibilidad, que han sabido integrarse en la sociedad que les ha acogido, haciendo suyas sus costumbres, asimilando sus tradiciones para llegar a ser, voluntariamente, hijos adoptivos de esta hospitalaria Ciudad.

Pero los colegas que fueron colaboradores de esta reconstrucción de la Hermandad, van desapareciendo. En la lista de hermanos se abren huecos que no se llenan con otros nombres, y la colaboración que necesitamos es cada vez más escasa y, por consiguiente, la penuria económica más peligrosa cada día. Muchos compañeros son alta en nuestro Colegio; el número de médicos en ejercicio se ha multiplicado en pocos años y yo quisiera llamar la atención de todos —colegiados nuevos o menos nuevos— para que con una pequeña cuota de asociado a esta Cofradía de nuestra Semana Santa, siga mereciendo, como hasta aquí, el nombre de «Hermandad de los Médicos».

Por Dr. Carlos Rojas Dorado

Revista del Colegio de Médicos de Ciudad Real, Nº 152, marzo de 1991


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