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domingo, 31 de mayo de 2020

ALARCOS



Antonio Cañas Marquina apodado “El Pica”, santero de la ermita de Alarcos, además de eso es un consumado y hábil artesano. En sus años mozos, allá en su pueblo natal, Tomelloso, dedicóse a cantero, y de ahí, le viene esa aficción innata por las cosas del arte. Hombre sencillo, sin instrucción cultural apenas pero con un sentido justo y equilibrado de la estética y de la técnica más exigente y depurada, que ya quisieran por si muchos profesionales en la difícil tarea de las restauraciones.
Antonio con paciencia inusitada, ha limpiado de yesos y de cales, dejándolas en la piedra, las diez columnas góticas con reminiscencias visigodas, que posee el histórico santuario de Alarcos. Los ocho hermosos y monumentales arcos ojivales, de piedra patinada por el tiempo, las dos capillas laterales, y dos puertas de las tres que existen en la iglesia. También dejó al descubierto las paredes del ábside, pero después inexplicablemente han sido tapadas con argamasa de cemento y arena, estropeando el conjunto, y desarmonizando el estilo del templo.

El arco que corona la entrada del presbiterio, es de ladrillo con fuerte influencia mudéjar, y en él, este artista autodidacta ha volcado todo su ingenio y pericia con una exquisitez extraordinaria, que bien merece una generosa recompensa –aparte de su sueldo- de índole material, ya que su labor y el bien hacer, no tienen precio, y el y su familia lo necesitan.


DOS LEONES ALADOS

De manera fortuita, arando en las laderas del cerro de Alarcos con un tractor, aparecieron los dos monstruos de piedra: hallazgo similar a la “Bicha de Brazalote” y que hace pensar en un poblado ibero con influencia fenicia o griega. Los dos grifos en actitud de reposo, están bastante estropeados; sobre todo uno, que le falta la cabeza, la otra escultura se halla en mejor estado, apreciándose con claridad los rasgos del fabuloso animal, y las alas aunque estropeadas, en posición eréctil. El material con que están confeccionadas las esculturas parece de piedra caliza color sosáceo. A mi modesto juicio, creo que se trata de un hallazgo de importancia excepcional; los expertos tienen la palabra… Pero no acaba aquí la cosa; en el pequeño y heterogéneo museo que el santero Antonio ha confeccionado tenemos puntas de flechas y de lanzas, piedras con arabescos, primitivas piedras de moler, vasijas en terracota y una tosca lucerna en forma de cráneo de carnero y hasta la tapa de un sarcófago, adosado en la pared de la iglesia.

 Tomás Fernández Pérez. Diario “Lanza”, Extra de Verano, agosto de 1972


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