Antonio Cañas Marquina apodado “El Pica”,
santero de la ermita de Alarcos, además de eso es un consumado y hábil
artesano. En sus años mozos, allá en su pueblo natal, Tomelloso, dedicóse a
cantero, y de ahí, le viene esa aficción innata por las cosas del arte. Hombre
sencillo, sin instrucción cultural apenas pero con un sentido justo y
equilibrado de la estética y de la técnica más exigente y depurada, que ya
quisieran por si muchos profesionales en la difícil tarea de las
restauraciones.
Antonio con paciencia inusitada, ha
limpiado de yesos y de cales, dejándolas en la piedra, las diez columnas
góticas con reminiscencias visigodas, que posee el histórico santuario de
Alarcos. Los ocho hermosos y monumentales arcos ojivales, de piedra patinada
por el tiempo, las dos capillas laterales, y dos puertas de las tres que
existen en la iglesia. También dejó al descubierto las paredes del ábside, pero
después inexplicablemente han sido tapadas con argamasa de cemento y arena,
estropeando el conjunto, y desarmonizando el estilo del templo.
El arco que corona la entrada del
presbiterio, es de ladrillo con fuerte influencia mudéjar, y en él, este
artista autodidacta ha volcado todo su ingenio y pericia con una exquisitez
extraordinaria, que bien merece una generosa recompensa –aparte de su sueldo-
de índole material, ya que su labor y el bien hacer, no tienen precio, y el y
su familia lo necesitan.
DOS
LEONES ALADOS
De manera fortuita, arando en las
laderas del cerro de Alarcos con un tractor, aparecieron los dos monstruos de
piedra: hallazgo similar a la “Bicha de Brazalote” y que hace pensar en un
poblado ibero con influencia fenicia o griega. Los dos grifos en actitud de
reposo, están bastante estropeados; sobre todo uno, que le falta la cabeza, la
otra escultura se halla en mejor estado, apreciándose con claridad los rasgos
del fabuloso animal, y las alas aunque estropeadas, en posición eréctil. El
material con que están confeccionadas las esculturas parece de piedra caliza
color sosáceo. A mi modesto juicio, creo que se trata de un hallazgo de
importancia excepcional; los expertos tienen la palabra… Pero no acaba aquí la
cosa; en el pequeño y heterogéneo museo que el santero Antonio ha confeccionado
tenemos puntas de flechas y de lanzas, piedras con arabescos, primitivas
piedras de moler, vasijas en terracota y una tosca lucerna en forma de cráneo
de carnero y hasta la tapa de un sarcófago, adosado en la pared de la iglesia.
Tomás
Fernández Pérez. Diario “Lanza”, Extra de Verano, agosto de 1972
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