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jueves, 14 de enero de 2021

COMERCIOS Y TIENDAS DE CIUDAD REAL EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX: CALLE CALATRAVA (III Y ÚLTIMO)

 

Casa de Barrenengoa en calle Calatrava 7



Desde la llamada Cruz Verde, uno de los típicos lugares de nuestra Semana Santa, nos volvemos al principio de la calle, acera de los impares. Los números 1 y 3 fueron casas particulares, pertenecientes a las familias Cendreros y Navas, ensanchándose la calle durante el mandato de la Alcaldía de don José Maestro, en los años treinta, para facilitar la circulación rodada y evitar el embudo que suponía, en gran desproporción con la siguiente esquina de Paloma y Tintoreros, que así se llamaba la antes calle de Moret, luego de Audiencia y hoy de Elisa Cendrero.




En la casa número 5 casi siempre ha habido un taller de imprenta. Durante muchos años, estuvo la Casa Ajuria de maquinaria agrícola y posteriormente se trasladó a este local la Tipografía Alpha, fundada por doña María Picazo y Picazo, viuda de Tolsada, en el año 1931, regentada por su hijo don Manuel, hombre muy popular y culto. En la actualidad dicha imprenta, que perteneciera algunos años a don Antonio Rojas Dorado, fallecido en doloroso accidente de carretera junto con su esposa, doña Pilar Gil Calvo, funciona como cooperativa, pero manteniendo los herederos del señor Rojas la Papelería Minerva. En la misma casa las barberías de Manuel Medina y Florentino Herrera, dos hombres populares y excelentes profesionales, que tenían gran clientela. Dichos locales los ocuparon posteriormente la relojería-joyería Ismael y Alta Corsetería Maroto, respectivamente. En la puerta siguiente del mismo inmueble vivía el famoso Paco Argumosa con sus hermanas, famoso como decimos por tocar muy bien el tiple y cantar las manchegas con los también muy populares Mazantini y Machete, en la fiesta de la Pandorga el 31 de julio de cada año, en honor de la Virgen del Prado, en el paseo de su nombre, allá por las primeras décadas del siglo. También vivió en esta casa, muchos años, el canónigo de la S.I.P. don Ambrosio Núñez.



En la casa número 7 estuvo mucho tiempo un conocidísimo establecimiento, que fundara en 1856 don Dámaso Barrenengoa, industrial procedente de tierras del norte, establecimiento dedicado a ultramarinos y coloniales, fábrica de chocolates y tostadero de cafés de excelente calidad. En las últimas décadas en que se mantuvo abierto figuraron como propietarios de la Casa Barrenengoa don Dámaso y don Juan Pérez Ayala.



El número 9 alojó durante muchos años el Centro de Telégrafos, cuando se podía cursar un telegrama de los llamados de "madrugada" por seis perras gordas. Posteriormente hubo en dicha casa un establecimiento de motos y bicicletas propiedad del señor Alburquerque. Tanto el número 7 como el 9 fueron demolidos y las nuevas edificaciones cuentan hoy con modernos establecimientos comerciales y alguno bancario.



En el número 11, casa particular hasta la instalación en la misma de la fábrica de corchos de los hermanos Mayor Matías, conocidos por "Los Corcheros", muertos trágicamente el año 36, fue construido en los años cuarenta, por la Diputación, un edificio de viviendas para sus funcionarios, pasando la puerta de entrada a la calle de la Audiencia, hoy Elisa Cendrero. En el II duplicado antiguo, luego ya real, un despacho de vinos y posteriormente otro de venta de aceites y hasta 1966 la Droguería "Calatrava", destruida por un incendio, así como el resto del inmueble, edificándose uno moderno en su solar, instalándose en la planta baja la tienda de modas Daig y Lover, dedicada a cuadros, molduras y pinturas artísticas.



La casa de don José Martín, médico conocido, era la número 13, que sería derribada y sustituida por otra de moderna factura. Muchos años vivió en ella el peluquero Palacios, encargado de la peluquería y caracterización en los Teatros Cervantes y de verano y aún en las compañías de aficionados, para lo que se daba especial maña y arte. Estuvo también en esa casa la sastrería Marchán, que primeramente se había establecido en la acera de enfrente. En locales de la nueva edificación se hallan ahora la Papelería Calvillo y el supermercado de Pablo Romero.


En el 17 hubo muchos años una bodega ante la que en época de vendimia y en otro local una zapatería. En el 19 tenia la gestoría y correduría, así como la casa familiar, don Antonio Prado Cejuela, que fue alcalde de la capital durante los últimos años de la Dictadura.




Y en el 21, el Colegio de San José a cargo de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul, fundado en 1888 por el obispo prior doctor don José Maria Rancés y Villanueva, tercero de los prelados de la diócesis. El antiguo Colegio ha sido notablemente reformado y ampliado no hace muchos años.



Desde aquí hasta la Cruz Verde hubo una industria de mármoles de Nieto, en la casa siguiente; antes de la verja, ya desaparecida, también, hubo una tienda de comestibles de Lorenzo y Gregoria -uno de cuyos familiares desapareció en el incendio de la armería de Carlos Prado, en General Aguilera- que luego fue de Pepe; en el número 33, la carpintería de Eduardo Hidalgo, más conocido por "el hermanico"; en el final del otro tramo la tienda de los pajaritos y ya en el siguiente la de comestibles de Cejudo.




Pasada la Cruz Verde, en el ensanche de la calle y frente a la del Lirio, tenía el taller de carpintería Emilio Murcia, seguía el antiguo Comedor de Caridad, haciendo esquina con la calle de San Antonio, en una casa que construyó don Daniel Pintor, inaugurado en los años 16 ó 17 por el obispo don Javier Irastorza y Loinaz, y en la esquina siguiente está ahora la farmacia del licenciado don Rogelio Burgos García. Terminamos la relación de industrias y establecimientos con la fábrica de hielo de Paco el herrero, en cuyo local antes del año 36, por los carnavales, se celebraban allí bailes, a los que la gente llamaba de la "puñalá".



Debe consignarse que ya cerca de la antigua Granja Agrícola -hoy magnífico complejo educacional y deportivo- fue instalado por los últimos años de la década de los veinte el Comedor de Caridad y cuyo administrador en aquella época era Juan Marchante. En ese edificio fue instalado el Asilo de Ancianos, que primeramente estuvo en lo que hoy es Colegio Marianista, en el paseo de Carlos Eraña. El Asilo, hoy Residencia, ha sido reformado y ampliado con magníficos pabellones, albergando en sus salas a un buen número de personas de la tercera edad. La Comunidad de Religiosas cuenta con el aprecio y cariño de la ciudad, con todo merecimiento.



NOTA: Con fecha 02-03-08 mantuve una conversación telefónica en la que me comentaban de algunos errores sobre este escrito de D. Cecilio López Pastor referente a la "fabrica del hielo de Paco el herrero", expongo integro el correo electrónico que recibí.

Mi abuelo, Críspulo Morales Paz, nació en Almadén el año lo desconozco. Siendo muy joven sus padres lo mandaron a Ciudad Real para que cursara los estudios de derecho.

Siempre dijo que sería abogado, con los años esa fue su profesión. También le apasionaba la política y la compra-venta de acciones. Antes de la guerra era concejal en el Ayuntamiento de Ciudad Real, pero gracias a lo segundo, llegó a tener una de las fortunas más grande de la zona. Tenía varios puestos en el mercado, uno utilizado por mi familia para vender pescado, y el resto, los tenía alquilados, también tenía varias casas y terrenos. En la calle Calatrava compró un terreno, donde se construyó una preciosa casa y un piso que alquiló a un matrimonio con dos hijos. Con el resto del terreno se construyó la fábrica de hielo, a la cual, llamaron Siberia, su teléfono era el número 11. Mis abuelos, que hasta entonces vivían en una casa en la calle Calatrava nº 54, se instalaron a vivir en la casa que construyera en la fábrica, junto a la Carpintería de Emilio. Durante esa época mi abuelo hizo mucha amistad con Paco el Herrero, un hombre que tenía sobre 15 años más que mi padre. Durante la Guerra Civil mi abuela escondió a Paco el Herrero hasta que pudieron sacarlo de Ciudad Real y los rojos fusilaron a mi abuelo. Con mi abuelo muerto la fábrica quedó parada, mi padre no tenía edad para hacerse cargo de su funcionamiento y estaba estudiando en los marianistas. Mi abuela sola tampoco podía hacerse cargo de la fábrica, por eso, decidió vendérsela a Paco el Herrero. Ellos continuaron viviendo en la casa de la fábrica y en ella nací yo. Cuando contaba con un año mi abuela murió y pasado poco tiempo mi padre le vendió la casa a Paco y nosotros nos pasamos a vivir a la antigua casa del nº 54. Tiempo después viajamos hasta Catalunya y aquí iniciamos una nueva vida.

Los años que pasé con Paco y su familia en la fábrica nunca los olvidaré, fueron mi segunda familia en Ciudad Real. De esa época recuerdo de Ciudad Real, sus calle y plazas, parques, la corrala, sus campos y muchos de sus pueblos. Siempre me he sentido orgullosa de ser la nieta de silosé, mote por el cual se conocía a mi abuelo, e hija de botijito o garbancito que era el mote de mi padre. El mío, para no ser menos, era piquito de oro.

Esto es en líneas generales lo que recuerdo de esa época, me gustaría poder darle fechas y años concretos pero no lo recuerdo, yo era muy pequeña.

Cecilio López Pastor. Pequeña historia local: Ciudad Real, Medio siglo de su comercio. Ciudad Real 1986

Fuente: http://www.ciudad-real.es/historia/comercio/calatrava.php



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