Vista
de la iglesia de San Pedro a principios del siglo XX
En busca de datos históricos con que
enriquecer el artículo que dedicamos a la iglesia de San Pedro, hemos revisado
todas las obras en donde se habla de Ciudad-Real y en ninguna hemos hallado
cosa de provecho, y cuando ya nos decidíamos a emprender el trabajo sin más que
los datos que el templo nos suministrara, vino a nuestras manos la “Guía de
Ciudad-Real”, publicada por nuestro amigo D. Domingo Clemente en 1869, en donde
se inserta una descripción bastante aceptable, si bien tendremos que rectificar
algunas de las noticias que contiene. Cabe, pues, al Sr. Clemente, la honra de
ser el primero que haya hablado en serio del mejor templo de Ciudad-Real. Hecha
esta digresión necesaria entremos a analizarlo artísticamente.
La
Puerta del perdón en las primeras décadas del siglo XX
La planta del edificio es un rectángulo,
cuyos lados más largos, desde la puerta principal al ábside, son una tercera
parte justa mayores que los otros. Está dividido en tres naves de igual
anchura, sostenidas por tres machones en cada lado y la central se prolonga para
formar la capilla mayor que remata en un ábside, cuya planta es la mitad de un
polígono de doce lados.
El imafronte está dividido por dos
robustos botareles en tres compartimientos y en el ángulo que forma con la
fachada del lado Norte, hay otro robusto botarel que forma juego con la torre
de campanas que se levanta al otro lado de la fachada. En estos compartimientos
hay en dos por únicos adornos, sendos rosetoncitos ojivales, y en el espacio de
en medio se abre la puerta principal de la iglesia luciendo sobre ella un
magnifico rosetón ojival con un círculo lobulado en el centro y una serie de
graciosas ojivas que parten de él simulando un movimiento de rotación. Es un
ejemplar que honra al artista que lo ideara, cuyo nombre ha quedado, como
tantos otros, envuelto en las sombras de perpetuo silencio.
Vista
de los botareles de la calle Lanza
La portada, reformada por su parte
interior en el siglo XVII, es de las llamadas abocinadas, compuesta de un arco,
el de la puerta, completamente latino y
adornado con dientes de sierra, ante el que se desenvuelven cuatro más,
ligeramente apuntados. Las costillas que forman la puerta, de corte puro del
tercer período del ojival, se apoyan en capiteles ornamentados con hojas de
cardo de fina labor y de relieve escaso, sostenidos a su vez por esbeltos fustes,
cuya terminación inferior no puede ya apreciarse. Entre los distintos arcos hay
adornos sencillísimos consistentes en florincitos casi todos iguales. La
portada está rodeada, así como la del lado Norte, por una crestería graciosa y
ligera que hemos examinado muy detenidamente, pero que a pesar de las repetidas
visitas que le hemos hecho y de hacer un esfuerzo grandísimo de memoria, ni
recordamos ninguna otra que se le parezca ni sabemos que es lo que el artista
quiso representar. No hay labor alguna en la ornamentación romana, bizantina,
árabe u ojival, donde no se haya querido remedar algo conocido, algo que
produzca la naturaleza, pero en esta ocasión nos confesamos ignorantes e
incapaces de descifrar el pensamiento que guiaba el buril del tallista.
La Puerta
de la Umbría a principios del siglo pasado
Toda la ornamentación termina en una
cruz y la fachada está encerrada por la parte superior en un grueso bocel y por
los flancos en medios pináculos de poco relieve. A los lados y sobre la puerta
se ven aún dos ménsulas muy destruidas que contendrían estatuas, y aún se
advierten mal tapados los huecos en donde se alojaron un día los doceletes o
umbelas que las cobijaran.
La fachada del lado Norte está cortada
por botareles, que, a causa sin duda de sentimiento en la obra y como medio de
preservarla de inminente ruina, han sido revestidos por unos refuerzos
exageradísimos, dándole el aspecto de gruesos tambores muy dignos de figurar
como estribos de un puente del Guadiana. Entre el primer botarel y el arbotante
de la esquina se abre un rosetoncito ojival; entre los dos siguientes una
portada; y en los demás espacios hay
ventanas ojivales de doble arco, una de las cuales presenta un parteluz
apilastrado de labor más moderna que el resto del ajimez.
Vista
de la parroquia por la puerta del mediodía con el antiguo cementerio parroquialtras las obras de 1909
La portada Norte es muy semejante a la
principal. Difiere de ella en que los arcos son apuntados y el practicable
angrelado de muy bello corte. Entre las costillas hay floroncitos menudos, pero
de dibujos diferentes. Las costillas solo son tres. La crestería es igual a la
del imafronte y en los capiteles el
artista ha querido sin duda representar los frutos del país y las labores (de más relieve que en la
otra puerta), son de hojas y racimos de
vid y matas de encina. Esta portada debió ser más redondeada y ancha, y en una
de las muchas reformas que el templo ha sufrido, perdió una dovela según se
puede ver claramente, viniendo a ser el vano más estrecho y casi lancetal. Con
este estrechamiento, digámoslo así, ha quedado descentrado el rosetón que la
corona.
La fachada del lado Sur no ofrece nada
de notable. La portada, abocinada como las otras, está desfigurada y cubierta
con un porche hecho a fines del siglo pasado. Los botareles son los primitivos
sin revestimiento posterior y en el ángulo con el imafronte, se ha puesto
después la torre que tampoco ofrece nada de particular al curioso ni al
artista. Todo el edificio está sobre un ancho andén en donde estuvo el
cementerio parroquial antiguo.
Rafael
Ramírez de Arellano. “Ciudad-Real Artística. Estudio de los Restos Artísticos
que Quedan en la Capital de la Mancha”. Ciudad
Real. Imprenta del Hospicio Provincial 1893.
La
puerta del mediodía con el porche que se le construyó en el siglo XIX
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