El último retablo que podemos ver en la
nave de la umbría y a los pies de la misma, es el retablo de Nuestra Señora de
la Soledad. También de estilo barroco como los anteriores y dorado en pan de
oro, en el recibe culto la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, titular de
la hermandad del mismo nombre, y una de las hermandades más antiguas de la
Semana Santa de Ciudad Real, que procesiona la tarde del Sábado Santo.
Como he dicho, la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad es una de las
hermandades de penitencia de nuestra ciudad más antigua, cuyos datos más remotos
que conocemos son de 1565. La antigua imagen atribuida a la escuela de
Montañes, fue destruida en 1936 por milicianos del Frente Popular, la actual es
obra del escultor Conquense Luis Marco Pérez, del año 1946.
A ambos lados de la Virgen de la
Soledad, nos encontramos la imagen de Santa Lucia representada con dos ojos, porque
según una antigua tradición, a la santa le habrían arrancado los ojos por
proclamar firmemente su fe; y la de San Nicolás de Bari representado al modo
occidental es decir como obispo latino, estando tocado con una mitra y apoyado
en el báculo. Bajo él se muestran tres niños que se encuentran emergiendo de un
barreño, estas imágenes hacen mención a uno de sus milagros más conocidos: tres
niños fueron muertos por un carnicero y troceados puestos en un saladero al
objeto de ser alimento para los huéspedes de un posadero. San Nicolás uniría
sus trozos y los volvería a la vida.
Coronando el retablo nos encontramos la
imagen de un Niño Jesús pasionario, que fue el titular de la extinguida
Hermandad del Santísimo Niño de la Pasión y San Blas, que procesionaba la
mañana del Viernes Santo abriendo la procesión pasionaria de San Pedro. La
imagen tiene una altura de 80 centímetros, obra barroca en actitud gloriosa, adquirida
en 1946 a los escultores valencianos José María Rausell Montañana y Francisco
Llorens Ferrer.
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