Destruida
imagen de la Virgen de la Guía del siglo XVIII, destruida en 1936
Existió hasta la restauración de la
parroquia de San Pedro en los años setenta del pasado siglo XX, un retablo a
los pies del templo en la parte anterior del coro, dedicado a Nuestra Señora de
la Guía, que tuvo una gran devoción entre su feligresía hasta el año 1936.
La imagen de la Virgen, del siglo XVIII,
estaba sentada en una silla de plata muy labrada, “su cara algo ancha y abultada pudiera decirse que es de tipo, a lo
Rubens, harto humanizada sin expresión, inmóvil, pero no rígida ni incorrecta,
interpretación poco adecuada, artística y espiritual; la ejecución de paños y
manos como de época tan avanzada es correcta en general. En la actitud de la
madre y el niño hay desde luego grandes diferencias con las imágenes antiguas.
La madre sostiene al niño sobre la rodilla izquierda sentado, teniendo ésta un
poco más alta que la derecha. El niño desnudo lleva la sabanilla bien plegada,
sostiene en una mano un globo dorado; y la otra la extiende simplemente sobre
el seno de la madre, sin la antigua actitud de bendecir” (1). Completaba la imagen de la Virgen una
corona y ráfagas de plata que llevaban cabezas de ángeles.
Altar
de la Virgen de la Guía que se encontraba a los pies del templo
Recibía culto esta imagen de la Virgen, en un retablo de estilo churrigueresco que se
encontraba en la parte anterior del coro. “Va
esta imagen encerrada en un gran templete de cristales y madera dorada, obra de
mediados del siglo XVIII, de ya recargado estilo churrigueresco. Sobre el altar
sirve de soporte al templete un cuerpo central en cuyos frentes se ven de medio
relieve la Adoración de los Reyes y pastores y misterios de la vida de la
Virgen, yendo este cuerpo rodeado de cuatro grupos de ángeles en las esquinas
sosteniendo los basamentos de otros ángeles que teniendo a sus espaldas dobles
columnas sostienen en sus hombros una tercera truncada, formando los capiteles
de las tres columnitas junto a la misma altura el apoyo, en cada ángulo
superior del templete por dichas columnas flanqueado de una escultura sentada,
respectivamente de Malaquías, Isaías, Jeremías y David, elevándose entre las
cuatro el coronamiento a modo de cimborrio ó pináculo bastante elevado y
exornado el cual remata una figura de ángel señalando al cielo. El conjunto,
como es propio de obras de este género, aparece de grandes proporciones y
suntuoso, multiplicándose las líneas curvas y quebradas, así como los motivos
ornamentales variados no sin alguna extravagancia a veces. Peca como otros
ejemplares del estilo, de amanerado y retorcido en su disposición y ornamentos.
Pero es innegable que la ejecución y talla es toda muy esmerada, correcta y
acabada en todas sus partes, y el mismo conjunto, dentro de su barroquismo,
tiene cierta armonía y algo de aéreo y esbelto que agrada, con curvas gallardas,
si se las considera aisladamente” (2). Este retablo
fue dorado en 1765 con las limosnas que dieron sus devotos para este fin. En
1751, el mayordomo de San Pedro solicitaba permiso a nuestro consistorio para
celebrar una corrida en la Plaza Mayor con el fin de recaudar fondos para
construir el retablo de Nuestra Señora de la Guía.
Muestra de la gran devoción que tenía
esta imagen dentro de la feligresía de San Pedro son las palabras que le dedica
Joseph Díaz Jurado en su manuscrito titulado Singular idea del sabio Rey Don
Alonso, dibujada en la fundación de Ciudad Real, cuando dice que: “Alegra, fervoriza, hechiza y enamora a todos
cuantos, entrando en el coro, logran la dicha de mirar su gracia, una bellísima
Imagen de Nuestra Señora colocada en un retablo de singular traza, magnitud y
hermosura; se venera con el título gratísimo de la Guía. Siendo impropia toda
expresión para manifestar lo elevado de su gracia, ha visto la equivalencia en
decir que es propiamente imagen de su original. A su honesta y agraciada
dulzura no hay afecto con tibieza, ni devoción sin ternura” (3).
El
altar se encontraba en la parte anterior del coro
La imagen de la Virgen de la Guía era
sin duda una de las más veneradas de la Parroquia de San Pedro; así lo
manifiesta también Domingo Clemente en su guía sobre Ciudad Real publicada en
1869 y prueba de ello era la cantidad de bautizadas en la parroquia con el
nombre de Guía. La imagen era bajada todos los años de su retablo los días
previos a la festividad de la Natividad de la Santísima Virgen María,
celebrándose el 8 de septiembre una Solemne Función en su honor por la mañana y
una procesión por la tarde que recorría el centro de la ciudad, cuyos balcones
se decoraban para la ocasión, y en la que figuraba una representación de
nuestro Ayuntamiento. Previo al día de su festividad, se oficiaba un novenario
en su honor.
Poseía la Virgen dos aderezos de gran
valor, uno de ellos compuesto por una cruz y pendientes con un lazo de
diamantes, regalado en el año que se doró su retablo por D. Antonio Triviño y
Carbajal, y el otro de esmeraldas y perlas regalado por un devoto cuyo nombre
se ignora.
El culto y procesión en honor a la
Virgen de la Guía se celebró en nuestra ciudad hasta 1935, siendo destruida su
imagen en 1936 cuando la iglesia de San Pedro fue asaltada por republicanos del
Frente Popular al inicio de la Guerra Civil Española, y su imagen al igual que
el resto del templo fue quemada.
Tras la guerra, lo único que se salvo de
la devoción que profesaron los ciudadrealeños a la Virgen de la Guía fue su
retablo, que se desmontó y destruyó en los años setenta del pasado siglo XX
cuando fue restaurada la Parroquia de San Pedro, distribuyéndose parte del
mismo por diferentes lugares de culto, como los ángeles de la mesa del altar de
la capilla del Santísimo de nuestra Catedral.
Lástima que tras la Guerra Civil no se
volviera a reconstruir la imagen de la Virgen de la Guía, perdiéndose así una
devoción de siglos en nuestra ciudad, y lástima que la reforma que se efectúo
en la Parroquia de San Pedro acabara con un retablo que la devoción de los
ciudadrealeños siglos antes, quisieron levantar para testimoniar la devoción a
la Madre de Dios bajo la bonita advocación de la Guía.
El
altar se salvó de su destrucción y fue desmontado en los años setenta del
pasado siglo XX
(1)Bernardo
Portuondo. Catálogo Monumental Artístico-Histórico de España. Provincia de
Ciudad Real (Madrid 1917).
(2) Ibídem .
(3) Joseph Díaz
Jurado. Singular idea del sabio Rey Don Alonso dibujada en la fundación de
Ciudad Real. Ayuntamiento de Ciudad Real, Fondo Editorial 1986.
Es una pena que se desmontaran tantos retablos en los años 70. Lo que se salvó en la guerra,luego fue destruido por la propia iglesia. ¿Sobrevivió algo del retablo mayor? Cuantos pueblos de Ciudad Real habrían estado encantados de recibir esos retablos (mayor y del coro) destruídos. No parece que la ciudad luchara mucho por conservar su patrimonio.
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