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viernes, 23 de diciembre de 2011

MISTERIOS DE NAVIDAD EN EL RETABLO DE LA CATEDRAL DE CIUDAD REAL




Decía el Cardenal Arzobispo Emérito de Sevilla, Fr. Carlos Amigo Vallejo, en un artículo publicado en el mes de diciembre del pasado año 2010 en la revista Vida Nueva bajo el titulo “Retablo de Navidad” que “La Navidad es un “retablo” lleno de vida. Toda habla de alegría, de bondad, de misericordia, de ternura. No es que se olvide la tristeza, lo injusto y la violencia: es que se reclama la presencia de la verdad de nuestra historia de salvación”.

Proseguía diciendo “Por eso, la imagen, la que está en el retablo, no es sino una figura para el encuentro. Hace un oficio de mediación. Queda en la penumbra para que se vea en todo su esplendor el misterio que representa”.

Al leer este artículo enseguida  vinieron a mi mente las imágenes de los misterios de la Navidad, que están representados en el retablo mayor de nuestra Santa Iglesia Basílica Catedral de Ciudad Real, declarado monumento nacional.

Este retablo es una obra de referencia de la imaginería española de principios del siglo XVII. Todo el conjunto constituye una obra de grandes dimensiones con una disposición arquitectónica renacentista, aunque durante el Barroco sufrió una importante transformación, ya que se le añadió un camarín en el primer cuerpo. Fue mandado realizar por un hijo de Ciudad Real, llamado Juan de Villaseca, que fue a Méjico, en donde hizo fortuna. En 1610 era secretario del Virrey D. Luis de Velasco, Marques de Salinas, determinando gastar la cantidad de 10.000 ducados en costear un retablo mayor para la iglesia de su querida patrona la Virgen del Prado.



El retablo fue realizado entre 1612 y 1616, siendo trazado por Andrés de la Concha, tallado y ensamblado por el escultor de origen flamenco Giraldo de Merlo, y pintado y estofado por Juan de Asten y los hermanos Cristóbal y Pedro Ruiz Elvira.

Este retablo nos representa en  cinco relieves diferentes misterios relacionados con el tiempo litúrgico que estamos viviendo de adviento, la inminente Navidad y la infancia de Jesús. En el primer cuerpo encontramos el primer alto relieve relacionado con el misterio de la Navidad, el de la Anunciación a María por parte del ángel Gabriel quien le dijo  «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le aclaró: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios». 

El relieve de la “Anunciación a María” de nuestro retablo catedralicio esta basado en el relato de la anunciación del evangelista San Lucas, esta lleno de misticismo y en el aparece el Espíritu Santo representado por la paloma que se sitúa justamente encima de la Virgen María.



En este mismo cuerpo a la derecha de la silla episcopal, podemos ver el relieve de la Visitación de la Virgen, después de la encarnación del Verbo en su seno, a  su prima Santa Isabel, que esperaba un niño (San Juan Bautista). Este encuentro se produce en la ciudad de Ain Karim, a unos siete kilómetros de Jerusalén, lugar de residencia de Isabel y Zacarías.

El tercer relieve ya centrado en la Navidad lo encontramos en el segundo cuerpo a la izquierda de la Virgen del Prado. Este representa la Adoración de los pastores que es la del Nacimiento de Cristo, es una escena en la que los pastores son los testigos de primera mano de la Natividad, en el lugar del nacimiento, típicamente descrito como un cobertizo o portal, cerca de Belén. Se basa en el relato efectuado por San Lucas, y que no relata ningún otro Evangelio canónico, que afirma que un ángel se apareció a un grupo de pastores, diciendo que Cristo había nacido en Belén. San Lucas afirma después que una multitud de ángeles se aparecieron a los pastores diciendo: “Aleluya, paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”. 



A la derecha del relieve de la Adoración de los Pastores, nos encontramos el relieve de la Adoración de los Reyes Magos que según el evangelista San Mateo,  tres Reyes Magos procedentes de Oriente acudieron a adorar al Niño Jesús, advertidos por una estrella. Con la Adoración de los Reyes Magos, fiesta de la Epifania, concluye la Navidad y este relieve representando a la Epifania, Manifestación del señor a todo el mundo, nos muestra que Dios no sólo se revela a los pastores sino también  aquellos hombres de ciencia, ricos y poderosos que se ponen en camino desde tierras lejanas, en busca de la estrella que interpretan como una manifestación de la presencia de Dios; significa que el Hijo de Dios debe ser reconocido por todos los hombres, de todos los lugares, de todos los tiempos.


El ultimo relieve relacionado con la infancia de Jesús lo encontramos en el tercer cuerpo del retablo y representa la Presentación del Niño Jesús en el Templo, que Según la Ley de Moisés, el primer hijo en nacer, el primogénito, le pertenecía a Dios.  El niño debía ser "rescatado" llevándolo al Templo a los 40 días de nacido y pagando por él al Templo con un cordero o, si fuesen pobres, con un par de  palomas.  La liturgia celebra la presentación de Jesús el 2 de febrero por ser esta fecha 40 días después del 25 de diciembre.

Para terminar concluyo con unas palabras del ya referido Cardenal Arzobispo Emérito de Sevilla, y que también podemos corroborar nosotros cuando contemplemos el retablo de nuestra catedral. El en su articulo  decía: “El retablo está completo. Y puede comenzar el misterio de la vida y milagros, la exaltación y gloria de nuestro señor Jesucristo. Maravilloso escenario es éste, al modo cervantino, de poner ante los ojos lo más generoso de la bondad de Dios, que se hace hombre para estar cerca de aquellos a los que quiere y que tanto necesitan de la misericordia de su señor”.




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