Decía el Cardenal Arzobispo
Emérito de Sevilla, Fr. Carlos Amigo Vallejo, en un artículo publicado en el
mes de diciembre del pasado año 2010 en la revista Vida Nueva bajo el titulo “Retablo de Navidad” que “La
Navidad es un
“retablo” lleno de vida. Toda habla de alegría, de bondad, de misericordia, de
ternura. No es que se olvide la tristeza, lo injusto y la violencia: es que se
reclama la presencia de la verdad de nuestra historia de salvación”.
Proseguía diciendo “Por eso, la imagen, la que está en el
retablo, no es sino una figura para el encuentro. Hace un oficio de mediación.
Queda en la penumbra para que se vea en todo su esplendor el misterio que
representa”.
Al leer este artículo enseguida vinieron a mi mente las imágenes de los
misterios de la Navidad ,
que están representados en el retablo mayor de nuestra Santa Iglesia Basílica
Catedral de Ciudad Real, declarado monumento nacional.
Este retablo es una obra de referencia de la
imaginería española de principios del siglo XVII. Todo el conjunto constituye
una obra de grandes dimensiones con una disposición arquitectónica
renacentista, aunque durante el Barroco sufrió una importante transformación,
ya que se le añadió un camarín en el primer cuerpo. Fue mandado realizar por un
hijo de Ciudad Real, llamado Juan de Villaseca, que fue a Méjico, en donde hizo
fortuna. En 1610 era secretario del Virrey D. Luis de Velasco, Marques de
Salinas, determinando gastar la cantidad de 10.000 ducados en costear un
retablo mayor para la iglesia de su querida patrona la Virgen del Prado.
El retablo fue realizado entre
1612 y 1616, siendo trazado por Andrés de la Concha , tallado y ensamblado por el escultor de
origen flamenco Giraldo de Merlo, y pintado y estofado por Juan de Asten y los
hermanos Cristóbal y Pedro Ruiz Elvira.
Este retablo nos representa
en cinco relieves diferentes misterios
relacionados con el tiempo litúrgico que estamos viviendo de adviento, la
inminente Navidad y la infancia de Jesús. En el primer cuerpo encontramos el
primer alto relieve relacionado con el misterio de la Navidad , el de la Anunciación a María
por parte del ángel Gabriel quien le dijo «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a
concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre
Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo». María respondió al
ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no
conozco varón?» El ángel le aclaró: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será
santo y será llamado Hijo de Dios».
El relieve de la “Anunciación a
María” de nuestro retablo catedralicio esta basado en el relato de la
anunciación del evangelista San Lucas, esta lleno de misticismo y en el aparece
el Espíritu Santo representado por la paloma que se sitúa justamente encima de la Virgen María.
En este mismo cuerpo a la derecha
de la silla episcopal, podemos ver el relieve de la Visitación de la Virgen , después de la
encarnación del Verbo en su seno, a su
prima Santa Isabel, que esperaba un niño (San Juan Bautista). Este encuentro se
produce en la ciudad de Ain Karim, a unos siete kilómetros de Jerusalén, lugar
de residencia de Isabel y Zacarías.
El tercer relieve ya centrado en la Navidad lo encontramos en
el segundo cuerpo a la izquierda de la Virgen del Prado. Este representa la Adoración de los
pastores que es la del Nacimiento de Cristo, es una escena en la que
los pastores son los testigos de primera mano de la Natividad , en el lugar
del nacimiento, típicamente descrito como un cobertizo o portal, cerca
de Belén. Se basa en el relato efectuado por San Lucas, y que no
relata ningún otro Evangelio canónico, que afirma que
un ángel se apareció a un grupo de pastores, diciendo
que Cristo había nacido en Belén. San Lucas afirma después que una
multitud de ángeles se aparecieron a los pastores diciendo: “Aleluya, paz en la Tierra a los hombres de
buena voluntad”.
A la derecha del relieve de la Adoración de los Pastores,
nos encontramos el relieve de la
Adoración de los Reyes Magos que según el evangelista San
Mateo, tres Reyes Magos procedentes de
Oriente acudieron a adorar al Niño Jesús, advertidos por una estrella. Con la Adoración de los Reyes
Magos, fiesta de la Epifania ,
concluye la Navidad
y este relieve representando a la
Epifania , Manifestación del señor a todo el mundo, nos
muestra que Dios no sólo se revela a los pastores sino también aquellos hombres de ciencia, ricos y poderosos
que se ponen en camino desde tierras lejanas, en busca de la estrella que
interpretan como una manifestación de la presencia de Dios; significa que el
Hijo de Dios debe ser reconocido por todos los hombres, de todos los lugares,
de todos los tiempos.
El ultimo relieve relacionado con
la infancia de Jesús lo encontramos en el tercer cuerpo del retablo y
representa la
Presentación del Niño Jesús en el Templo, que Según la Ley de Moisés, el primer hijo
en nacer, el primogénito, le pertenecía a Dios. El niño debía ser
"rescatado" llevándolo al Templo a los 40 días de nacido y pagando
por él al Templo con un cordero o, si fuesen pobres, con un par de
palomas. La liturgia celebra la presentación de Jesús el 2 de febrero por
ser esta fecha 40 días después del 25 de diciembre.
Para terminar concluyo con unas
palabras del ya referido Cardenal Arzobispo Emérito de Sevilla, y que también
podemos corroborar nosotros cuando contemplemos el retablo de nuestra catedral.
El en su articulo decía: “El retablo está completo. Y puede comenzar el
misterio de la vida y milagros, la exaltación y gloria de nuestro señor
Jesucristo. Maravilloso escenario es éste, al modo cervantino, de poner ante
los ojos lo más generoso de la bondad de Dios, que se hace hombre para estar
cerca de aquellos a los que quiere y que tanto necesitan de la misericordia de
su señor”.
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