La calle Atalaya acogió durante
varios años la Churrería Virgen
del Consuelo, una comunidad de bienes formada por Ana Esteban Cascales y Emilio
Martín Aguirre. Churrería que surgió cuando cerró sus puertas por jubilación,
la que tantos años existió en la misma calle del “Langostón”.
Una churrería que no tubo más de
tres años de existencia, que en un principio abría todos los días y después por
otros motivos laborales de los propietarios, solo abría sus puertas los fines
de semana y los días festivos.
Fueron tres años en los cuales
afiance mi amistad con la familia Esteban Cascales, de la que me siento orgulloso
de la misma y que desde entonces mantengo.
Decidimos ponerle el nombre de
Virgen del Consuelo, por la devoción que le profesábamos a la reina del Miércoles
Santo y la vinculación que comenzaba a tener con la barriada de Pío XII en
aquellos años.
Fue en abril de 1995 cuando
inicie esta etapa de mi vida que duro
tres años, años dedicado a mantener un negocio propio y del que no me arrepiento,
aunque hubo más de un cofrade que intento sacarme apodos por mi ocupación y que
hoy diecisiete años después me producen risa, ya que todos los trabajos en esta
vida son dignos.
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