Se presagiaba una
madrugada complicada. Meteorológicamente hablando, la hermandad contaba con detallados
partes y decidió iniciar su estación de penitencia a la hora de su salida
procesional.
La cruz
guía salía y se iniciaba así el recorrido sobrecogedor de Nuestro Padre Jesús
Nazareno. No faltaron las saetas en la silenciosa madrugada del Viernes Santo,
solo rota por los cánticos del Miserere.
La hermandad presentaba
alguna novedad en su recorrido procesional, como que la ventana de la capilla
de las Hermanas de la Cruz estaría abierta para que todos los hermanos de Jesús
Nazareno pudieran realizar su estación ante el Santísimo.
Pero no pudo ser, las
primeras gotas de agua comenzaron a caer en la calle Cardenal Monescillo y la
hermandad se vio sorprendida, acordándose volver a la Parroquia de San Pedro,
donde en su interior se terminaron de meditar las siete palabras.
Finalmente la "Madrugá" ciudadrealeña finalizó
antes de lo previsto, dejando estampas para la historia y disfrutando por unas
horas del paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
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