Los pozos de Pérez Molina no eran suficiente, por lo que el Ayuntamiento se dispuso a buscar fuentes de agua de calidad y cantidad suficiente: Embalse de Gasset, Higueruela, Bullaque, Valle de los Molinos (fuente de la Teja, cerca del Cristo del espíritu Santo de Malagón).
En 1917, un empresario
vasco, Rafael Picavea propone al Ayuntamiento la construcción de un
abastecimiento y saneamiento por una sociedad privada que recibiría la
concesión del servicio. Pese a ciertas reticencias, finalmente logra la
concesión para lo que se crea una sociedad.
En 1917, un empresario
vasco, Rafael Picavea propone al Ayuntamiento la construcción de un
abastecimiento y saneamiento por una sociedad privada que recibiría la
concesión del servicio. Pese a ciertas reticencias, finalmente logra la
concesión para lo que se crea una sociedad.
Surge así la Sociedad
General de Obras de Saneamiento (S.G.O.S.), una sociedad anónima que emite
acciones y obligaciones que se venderán a aquellos interesados en participar
del negocio del agua.
El ingeniero de Caminos
de la empresa, Julian Soriano, redacta los proyectos (1918) para traer, por
gravedad, el agua del valle de los Molinos hasta un depósito en la Atalaya.
Para ello se construyen sifones para cruzar los valles de los ríos Becea y
Guadiana.
En 1919 se pone la primera
piedra del depósito de la Atalaya, pero la empresa no logra cumplir los plazos,
y en 1924 el Ayuntamiento se incauta lo construido del abastecimiento (el
saneamiento seguía siendo una quimera).
Por entonces empieza a
llegar el agua del Valle de los Molinos a algunas casas privilegiadas y a las
fuentes públicas que, a partir de ese momento, serán gratuitas. En el valle
quedan aún hoy, restos de esa traída.
¿Asunto resuelto? Para
nada. El recurso disponible en el valle de los Molinos era limitado y la conducción
tenía pérdidas. En verano de 1932 la situación se hace crítica y el agua deja
de llegar a las fuentes como se aprecia en estas noticias del diario AHORA.
El alcalde José Maestro
aprueba una conexión de urgencia del embalse de Gasset, cuyas aguas, mediante
un bombeo, se combinarán con la del valle de los Molinos, una solución
provisional que, como todos sabemos, a la larga, sería la definitiva.
En 1930 se diseña la red
de alcantarillado por Casimiro Juanes, un ICCP muy vinculado a la ciudad, y durante
los 30 y 40 se construye por fin, la primera red de alcantarillado, que
mantiene el emisario de la ciudad hacia las Casas, reutilizando en parte, la
vieja mina del XVI.
Tras la Guerra Civil, la
ciudad sigue abasteciéndose del Gasset, sin concesión y tras muchos intentos
infructuosos y diversos estudios técnicos, la ciudad solicita el auxilio del
Estado que se otorga en 1959 para construir un abastecimiento definitivo.
Guillermo Heras,
ingeniero de Confederación redacta los proyectos, con nuevos bombeos, ETAP,
depósitos, red de distribución, etc… Las obras fueron ejecutadas por
Entrecanales y Távora, S.A., y se inauguraron oficialmente el 18 de julio de
1960.
Acabado el
abastecimiento, y también con la ayuda del Estado, el ing. Manuel de la Barreda
(ICCP) de Confederación, proyecta la nueva red de saneamiento, más profunda que
la existente, y un nuevo emisario hacia Alarcos, lugar más cercano y favorable
que las Casas.
Sobre esta base y desde entonces, se ha continuado mejorando el sistema de modo que hoy, los ciudarrealeños usamos el agua sin reparar en el difícil reto que la ciudad hubo que superar. El libro está dedicado a todos los que abordaron y solventaron ese reto diferido.
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