Tal
y como quedó la catedral tras la restauración que sufrió en 1906
Tal y como hice referencia ayer, en 1906
un arco ruinoso amenazaba el hundimiento de la bóvedas de la Catedral y se tuvo que cerrar al culto
la misma. Era Obispo-Prior, D. Remigio Gandásegui y Gorrochátegui, que pensó demoler
la Catedral, ante el estado ruinoso que presentaba, y levantar una nueva de
hormigón armado.
La prensa local y nacional se hizo eco
de esta noticia y el periódico “La Época” publicaba el sábado 17 de Marzo de
1906 la siguiente noticia:
“Catedral que desaparece
Se
han recibido telegramas de Ciudad Real, en los que se comunica que por los
arquitectos ha sido denunciado uno de los arcos de la nave de aquella catedral.
La
ruina de dicho arco compromete la seguridad de los otros, y el obispo ha convocado
á una reunión magna, en la que se asegura que prevalecerá la opinión de
construir otra catedral en el solar que ocupa la de ahora.
El
templo ruinoso es, por su magnificencia, el mejor de Ciudad Real, y su
derrumbamiento traerá consigo la pérdida de una joya arquitectónica.
Esta
situado en la Plazuela del Prado, y es de estilo gótico. Su arquitectura es sencilla,
elegante y airosa. No está recargada con follajes y adornos, y la nave ruinosa,
la única que posee, es tan grande, espaciosa y elevada, que sólo tiene una
rival en España: la de la catedral de Coria.
El
retablo del altar mayor, del siglo XVII, es de lo mejor y más excelente que se
conserva en el día de 1os buenos y florecientes tiempos de las artes”.
“La Época” sábado 17 de Marzo de 1906
Parece ser que la posibilidad de demoler
la Catedral se estuvo barajando por el Obispo-Prior, tal y como relata el
arquitecto Pedro Guimón en la revista “Arquitectura”, en su número 61 publicado
en mayo de 1924, en un artículo que lleva por nombre “El Alma Vasca en su Arquitectura”. En el cuenta este afamado
arquitecto lo siguiente:
“el Ilmo.
Sr. D. Remigio Gandasegui se manifestó
entusiasta decidido por
mi proyecto aportado
al certamen. Con
dicho motivo, me honró
con la siguiente
consulta:
«En Ciudad
Real me he
visto precisado a
cerrar al culto
la catedral porque
se desprenden con
frecuencia trozos de la bóveda;
por otra parte,
no es ninguna
joya del arte cristiano, y como
su ruina se conceptúa como inminente, me veré precisado
a mandarla demoler.
El tesoro de la diócesis
no asciende más que a
200.000 pesetas. ¿Podría hacerse
con ese dinero
una catedral de
hormigón armado?»
Yo,
con todo
respeto, contesté: «Creo
que el material
con que se
levante una catedral debe
obedecer en su
constitución a una
formación eterna, molécula
a molécula, como la idea
que representa, y su
artificio o labra,
al esfuerzo manual
del hombre, para
que en él
quede grabado su
alma, su espíritu;
no vaciada ni
fundida, sino
forjada, materia dominada,
vencida con esfuerzo,
con sudor, por
el espíritu del
hombre.
Y después
pude resolver fácilmente
su restauración salvando
un documento histórico,
si no artístico,
muy preferible a
una catedral improvisada”.
Es decir, que gracias a Pedro Guimón la
idea de demoler la Catedral se desvaneció, fue restaurada y hoy la podemos contemplar.
Solo hubiera faltado que el mermando patrimonio histórico artístico de nuestra
ciudad, hubiera sufrido la pérdida del principal templo de la diócesis y en su
lugar se hubiera levantado otro de hormigón armado.
El Obispo-Prior D. Remigio Gandásegui y Gorrochátegui
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