Las vidrieras es una decoración
transparente de las ventanas, formadas por un conjunto de vidrios de color o
con dibujos coloreados, sujetos generalmente con tiras de plomo.
Proceden del Oriente mediterráneo donde
parece que fue descubierta la técnica de la fabricación del vidrio por los
árabes en el siglo VII adquirieron esta técnica en sus contactos con Bizancio.
Los más antiguos testimonios se remontan al imperio carolingio.
Las vidrieras en los templos tenían una
función educativa sobre el pueblo llano, por tener una población mayoritariamente
analfabeta. Las utilizaban para enseñar el Nuevo Testamento para conseguir más
gente creyente en la religión.
Se colocaban en las catedrales, encima
de los altares mayores para dar la impresión de estar iluminado por una luz
divina, gracias a la cantidad de colores y formas que le daban al vidrio.
Además estaban para que los feligreses se sorprendieran de la magnitud y el
esplendor que tenia la iglesia.
El altar mayor de nuestra Catedral contó
en su día en el ábside, con cinco grandes ventanales góticos, que llegaron a
tener cinco parteluces cada uno. Con la
construcción del retablo en el siglo XVII, tres de los ventanales quedaron
cegados solo quedando practicables los de los extremos. Estos perdieron sus
parteluces a principios del siglo XX, en las obras que sufrió nuestra Catedral
durante el pontificado del cuarto Obispo-Prior, D. Casimiro Piñera y Nareno,
quedando el ventanal en un inmenso hueco ojival cubierto de vidriera.
Se intento realizar unas vidrieras
artísticas, recibiendo el prelado, según Balcázar y Sabariegos en su obra “La
Virgen del Prado a Traves de la Historia”, un donativo de cuatro mil pesetas de
una piadosa señora para ello. La vidriera de la izquierda según miramos el
altar, representa una Inmaculada; la de la derecha es la figura de cuerpo
entero con ornamentos sagrados de un Santo Padre. Ambas están bajo templete
neogótico, adornado su gablete con el Sagrado Corazón de Jesús. Son de 1904 y
fueron restauradas en 1998.
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