Muchas han sido las reformas y obras
realizadas en nuestra Catedral. En principio modesta ermita erigida por los
moradores de Pozuelo Seco en honor a la Virgen del Prado en el año 1088, dos
siglos después en templo parroquial, seis siglos más tarde, al fundarse en 1875
el Obispado Priorato, en sede Catedral Basílica. El paso del referido templo por
los diversos grados de jerarquía obligaron a distintas construcciones,
cambiando por completo la fisonomía del santuario primitivo.
Hoy nos vamos a referir a la obra
realizada en el mes de septiembre del año de 1780, entonces parroquia de Santa
María del Prado.
La torre ofrecía grave ruina, ya
desnivelada corría el peligro de su desplome sobre la misma iglesia. Hubo pues,
necesidad de su derribo. Mientras se hacia la obra, la imagen de la Virgen y
los servicios parroquiales se trasladaron a la parroquia de Santiago.
Los vecinos del barrio de Santa María
vieron con disgusto este traslado. Siempre existieron ciertas rivalidades entre
los tres barrios que entonces había en la ciudad, reflejadas en la siguiente
copla popular:
“Santiago, perchel
la Virgen la rosa
y el Niño el clavel”
Obligados los de Santa María a la necesidad
de acudir a Santiago para ofrecer culto a “su Virgen”, no cesaron sus protestas
y a veces no muy pacíficas hasta ver de nuevo a la Patrona en su templo.
Una vez derribada la parte superior de
la torre, por debajo del nivel de las bóvedas de la iglesia y, por lo tanto,
desaparecido el peligro de su desplome sobre la misma, antes de terminar la
obra de derribo, el día 14 de octubre del año 1781 se procedió al regreso de la
imagen de la Virgen a su templo, lo que se hizo con una solemne procesión.
Colocada la imagen en su carro triunfal, acompañada de las más altas
autoridades eclesiásticas, los capellanes de las parroquias, hermandades,
Ayuntamiento en pleno y demás autoridades civiles y un numeroso público,
especialmente los vecinos del barrio que con gran alboroto vitoreaban a la
Virgen.
En el año 1817 se empezó la
reedificación de la nueva torre. Es muy interesante el acta que se enterró con
la primera piedra de la obra, cuya copia figura en el libro 27 de bautismo de
la parroquia, folio 100 y vuelto. Dice así:
“Copia
de lo contenido a la letra en el pergamino colocado en una caja de plomo y está
en la primera piedra de erección de la torre de la iglesia parroquial mayor de
Nuestra Señora del Prado, en cuya acta se pusieron igualmente dos guías de forasteros
una del estado eclesiástico, secular y regular y otra del político y militar,
ambas de este año de 1817 con las monedas siguientes: un duro fabricado en
dicho año, una pieza de dos cuartos del mismo, un real de plata de la
proclamación de nuestro monarca don Fernando VII y un realito de ocho cuartos y
medio de dicha aclamación.
Principiose
esta torre el sábado día 20 de septiembre del año de 1817, reinando en España
don Fernando VII; gobernando la silla de San Pedro, nuestro Santo Padre Papa
Pío VII, siendo arzobispo de Toledo el Exmo. Sr. Cardenal don Luis de Borbón;
Vicario eclesiástico de la Ciudad de Ciudad Real y su partido el Sr. Doc. D.
Manuel Antonio del Campillo y Castaño; cura párroco de esta iglesia Mayor de
Nuestra Señora del Prado, don Alonso López Noajas; Mayordomo de fábrica, don Pedro
Sánchez del Pulgar; intendente de esta provincia y capital de la Mancha, don
Pedro Nolasco Vélez; corregidor, don Fermín Díaz. La planteó y construyó el
arquitecto académico de mérito de la Real Academia de San Fernando, don José
Joaquín de Troconiz; su aparejador, don Joaquín Romero, natural y vecino de
esta ciudad.
Individuos
del ilustre Ayuntamiento: regidores: don Diego Muñoz, don Vicente Curruchaya,
don Félix Martínez, don Ramón García, don Manuel Mena, don Alvaro Maldonado y
el síndico, don Manuel Recio.
Diputados:
don Juan Plaza, don Juan Salcedo, don
José Sendarrubias y don José Martín; escribano, don Manuel Dávila; portero, don
José García; alcalde de barrio, don Juan Velázquez.
Certifico
yo el Notario Mayor del Tribunal Eclesiástico de esta Ciudad de Ciudad Real, y
del expediente de la obra, ser efectivo cuanto se expresa y en fe de ello lo
firmo. Pedro León Patiño. Lo escribió José Antequera, sacristán de dicha
iglesia mayor”.
En la torre, a través del tiempo, se han
realizado algunas obras de refuerzo y sostenimiento. Una de las más importantes
la realizaba en el año 1895 que se le puso un nuevo chapitel y en la década de
los sesenta tuvo que ser reforzada con unos cinchos de hierro. Así es la torre
de la Catedral, sin ofrecer nada de particular, con su gran altura sirve de
faro luminoso anunciando en la lejanía la presencia de Nuestra Virgen del
Prado.
Hermenegildo
Gómez Moreno. Diario “Lanza”, miércoles 21 de octubre de 1981, página 4.
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