Las
actuales lámparas son de 1967 del profesor y artista ciudadrealeño, D. Antonio
Blanco Martínez
A lo largo de su historia las bóvedas del
templo catedralicio contaron con lámparas de gran valor. D. Joaquín Gómez en su obra “Historia de la Ciudad de Ciudad Real y
Estracto de España y lista de sus Reyes, casamientos y muertes” escrito en
el siglo XIX, nos da cuenta de las lámparas de plata que existían al empezar la
guerra de la Independencia en la entonces Parroquia de Santa María del Prado:
“Una
admirable lámpara de plata con hermosas cadenas y trece vasos que pendía en
medio de la bóveda de peso, según inventario, de 1.344 onzas y la dio a Ntra.
Señora don Juan Velarde Caballero, de la Orden de Calatrava. Otra que era la
primera de la tribuna del lado del evangelio principiando por el altar de San
José, su peso 224 onzas, regalada por el Capitán don Andrés Lozano, año de
1712. La 2ª en forma de navío de 71 onzas que ofreció a nuestra patrona don
Andrés Lozano por haberle libertado de un peligroso naufragio, viniendo de las
Américas; la mandó hacer apenas desembarcado en Cádiz y la llevó y colocó el
mismo en 1573.
La
3ª de 88 onzas de peso la donaron a la Virgen, don Francisco Ruiz Hidalgo y su
esposa doña María Celada, vecina de México.
La
4ª de 128 onzas, fue regalada a Ntra. Señora por el Capitán don Juan Rosales y
toda su compañía.
La
5ª de 92 onzas, dada por doña Ana de Arroyo.
La
6ª de 92 onzas, que en el año de 1591 la dio a Ntra. Señora el Presbítero don
Diego Salcedo.
La
7ª de 112 onzas, dada el mismo año por el dicho Presbítero.
La
8ª y última de 288 onzas, mandada hacer por don Juan de Casasola, de limosnas
que recogió de la Ciudad del Posí, con la condición de que vendiéndola o
dándola otro uso, fuese para la Virgen del Rosario en el convento de religiosos
Dominicos.
Otra
que estaba en la Tribuna primera del lado de la Epístola principiando por el
altar de San Juan Nepomuceno de 192 onzas, regalada por Cristóbal Figueras.
La
2ª de 99 onzas, dada por doña María Molina.
La
3ª de 100 onzas, solo decía hecha en 1692.
La
4ª de 104 onzas, dada en 1591 por don Diego de Zéspedes Villaquirán.
La
5ª de 160 onzas, por Pedro de Biedma.
La
6ª de 112 onzas, por Juan Treviño.
La
7ª de 140 onzas, regalada año 1611 por el Corregidor de San Marcos de Arera en
el Perú, don Antonio Beltrán de Guevara y su esposa doña Constancia de Ruya de
Neira y Cárdenas.
La
8ª y ultima del lado de la Epístola, de peso de 160 onzas, que la dono desde
las Indias don Marcos Ruiz Hidalgo, pariente sin duda de don Francisco Ruiz
Hidalgo, que regaló la 3ª del otro lado.
Había
así mismo, otra lámpara de plata colocada en el altar de Ntra. Señora de
Loreto, dada de limosna y peso de 160 onzas.
Otra
de 70 onzas, altar de San José, por un devoto.
Otra
de 62 onzas, altar del Sto. Cristo de la Piedad, que dieron don Bartolomé de
Mora y doña Juana de Mora en el año 1652.
Otra
en el altar de la Stma. Trinidad de 83 onzas, a devoción de don Pedro Martínez y
Sandobal, año 1761.
Otra
de 96 onzas, altar de San Juan Nepomuceno, que dio en 1769 el Cura propio de
esta misma Parroquia, el Licdo. Don Juan Antonio Ferrer.
Otra
que estaba unas cinco varas detrás de la grande, en medio de la iglesia, de 396
onzas, que mandó Gonzaló López de las Higueras, vecino de esta Ciudad y desde
la Villa Imperial de Potosí, provincia de las Charcas del Perú a más fundó
dicho Gonzalo Obra-pía que se cumplía en la Natividad de la Virgen, remitiendo
al mismo templo la suma de 150 pesos de plata ensayada.
Todas
estas 23 lámparas con diferentes ricas alhajas fueron extraídas en 17 de Enero
del año de 1811 por la partida Guerrillera de Giraldo según disposición y orden
terminante del Vicario eclesiástico de esta ciudad y partido Don José Ortega y
Canedo, que con la junta de la Mancha, de que era individuo, estaba en Elche de
la Sierra ultimo pueblo de esta provincia rayano a la de Murcia. No pareció muy
acertada determinación cuando no faltaban patriotas que habrían desempeñado la
comisión poniendo en salvo las alhajas, caso de ser necesario estraerlas.
La
mayor parte se vendió a los ingleses, y sea como quiera desaparecieron
entonces, sin haberse vuelto al templo, solo en la torre de Agudo ví yo que un
paisano devoto ocultó el águila imperial que ponen a la Patrona en la espalda,
cuando sale de procesión. A la grande lámpara del centro de la iglesia, que fue
estraida, sustituye una regalada el 14 de Agosto de 1817 por los vecinos de
Ciudad Real Don Diego Muñoz y Peréiro, y su esposa Doña Eugenia Antolinez de
Castro, y su peso es de 923 onzas de plata, o sea el mismo que tenía su hija
Doña María del Prado, que siendo muy niña cayó desde el corredor de su casa al
patio empedrado sin haber recibido lesión alguna, cuando pensamos se hubiese
reventado”.
Dice Portuondo en su catalogo monumental que las lamparas que habia a principios del siglo XX, eran de metal dorado. Sabemos que en 1935 la señora Enriqueta
Medina, en nombre y por disposición de su difunto esposo don Joaquín Menchero,
donó a la catedral dos magnificas lámparas para colocarlas en sustitución de las dos pequeñas
que había delante del presbiterio.
En 1936 desaparecieron las lámparas que
colgaban en las bóvedas de la Catedral, y en 1967 el maestro de forja de la Escuela
de Artes y Oficios de nuestra ciudad, D. Antonio Blanco Martínez, realizó las
actuales lámparas que cuelgan de las bóvedas catedralicias. Para su realización
se baso en las lámparas de Monasterio de San Juan de los Reyes de Toledo.
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