Como los periodistas no pocas veces
escribimos deprisa, al correr de la pluma, calamo currente, así en latín,
acuciados siempre por entregar las cuartillas al regente insaciable, para
llenar el diario, que es una garantía de marca mayor, tal vez algún criticón, que
nunca falta, y más si ha leído nuestras crónicas y está versado en la ciencia heráldica
dirá que en mi anterior artículo omití hablar de los once escudos, que a manera
de franja rodeaba coronándola la célebre campana, que el rey San Fernando,
cuando aquí estuvo, regaló a la Virgen del Prado.
Fue omisión voluntaria , pues quería al
hablar de dichos escudos, aunque sucintamente, ocuparme de otros que hay en
Ciudad Real y aún de los muchos desaparecidos en el andar de los tiempos, unos
vistos por mi y otros que figuran en libros de genealogistas.
Esa orla de los escudos que circunda a
la campana de la catedral, que vimos muchas veces cuando éramos muchachos, y
nos dedicábamos al deporte de campaneros
y ascensionistas a los campanarios de nuestra urbe, eran todos iguales y tenían
las armas en sus cuarteles de los reinos de León y Castilla y entre cada uno
una flor de lís.
Debe tenerse en cuanta que entonces
España estaba dividida en otros reinos como Aragón, Navarra, condado de
Barcelona etcétera etc, que más adelante, en el siglo XV, al hacer los Reyes Católicos
la unidad nacional, sus escudos entran a formar parte de la nación española.
En tiempos de don Fernando y doña
Isabel, se conquistó Navarra y Granada y como el primero heredó de su padre
Aragón, figuran en el escudo, no solo las barras aragonesas, sino que en su
centro y en la parte de abajo, se coloca una granada con sus hojas.
Al elevarse al trono de Alemania Carlos
I, se reforma el escudo de la monarquía
y con las águilas bicéfalas de los austrias se llenan y multiplican los
cuarteles con tantos reinos unidos.
Con la muerte de Carlos II, el
hechizado, viene la guerra de sucesión entre los austrias y los borbones, y
cómo triunfan estos últimos los lises de Francia se colocan en el centro del
escudo de España, en el escusón que así se llama en heráldica.
Pero no podemos explicarnos que en el
siglo XIII, figura en los escudos y como toma la flor de lis francesa que hasta
el 1700, no entra en España con la casa reinante vencedora.
Se ha dicho que la tal inscripción es
falsa, porque el tratamiento de MAJESTAD no lo tienen los reyes hasta Carlos I
y V de Alemania y si de alteza.
Debe tenerse en cuenta que la célebre
campana fue refundida varias veces y en una de ellas se hizo el cambio por
haberse entronizado otra dinastía.
¿En qué torre estuvo primitivamente colocada
esta campana? No es posible averiguarlo, aunque si sabemos documentalmente que
antes de la actual hubo otras dos.
La más antigua por amenazar ruina, fue envuelta
por otra y que habiéndose despegado de la vieja, también hubo que demolerla por
amenazar al templo su caída.
Emilio
Bernabeu. Diario Lanza, sábado 31 de julio de 1954, página 2
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