La imagen durante los cultos que se organizan en su honor
San Martín de Porres es un santo entrañablemente querido y venerado en toda América, en toda tierra donde hay miembros de la familia religiosa dominicana, y en todo el mundo: su encanto es la caridad y la simplicidad: un sencillo, glorificado por Dios, que seduce a todo el que le llega a conocer.
Nació en lima, capital de Perú, el 9 de diciembre 1579, ingreso en el convento del Rosario de la Orden Dominica en 1594, de la misma Lima, con veintiún años, tras haber trabajado con un negociante de especias y de hierbas medicinales, y haber estado al servicio de un barbero-sangrador (oficio en el que era al mismo tiempo practicante, enfermero y cirujano). Profeso como hermano lego el 2 de junio de 1603.
Fray Martín se entregaba generosamente a la oración y al ayuno. El amor a Dios le llevaba hasta a imitar a Jesucristo en su orar de noche; el amor al prójimo llenaba la portería del Convento de toda clase de necesitados.
Murió en olor a santidad el 3 de noviembre de 1639, toda la ciudad acudió a su entierro y los milagros por su intercesión se multiplicaron, lo beatifico el Papa Gregorio XVI en 1837; Juan XXIII lo canonizó el 6 de mayo de 1962 y desde entonces la devoción a este primer santo mulato de América se extendió por todo el mundo.
En 1966 Pablo VI lo proclamó patrono de los peluqueros de Italia, porque en su juventud aprendió el oficio de barbero-cirujano, que luego, al ingresar en la Orden de Predicadores, ejerció ampliamente en favor de los pobres. Es también patrono del servicio de limpieza, más concretamente de los barrenderos.
Entrada a la iglesia del Monasterio de las Madres Dominicas, donde se encuentra un retablo cerámico de San Martín de Porres
Con motivo de la canonización de este santo por Juan XXIII, su devoción, como he dicho anteriormente, se extendió por todo el mundo, sobre todo donde existían monasterios de la orden dominica. Ciudad Real no iba permanecer ajena a esta corriente y dos años después de ser reconocido como Santo, en 1964, las Madres Dominicas traerían a nuestra ciudad su imagen.
Hay que recordar que en el citado año, el Monasterio de las Madres Dominicas, se encontraba en la calle Altagracia, y seria hay en pleno barrio perchelero donde nacería la devoción a este santo dominico.
El Diario Lanza, el 8 de julio de 1964, en su página 2, nos narra el nacimiento de la devoción a San Martín de Porres en Ciudad Real de la siguiente manera:
“San Martín de Porres en Ciudad Real
Con la aprobación y bendición del Excmo. y Rvdmo. Prelado diocesano, se va instalar en breve plazo en la iglesia de las Madres Dominicas de esta capital una imagen de San Martín de Porres, celestial patrono de la justicia social.
Con ello satisfacen las fervorosas hijas de Santo Domingo de Guzmán no sólo sus naturales y justos deseos de ver cada día más honrado y venerado a su hermano, el humildísimo leguito limeño, sino también las frecuentes y piadosas súplicas que se les vienen haciendo de que procuren enriquecer y exornar su iglesia conventual con la escultura del popularísimo y milagroso dominico San Martín de Porres.
Aplaudimos sin reservas y con el mayor entusiasmo la piadosa y feliz iniciativa, deseando que la esperada y venerada efigie sea mensajera y portadora de copiosas bendiciones y prosperidades para nuestra amada ciudad y provincia y particularmente para las monjitas de Alta Gracia, afortunadas hermanas del santo negrito peruano”.
Lugar donde recibe culto durante todo el año en la entrada de la iglesia
Seria bendecida la imagen y se celebrarían los primeros cultos en su honor, coincidiendo con su festividad del 3 de noviembre. Las dominicas, con el fin de aumentar su culto establecieron que las puertas de su monasterio se abrirían durante todos los miércoles del año, por ser este día el que fue bautizado el Santo, para que todos sus devotos pudieran acudir a venerar su imagen. Y desde entonces las puertas de la iglesia del Monasterio de las Madres Dominicas se encuentran abiertas todo el día, hasta después de la misa conventual.
La imagen de San Martín de Porres recibió culto en el viejo monasterio de las dominicas en la calle Altagracia hasta 1969. Con la bendición de su actual monasterio en la barriada de Pío XII, el 7 de octubre del año reseñado, la imagen comenzó a ser venerada en la entrada a la iglesia del monasterio, lugar que abandona todos los años para presidir el Triduo que las Madres Dominicas organizan en su honor.
Firma del escultor y año en la peana de la imagen
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