El antipendium o frontal, cuyos antecedentes se hallan en los sepulcros esculpidos, es un paramento que sirve para cubrir y decorar los altares por su frente y costados y viene usándose desde el siglo IV, que puede ponerse para realzar la dignidad del altar y no es obligatorio.
Al principio estaba formado por tapices o ricas estofas pero luego, ya desde el mismo siglo, comenzaron a emplearse algunos de metal precioso, especialmente en estilo bizantino e italiano. Desde el siglo X al XIII prevalecieron los de plata y cobre esmaltado, según consta por documentos de donaciones y por los restos que han llegado hasta nosotros y a imitación suya, los de madera pintada o en relieve, que especialmente cundieron en Cataluña. En los siglos de arte gótico, se usaron con preferencia los de piezas de seda, bordadas con figuras o escenas bíblicas y en época moderna, desde el siglo XVII se adaptan al frente del altar unos bastidores con telas de seda o con lienzos pintados o guadameciles que se cambian según el color litúrgico de la fiesta sin que falten a veces los de plata repujada.
Imagen Corazón de Jesús
En la sacristía de la Parroquia de Santa María del Prado (Merced), se conserva y expone un frontal de altar del siglo XVIII de color carmesí bordado en oro. Es una pieza textil bordada con filigrana con imágenes figurativas; el detalle se compone de dos composiciones en cada lateral representando una figura femenina con niño (deteriorada la parte de la cabeza) bajo arco conopial; en el centro de la pieza, a modo de tondo con figura femenina sedente y niño; se trata de la representación de la Virgen y el Niño.
Ambos lados también bajo arco conopial se encuentra una imagen a cada lado, siendo la de la derecha la imagen del Corazón de Jesús.
Este frontal fue catalogado en el año 1925 por el artista ciudadrealeño, Carlos Vázquez Úbeda y se salvo de su destrucción durante la Guerra Civil Española.
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