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domingo, 25 de noviembre de 2012

¡SE ARMO EL BELEN! SIN FUNDAMENTO



Hemos vivido durante estos  últimos días una campaña en los medios de comunicación de intentar confundir a los ciudadanos, inventándose algo que el Papa nunca ha dicho en su último libro sobre “La Infancia de Jesús” sobre al buey y la mula, con titulares como estos: El Papa dice que en el pesebre no había ni buey ni mula”; “el papa elimina a la mula y el buey del portal de Belén”, “portal de Belén, sin mula ni buey” etc.

Esto es lo que realmente ha dicho el Papa sobre el Buey y la mula... (nada que ver con lo que se inventan los medios de comunicación):

Como se ha dicho, el pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y Nuevo Testamento relacionados entre si, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1, 3: “El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende.

Peter Stuhlmacher hace notar que probablemente también tuvo un cierto influjo la versión griega de Habacuc 3, 2: “En medio de dos seres vivientes… serás conocido; cuando haya llegado el tiempo aparecerás”. Con los dos seres vivientes se da a entender claramente a los dos querubines sobre la cubierta del Arca de la Alianza que, según el Éxodo (25, 18-20), indican y esconden a la vez la misteriosa presencia de Dios. Así, el pesebre sería de algún modo el Arca de la Alianza, en la que Dios, misteriosamente custodiado, está entre los hombres, y ante la cual ha llegado la hora del conocimiento de Dios para “el buey y el asno”, para la humanidad, compuesta por judíos y gentiles.

En la singular conexión entre Isaías 1,3, Habacuc 3, 2, Éxodo 15, 18-20 y el pesebre, aparecen por tanto los dos animales como un representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo. Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno”.

Como se ve el pensamiento del Papa no da pie a nada de lo que ahora se está escribiendo. Tenemos un Papa extraordinario que se merece nuestro amor y no unas críticas sin fundamento alguno.

LOS OBISPOS ANIMAN A PONER EL BUEY Y LA MULA EN EL BELÉN

La Conferencia Episcopal Española en Montilla el pasado viernes día 23, con motivo del Año Jubilar de San Juan de Ávila.  

El portavoz y secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan Antonio Martínez Camino, ha animado a los españoles a que estas Navidades pongan el Belén con el buey y la mula, tal y como lo creó San Francisco de Asís en el siglo XII, aunque ha defendido que cualquiera que haya leído el Evangelio debe saber que no se dice que en el portal de Belén estuvieran estos animales.

Así lo ha indicado en rueda de prensa con motivo de la cien Asamblea Plenaria de la CEE que se celebra desde el pasado lunes  19 de noviembre hasta este viernes día 23, después de que se conociera este martes el contenido del último libro de la trilogía del Papa Benedicto XVI sobre Jesús de Nazaret, titulado ‘La Infancia de Jesús’.

“Mensaje para Navidad: Poner el Belén con el buey y la mula y además saber que el buey y la mula, y también lo dice el Papa, que hay que seguir con esta preciosa iconografía que nos ayuda a entender que el antiguo testamento y las expectativas de los profetas se cumplen en Belén”, ha apuntado, al tiempo que ha explicado que en el Evangelio de San Mateo no se hace referencia a ningún buey ni a ninguna mula.

Camino ha explicado la referencia al buey y la mula aparecen en el capítulo 1, versículo 3 de Isaías que dice ”El buey conoce a su amo, el asno, el pesebre de su amo, en cambio Israel no conoce a su creador’ y ha indicado que el hecho de que San Francisco de Asís en el siglo XII invente el Belén y ponga al lado del pesebre un buey y una mula es un símbolo de esta “preciosa alegoría” de que ahora Israel “sí conoce al señor”.

Además, ha añadido que el Papa, después de decir en su libro que no había animales junto al pesebre, “explica cuándo y por qué aparecen en la iconografía cristiana” así como el versículo en el que Isaías se refiere a estos animales.


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