Una gran desgracia artística afecta dolorosamente hoy a nuestra ciudad. La Puerta de Toledo, principal monumento histórico de valor que conservaba Ciudad Real, se ha derrumbado a las cuatro de la tarde de hoy, a consecuencia de un corrimiento de tierras. El hecho, aunque produjo la natural alarma entre los vecinos del barrio, por el ruido que ocasionó el derrumbamiento, no ha causado ninguna desgracia personal, ya que, a esa hora, nadie se hallaba bajo el arco de la puerta, ni siquiera en las escalerillas de acceso a la puerta superior, lo que supone casi un milagro ya que, por la escasa vigilancia y protección que tiene la puerta, solía ser refugio de gentes desaprensivas que la han aprovechado, en más de una ocasión, como estercolero o como tapadera de actos humillantes. Avisados del hecho en nuestra Redacción se desplazó al lugar del suceso un reportero en unión del fotógrafo señor Núñez, que ha captado el estado de las ruinas inmediatamente acaecido el derrumbamiento y que nos muestra al desnudo la cruda realidad ante la que nos inclinamos con dolor, todos los ciudarrealeños.
El redactor interrogó a uno de los
testigos presentes, Ubaldo Pérez Encina, empleado de 44 años, que pasaba
ocasionalmente cerca de la puerta en el momento de ocurrir el hecho.
El Sr. Pérez Encina declara que se vió
sorprendido por un gran estrépito y una gran polvareda y que vió derrumbarse
como un castillo de naipes el histórico monumento. Al derrumbamiento precedió
una especie de temblor de tierra, muy intenso, pero de escasos segundos de
duración. Un niño de 4 años, que sólo ha sabido decirnos que se llamaba Pepito,
confirma los detalles del Sr. Pérez, así como la lavandera Juana Monterde, que
también pasaba por allí.
Los técnicos y Cuerpo de bomberos acudieron
enseguida para emprender los trabajos de descombro.
Estando en estas operaciones, uno de los
bomberos descubrió, entre las ruinas, un objeto mohoso con apariencia de sable antiquísimo.
El objeto arqueológico fue sometido al examen del culto catedrático de Historia,
don Emilio Bernabeu, gran investigador de los hechos locales de la antigüedad,
quien dictaminó que se trataba de la espada con la que Alfonso X el Sabio marcó
el lugar donde había de colocarse la primera piedra de Villa Reale. La espada tiene
la siguiente inscripción, algo borrosa y en la que se lee: ANNO MCCLV POST
CHRISTUM. REX ILDEFONSUS DECIMUS VILLAREALE. Y luego otras palabras que no se
entienden. Pequeña compensación esta a la pérdida irreparable que acabamos de
sufrir, pero que puede ser el primer paso para la creación del Museo Local,
cuya necesidad se deja sentir.
Por echarse encima la hora de cierre de
nuestra edición, dejamos para mañana la ampliación de este reportaje, con
nuevos detalles de la catástrofe.
Sabemos que se van a tomar medidas
radicales para una mejor conservación de los restantes monumentos locales para
que ni por un solo instante pueda ocurrir otro hecho semejante y para que no
haya el más mínimo abandono en la conservación de nuestra arqueología. Ante el
creciente número de curiosos que acuden a contemplar las ruinas de la
desmoronada Puerta de Toledo, se han establecido cordones de seguridad.
SANTOS
INOCENTES del diario “Lanza”, jueves 28 de diciembre de 1950.
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