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viernes, 20 de mayo de 2016

LLEGADA DEL OBISPO SEÑOR IRASTORZA



Según teníamos anunciado a nuestros lectores, el pasado domingo hizo su solemne entrada en esta población, el Ilustrísimo señor Obispo de esta Diócesis, Prior de las Ordenes Militares, Doctor D. Javier Irastorza Loinaz.

Desde la venida a esta capital, hace más de diez años, de su Majestad el Rey D. Alfonso XIII, no recordamos se haya tributado a autoridad ó personaje alguno recibimiento más entusiasta, acogida más cariñosa, salutación más sincera y espontanea, que la tributada al joven Prelado que hoy, para dicha nuestra, gobierna esta Diócesis.


Ciudad Real entero, valga la frase, lanzóse a la calle; de los pueblos cercanos vinieron muchos forasteros; en los balcones lujosamente engalanados las más bellas de nuestras paisanas, apiñábanse, ávidas de saludar al nuevo Pastor, lazándose palomas y flores desde algunos de ellos; arcos, banderas y gallardetes lucían en todas las calles del trayecto; las campanas locas de placer, volteaban sin cesar y un día hermoso, del sol espléndido, marceño, sucedió a los anteriores, grises, opacos, tristones, como si hasta la Naturaleza quisiera asociarse al agasajo de un pueblo creyente a su sabio Prelado.

Con el Sr. Irastorza vinieron desde la Corte, para acompañarle en tan transcendental acto, los señores duque de San Fernando, marqués de la Romana, marqués de Melgarejo, barón de Planes, conde de Casa Rojas, el hijo de la marquesa de Pardo Bazán, conde de Ardales del Río, marqués de Ancha,  y otros cuantos señores, todos pertenecientes a las Cuatro Órdenes militares de Montesa, Alcántara, Calatrava y Santiago, además de muchos amigos particulares del nuevo Obispo.


En todas las estaciones de la provincia, numerosas comisiones y gran muchedumbre salieron a las respectivas estaciones a saludar al Sr. Irastorza.

Con tal motivo, el tren especial llegó a ésta con algunos minutos de retraso que sirvieron para aumentar la natural impaciencia del público.

Después de saludos y presentaciones múltiples, organizóse la comitiva, yendo primeramente al Ayuntamiento, donde el ilustre Prelado, revistóse de Pontifical, con mitra, báculo y capa pluvial y después a la Catedral donde cantóse solemne Te Deum, subiendo al pulpito acto seguido el señor Irastorza, pronunciando elocuentísimo discurso en que saluda al pueblo, exhortándoles a amarse como hermanos bajo la intercesión de la Virgen del Prado y termina dando la bendición, que es recibida con gran fervor por todo el pueblo.


Arcos é Iluminaciones

Un precioso y artístico arco, obra del laureado artista y profesor de Dibujo de este instituto D. Feliciano Martín Cañamero, instaló el Ayuntamiento en la calle Ciruela.

Otros se colocaron por el Cabildo, la Cámara de Comercio y la Academia de Enseñanza, en la Plaza, en el Prado y en la puerta de la Academia, todos ellos de gran gusto y el profesor de esta Escuela de Artes y Oficios construyó otro muy bonito por encargo de la Diputación y que fue colocado en el Pilar.


En dicha noche lucieron en todos los centros oficiales y muchos particulares, artísticas iluminaciones que gustaron mucho, llamando muy justamente la atención las instaladas en Teléfonos y en la Casa Mur, obras ambas del joven y hábil artista D. José Mur, por lo que recibió innumerables felicitaciones.

Otros actos.

En el Palacio del Señor Obispo celebróse gran recepción popular, desfilando por delante del trono y besándole el anillo, comisiones, autoridades y personas de todas las clases sociales, que testimoniaron al nuevo Prelado su saludo y bienvenida.


En el Ayuntamiento, a las siete y media, hubo un té de honor, quemándose mientras en la Plaza de la Constitución preciosos castillos de fuegos artificiales, celebrando las Bandas municipal y provincial escogidos conciertos.

El señor Irastorza, para conmemorar su entrada, mandó repartir numerosas limosnas entre los pobres y Asilos, dando una comida extraordinaria a los reclusos de esta Cárcel.

EL LABRIEGO se asocia sinceramente al homenaje de simpatía á que es acreedor el Ilmo. Sr. D. Javier Irastorza, Obispo Prior de las Órdenes Militares, por sus singulares dotes personales y le reitera su adhesión y respeto.

Diario “El Labriego”, Ciudad Real 7 de febrero de 1915.


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